Capítulo doce.
Abrió los ojos y se vio con un techo celeste, paredes blancas cuando miró alrededor. Pensó que estaba es un hospital porque lo último que recordaba es estar jugando y ver oscuridad al siguiente. No estaba tan perdido como para saber que se había desmayado, ahora ¿Cómo era posible? Los cambiaformas no se desmayaban, tal vez sólo si sufrían mucho dolor pero no estaba sufriendo una tortura, así que no había significado ante su desmayo. Desmayado delante de cientos de personas, gimió frustrado.
Bueno, era una peque grieta a su hombría. Podría vivir con eso y las bromas de sus compañeros.
Miró la puerta cuando la escucho abrirse. Esperaba ver a su representante, o algún compañero de equipo, a Eros. Nunca a su padre.
—Papá, ¿Qué haces aquí? —preguntó. El hombre se veía cansado, estaba con unos jean negros, camiseta negra y una camisa cuadrille extra grande, típica vestimenta de su padre. Él y su lobo estaban felices de verlo, podía ser un Alfa pero no era un lobo agresivo a menos que la situación lo amerite. Su padre y madre eran alfas, y en ningún momento se gruñeron por ello, ambos llevaban a la familia con confianza y seguridad, podían ser padres primerizos pero siempre sabían qué hacer. Una de las razones por la que creía que su padre sería un buen alfa para esa manada en Costa Rica.
—Había venido tu madre primero, pero le estresaba que no despertaras y la envié a casa. Vine en su lugar, como puedes ver. Fui a tomarme un café. —se encogió de hombros. —No me gusta pero lo necesitaba.
—Estoy en un hospital, ¿No? —preguntó, su padre asintió. —No debías venir, papá, lo de ayer fue sólo un desmayo. No puedo explicar porque, y creo que los médicos menos. —Se impulsó con los brazos para sentarse, se sentía cansado que cerró los ojos un momento perdiéndose la mirada preocupada de su padre. —Por cierto, ¿Cómo has llegado tan pronto? —abrió los ojos y lo miró.
Al principio no entendió la mirada que le daba su padre, entonces el hombre comenzó a hablar.
—Hijo, has dormido por tres semanas. —Caleb se le quedo mirando, esperando que se riera y dijera que era una mala broma. No sucedió. Frunció el ceño y se miró a sí mismo, no supo porque lo hizo. Quizás para ver el problema en su cuerpo, que le diese una respuesta, o para ver que todo estaba bien y en su lugar, que eso es lo que tuvo.
— ¿Durmiendo? Cómo en coma, algo así. —Su padre tomó una silla negra que estaba cerca de su cama, la acercó más y se sentó. Lo miró seriamente.
—No, simplemente durmiendo. Todo en ti estaba bien, gracias a Dios tu amigo Stein te envió en un hospital donde trabajan muchos cambiaformas, cómo el humano sabe, no pregunte—se encogió de hombros—pero ellos no encontraron nada malo en ti.
¿Podía estarse muriendo? Pero Stein había dicho que le quedaban dos meses. No se sentía como si se fuera a morir, podía sentirse cansado, hambriento y con ganas de ir al baño pero nada más. No le dijo nada a su padre.
— ¿Esta Stein aquí? Me gustaría verlo.
—Sí. Pero creo que tus compañeros —su padre le entrecerró los ojos—querrán verte, han venido aquí muy tarde en la noche, para que no los descubran. ¿Por qué no me dijiste que tenías otro compañero?
—No hubo tiempo. —tampoco quería ver la decepción en sus ojos. —Sí, deben estar preocupados. Llámalos, por favor.
Su padre sacó su celular y mando un mensaje, supuso. La puerta fue tocada después de cinco minutos.
—Bueno, eso fue rápido. —dijo. —Adelante. —Pero quien entró no fue Evan y Andrés, era Jana.
No es que no quería verla, aun la consideraba su amiga pero anhelaba a sus compañeros y sacarlos de sus preocupaciones.
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Vale la pena
Teen FictionSinopsis: Evan Land es vocal en una famosa banda de rock, también es un vampiro y un hombre con el corazón magullado por casi siete años. Mientras espera a que su pareja destinada decida si vale la pena o no emparejarse y posiblemente perder...