8. EL JUEGO DE LA VERDAD EXTREMO

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"James, tenemos que hablar." Esas palabras habían estado atormentando a Remus toda la semana, ya que en un breve momento de debilidad, le había soltado esas cuatro palabras cuando vio a una chica coqueteando con Sirius. Ahora, tenía que soportar a James mirándolo con una expresión interrogativa entre clases, en el almuerzo, en la cena y en el dormitorio.

–Suficiente –dijo Remus cerrando de golpe su ejemplar de Orgullo y Prejuicio. James y él estaban solos en la habitación, ya que Sirius estaba haciendo su tutoría y Peter estaba en la biblioteca terminando sus deberes de pociones–. Esto se está volviendo molesto, es un poco perturbante que me estés mirando así todo el tiempo –manifestó dirigiéndole una mirada molesta y volvió a abrir su libro con la intención de ignorarlo.

–¿De qué tenemos que hablar? –preguntó James–. Me has estado evadiendo toda la semana. ¿Tiene que ver con... tu pequeño problema peludo?

–No.

–¿Está todo bien en tu casa?

–Sí, ¿qué podría haber pasado de malo? –preguntó Remus con la mirada fija en el libro–. Mi papá trabaja y mi mamá se queda en casa.

–Oh... um, está bien –dijo James suspirando y rindiéndose–. Sólo quiero que sepas que si pasa algo puedes contar conmigo, ¿vale?

–Vale –Remus fingió que seguía leyendo y observó por el rabillo del ojo que James se puso a sacar las astillas sueltas de su escoba con suma concentración. Quería contarle, pero a la vez no. ¿Qué pasaba si lo rechazaba? Se sentía como si estuviera de nuevo en primer año. Cuando tenía once y sus amigos le preguntaban por qué se ausentaba cada mes, deseaba contarles, pero tenía miedo de que lo hicieran a un lado.

La experiencia le había dicho que sus amigos nunca harían eso, así que ¿por qué tendrían que rechazarlo si él se sentía atraído a un chico? A Sirius en específico. No lo habían rechazado por ser un hombre lobo, ¿por qué lo harían ahora? El punto es que necesitaba contarle a alguien, pero ¿cómo contaba algo así?

La gente no iba diciéndole a sus amigos "hey, tenemos que hablar. Resulta que soy hetero..." , entonces, ¿por qué Remus tenía que hacerlo? La gente no hacía eso. Usualmente decían cosas tipo "hey me gusta una persona, su nombre es..." Remus se mordió el labio, indeciso. Quería el consejo de alguien con respecto a Sirius porque no podía seguir teniéndolo como su amor platónico porque ¡mierda! Ni siquiera sabía si a él podrían gustarle los chicos. Si supiera, podría hacer algo al respecto, pero no sabía y ¿cómo le preguntaba eso a Sirius? "Oye Sirius, quería saber si ligarías con un chico." No, definitivamente no haría eso.

Pensó que la mejor forma de decirlo era directo y sin escrúpulos. Tomó aire y soltó. –Me gusta Sirius –dijo con voz temblorosa. A James casi se le cae la escoba, y se quedó estático. Levantó la vista y miró a Remus como si no hubiera escuchado bien. –¿Qué? –preguntó en estado de shock y dejó su escoba a un lado de su cama.

–Me gusta Sirius –repitió. Esta vez sonó más firme y seguro de sí. Una vez que lo había dicho, repetirlo salía con facilidad–. Me gusta Sirius.

–¿Sirius? –preguntó James sin salir de su estado de incredulidad–. ¿Nuestro Sirius? ¿Sirius Black?

–¿Qué otro Sirius conoces? –rebatió Remus. Por alguna razón, le divertía la reacción de James–. Te solté una bomba, ¿no?

–¿Te gusta Sirius? –volvió a preguntar James sin dar crédito a las palabras de Remus–. ¿Sirius? ¿Sirius soyunputofastidio Black? ¿Sirius soymuylindoparaquememires Black?

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