1. EL CUMPLEAÑOS DE NARCISSA BLACK

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Sirius Black era un joven demasiado apuesto para ser justo. Era alto y todo en su cara era proporcionado: su nariz, sus ojos, sus hoyuelos en las mejillas e incluso sus contorneados labios rosados. Si esto fuera poco, Sirius poseía unos ojos de un color gris mercurio que tenían la capacidad de transmitir los sentimientos de su poseedor. Sus pestañas eran negras, largas y encrespadas, además, tenía unas cejas que generaban la impresión de haber sido diseñadas por un artista. Su cabello ondulado siempre estaba un poco más largo de lo habitual, y por ser de un color negro, contrastaba perfectamente con el color claro de su piel. En resumen, Sirius Black tenía todo lo que cualquier mago de la alta sociedad deseaba: la apariencia, la riqueza, el oro, el apellido, y lo más importante: la sangre limpia.

Estaba atardeciendo en el Número 12 de Grimmauld Place, y Sirius se encontraba en su habitación poniéndose la muy cara túnica que sus padres le habían comprado en una Boutique francesa de lujo que sólo los magos ricos podían darse el lujo de pagar. Sin embargo, Sirius no lograba comprender por qué sus padres habían gastado tanto dinero en una túnica, pues el bordeado hecho en oro era simplemente exagerado. Aunque había que admitir que la túnica era de un hermoso color plateado que combinaba con sus ojos.

Después de ponerse los zapatos y trabajar en su cabello unos quince minutos, Sirius decidió que no podía seguir posponiendo el encuentro con su familia, así que bajó al vestíbulo mientras repasaba mentalmente "Sangre limpias y sus normas", tratando de no olvidar ningún detalle del libro que su padre le había regalado al inicio de las vacaciones. Al llegar, se dio cuenta que el resto de la familia Black ya se encontraba presente, y no se mostraban muy contentos con su demora.

–Espero que recuerdes bien cómo comportarte –dijo bruscamente su madre en un tono que no admitía reproches–. Lo más importante es que causes una buena impresión y no deshonres el nombre de la familia Black.

Sirius hacía parte de la noble y antigua casa de los Black, por lo tanto, había ciertas apariencias que debía mantener en las reuniones donde las familias sangre limpia más prestigiosas de Inglaterra asistían. Sus padres le dejaban permanecer en Hogwarts y ser un asqueroso Gryffindor con la condición de que se comportara y mostrara su afinidad con mantener la pureza de la sangre en dichos eventos. La primera vez que Sirius se negó, tenía seis años. Por lo tanto, su madre, Walburga Black, decidió que era prudente realizar la maldición cruciatus en él, y amenazarlo con inscribirlo en Durmstrang si seguía con su comportamiento inadecuado.

–Sí, madre –respondió Sirius intentando sonar respetuoso, mientras pensaba que, de igual forma, Walburga Black buscaría cualquier excusa para torturarlo en cuanto regresaran a casa–. Recuerdo bien.

La familia Black se dirigió en silencio hasta la puerta principal, y cuando se aseguraron de que nadie los veía, salieron y utilizaron la aparición conjunta para dirigirse a su destino. En unos segundos, se encontraron al frente de la monumental mansión que poseía el tío de Sirius, el señor Cygnus Black. Al entrar, un elfo doméstico los dirigió hacia el salón de baile, por lo tanto, Sirius pudo vislumbrar que nada había cambiado en absoluto, ya que la mansión permanecía exactamente igual a como la recordaba: grande, vieja y sombría.

–¡Señor y Señora Black! –los recibió una voz–. ¡Qué gusto me da verlos!

–Oh, Rowle –respondió Orion Black intentando disimular su disgusto, y en opinión de Sirius fallando miserablemente–. El gusto es nuestro. Creo que no has conocido formalmente a nuestros hijos. Sirius y Regulus...

–¡Oh, vaya! Es un placer niños. ¿Qué año van cursando en Hogwarts?

–Yo voy para quinto, señor Rowle –respondió Sirius con la voz creída y arrogante que utilizaba para estos eventos–. Y mi hermano, Regulus, va para cuarto, señor.

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