Señor Kim.

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Diez años atrás.

—¡Kyungsoo!

La fuerte voz del hombre lo sacó de sus pensamientos. Corrió con todas sus fuerzas para llegar hasta donde él lo estaba esperando.

—Te he dicho que arregles tus cosas, vamos a salir de la ciudad.

—¡No quiero ir!

—Tu madre y yo hablamos de esto. Es la única forma en la que podemos salir de la deuda que tenemos hijo, debes comprendernos.

—Papá quiero quedarme con mis amigos.

—¿Tus amigos te van a mantener?—el pequeño frunció sus labios y negó con la cabeza— Oye mi pequeño pingüino, descuida, te conozco a la perfección y puedo asegurarte que harás amigos muy rápido.

Corrió sacudiendo las manos en dirección contraria, iba a volar tan alto como superman y tener las habilidades del mismísimo Batman. Entró por la puerta trasera del jardín con una sonrisa de oreja a oreja, dispuesto a recoger sus cosas y después se despediría de sus amigos. Su rostro cambió de inmediato, al ver esas valijas de osos puestas en la sala. Eran suyas. ¿Qué hacían ahí?

—Mamá aún no he alistado nada de mis cosas. Subiré con mis maletas.

—No hay problema, ya empaque por ti. Nos iremos ya mismo.

—¿Ya?—gritó— ¿No me voy a despedir de mis amigos? Esto es totalmente injusto.

—No me alces la voz, soy tu madre y me debes respeto.

—No hagas escándalo por esto hijo, vamos, te voy a contar un pequeño secreto. —su padre apretó ligeramente su pequeño hombro y lo encaminó para subirse al auto.

—Esto es muy injusto. —formó un puchero con sus labios y se cruzó de brazos enojado.

—Lo sé, pero las cosas nunca son justas para nosotros. Por eso es que luchamos tan duro contra todo, nada es justo en esta vida.

—No entiendo.

—Mi ángel, mi hijo, mi adoración. La vida es difícil, un día no estaremos ni tú mamá ni tampoco yo, y tendrás que enfrentar las cosas por tu cuenta.

—Eso es imposible papá, ustedes son inmortales —sonrió— es mi deseo de navidad. Que ustedes siempre estén a mi lado.

—Bueno entonces ya no me debo preocupar por envejecer —sonrió y le dio un beso en la cabeza al pequeño—, hoy mismo cuando estemos en la otra ciudad te llevaré a la feria.

—¿Hay feria?

—Mis nuevos patrones estarán ahí, espero te comportes como se debe.

—Si me compras algodón de azúcar, te prometo que seré el niño mejor portado de todo el mundo.

El hombre se tiró una carcajada, su mujer llegó con todas las maletas y las metió en el baúl. Rezando internamente para que su marido logrará obtener el puesto de trabajo con los propietarios de la nueva empresa tecnológica.

En todo el viaje Kyungsoo permaneció dormido, y se despertó al momento en que sus oídos fueron invadidos por un sonido de música.

¡Música de feria!

Se levantó del asiento trasero y observó el increíble paisaje, habían payasos, muchas ruedas, palomitas de maíz y algodón de azúcar. Es el paraíso.

prohibi-DO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora