4. Drama

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Náuseas, náuseas y más náuseas.

Era un caso realmente particular el que ambos se hayan enfermado al mismo tiempo, JiHya por su lado sabía que su malestar podía tener nombre e incluso apellido, tenía más o menos un mes de retraso en su periodo.

Do KyungSoo vomitaba y tenía altas fiebres por la madrugada, tenía también un mes de retraso —pero retraso con el plan que había armado con su hermano mayor ChanYeol —.

Exactamente había pasado un mes desde que sucedió la pelea del señor Kim y su pequeño vecino, de ese día de la supuesta cena de acción de gracias que no se llevó acabo, la culpa lo comía lento y su enorme orgullo de machito no le permitía ir a verlo personalmente, se dedicaba a observar como ChanYeol lo cuidaba desde su habitación y su sangre ardía cuando estaban tan cerca uno del otro. Maldito orgullo.

—¿Estás ocupado?—preguntó la mujer del otro lado de la puerta, JongIn frunció sus labios, mientras estaba sentado a la orilla de la cama viendo como KyungSoo se desvestía.

Como extrañaba rozar esa piel con sus dedos, con su lengua, con su... —Lo estoy.

—ChanYeol quiere hablar contigo.—soltó la mujer, él casi se cae al suelo de la sorpresa.

Se vistió con una camisa de seda blanca, unos shorts color verde oscuro y sus típicos zapatos aubercy. Si ese chico estaba aquí para hablar con él, no eran para nada buenas noticias, empezó a sentirse nervioso e impaciente por saber la razón de la su visita.

JiHya estaba conversando con él y en cuanto llegó ambos guardaron silencio, alzó una ceja y se acercó a ChanYeol con sus manos metidas en los bolsillos.

—Señor Kim.—él no contestó, mantuvo una mirada fría y retadora— Solo venía a darle una noticia, KyungSoo me pidió, es más, me rogó que le dijera una cosa.

—¿Ah sí? ¿Qué?

—Adiós señor Kim.

Las palabras lograron ponerlo helado, ¿cómo es que se estaba despidiendo de él? ¿Pensaba mudarse? ¿Dejarlo?

—¿Ustedes se van? —Jihya se adelantó a preguntar un poco asustada.

¡Ya no tendría con que distraerse en un fin de semana! Estaba a punto de empezar a interrogarlo pero las náuseas le ganaron. Tapó su boca sin descuido y dejó salir un pequeño sonido del fondo de la garganta.

—¿Te sientes bien?—preguntó JongIn al ver a su mujer quejándose. Ella asintió y sonrió.

—Sí, estoy bien.

JongIn asintió y regresó toda su atención al chico que parecía estar muy interesado en lo que sucedía con su esposa. —Eh, aquí es la plática. ¿Cómo por qué me dice adiós?

—¿Señora está usted bien? —el pelirrojo alzó las cejas, y por un corto segundo se maldijo profundamente por haber caído tan bajo.

Internamente estaba intentando convencerse de que nada podría salir mal pues tenían el plan, un poco retrasado sí, pero seguía en marcha.
E independientemente de que la señora hubiese compartido cama con él en otras ocasiones, no iba a renunciar en cobrar venganza, había sido un mes muy movido.

KyungSoo en casa preparaba su última despedida del hombre que había logrado volverlo loco en todos los sentidos, no sabía cual era ese sentimiento dentro de su pecho que le ardía al saber que no volvería a verle nunca más, y no era porqué fueran a mudarse. Ojalá y sí fuera así.

JiHya corrió por la sala al baño que estaba cerca de la cocina, JongIn se inmutó quedando ahí parado de brazos cruzados.

—¿A usted le importa una mierda su mujer señor Kim?—ChanYeol ladeo la cabeza para ver los últimos pasos de JiHya cruzando la sala.

—Oye, bájale a ese tono. —sonrió de lado y levantó la ceja derecha con gesto burlón— No es algo que debería importarte.

Los dos se quedaron en silencio.

—¿No irá a ver que sucede? —cuestionó el pelirrojo.

—No para nada, como que ya esta grande para tener niñero. ¿O no?

JongIn quería molestarlo, quería saber que tanto le importaba al tipo que tenía frente a él, y por lo poco que había visto, podía con facilidad decir que le tenía bastante aprecio.

—Pedazo de poco hombre.

Sin pedir permiso, pasó directo detrás de la mujer para ver si estaba bien,  ChanYeol sufría del mismo mal que Kim JongIn y jamás pero jamás, aceptaría que las cosas le habían salido de lo peor, y que lo que estaba experimentado eran sentimientos reales.

JongIn sonrió complacido y salió directo a la casa de KyungSoo, tenía tantas ganas de darle un beso en los labios y en todos esos lugares que solo ellos dos conocían del otro. La puerta estaba abierta y como sabía a la perfección que era bienvenido en casa, entró sin problemas.

—¿KyungSoo, dónde estás?

—Señor Kim.

El chico traía puesto solo una camisa blanca larga, sus delicadas piernas parecían estar llenas de moretes y tenía lágrimas resbalando en sus mejillas. El mundo perfecto de Kim JongIn se derrumbó por completo, corrió hacia él y lo sujetó con fuerza entre sus brazos, juraba que si el idiota del pelirrojo le había hecho esto, lo mataría.

—¿Qué sucedió?

Podía sentir como el cuerpo de Kyungsoo temblaba bajo el suyo, su respiración era lenta, tenía un gran nudo en la garganta.

—Perdón, Señor Kim.

—¿Perdón por qué?—se separó de él y se dio cuenta, sonrió y negó con la cabeza— No hagas esto, tú me amas, y yo a ti.

El chico mordió su labio inferior mientras cerraba con fuerza sus ojos por unos segundos, quería tener la fuerza necesaria para hacer lo que estaba a punto de hacer.

—Sí lo hago, por eso debo hacer esto.

Reforzando el arma en su mano, le apuntó al señor Kim.

—Kyungsoo...—murmuró.

—Adiós, señor Kim.

Y disparó.

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Re-subiendo [Mayo 2022]

prohibi-DO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora