Capítulo 30

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Al día siguiente...

Diego;

— No tengas miedo, no va a pasarte nada, ni a ti ni a Yesenia -me dijo Matheus luego de un largo rato intentando ir con Herrera y decirle todo.

— Pero si Emilio no piensa perdonarme ¿de qué sirve?

— Sí va a perdonarte, todos lo sabemos, Emilio no puede odiarte para toda la vida y menos si eres una persona tan importante para él... Ya deja de poner pretextos, ve y dilo todo, no va a pasar nada malo -dijo Matheus empujándome hacia la oficina donde se encontraba nuestro director técnico.

Estaba nervioso y tenía miedo, mucho miedo, pero tenía que hacerlo por Emilio, porque tuve que haberlo dicho desde el principio y tuve que haberme dado cuenta de que definitivamente Alejandro no iba a intentar nada ni contra Yesenia ni contra mí. Se lo debía por todas las veces que estuvo de mi lado a pesar de que estuviera en un error, porque era como mi hermano mayor, me recordaba mucho a Mauro ahora que lo había tenido tan lejos, él era una persona importante en mi vida y lo había logrado en muy poco tiempo.

— Ya, lo haré, pase lo que pase -dije y tomé aire- En verdad espero que no sea muy tarde.

— No lo es, ya anda y deja de poner pretextos -me dijo Matheus, que era la única persona que estaba conmigo en ese momento, tocó la puerta de la oficina y salió corriendo, vaya, cuanto apoyo de su parte.

Yo ya no sabía si quedarme o salir corriendo pero cuando me decidí por salir corriendo, se abrió la puerta.

— ¿Qué necesitas Laínez? -me preguntó Herrera.

— Necesito hablar contigo... De algo muy serio... Tiene mucho que ver con lo de Emilio -dije nervioso y él asintió.

— Pasa -dijo entrando él primero y luego lo hice yo, cerré la puerta y me senté en una silla frente al escritorio- Y bien, ¿qué es lo que tienes que decir?

— Espero que todavía no sea muy tarde, pero si no lo digo, la culpa me va a matar... Yo si escuché a Alejandro hablar por teléfono.

— Perdón, ¿qué? -preguntó atónito.

— Yo vi y escuché a Alejandro hablar por teléfono ese día, y no sólo una vez, fueron dos.

— ¿Y por qué no dijiste nada cuando lo pregunté?

— Porque tenía miedo, me amenazó y pues me asusté mucho, después de lo que le había hecho a Emilio, tenía miedo de lo que me hubiera podido hacer a mí o a cualquier otra persona -dije desesperado, estaba muy desesperado.

— ¿Y qué escuchaste en esas dos llamadas?

— Pues que Alejandro le pagó al policía ese para que metiera a Emilio a la cárcel diciendo que según iba manejando borracho... Yo lo escuché todo y te juro, por lo que quieras que no estoy mintiendo, yo nunca mentiría sobre algo tan serio.

— ¿No estarás diciendo todo esto sólo porque Orrantia es tu amigo? -preguntó achicando los ojos.

— ¿Qué? ¡no, claro que no! Lo estoy diciendo porque es la verdad y la culpa me está quemando a fuego lento, lo haría por cualquier persona, lo juro -dije, ya casi suplicando que me creyera.

— ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?

— Claro que sí, podré tener diecisiete años y ser algo tonto pero estoy completamente consiente de lo que estoy diciendo.

— Diego, tú no fuiste la única persona que lo escuchó -dijo serio.

— ¿Qué? ¿quién más?

Besos en Guerra || Edson Álvarez ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora