4. UN MAL PRIMER DÍA

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–¡JAMES, SIRIUS! –gritó una voz–. ¡Díganme ahora dónde está mi ropa interior! –Remus abrió los ojos y encontró que la habitación era un caos. James y Sirius se estaban desternillando de la risa, mientras Peter tenía una toalla alrededor del cuerpo. Al parecer, se había acabado de bañar.

–¡Ya, Sirius! –dijo James controlando la risa–. Dile a Peter dónde está su ropa interior–. Remus rodó los ojos y se levantó mientras llevaba sus cosas al baño –Si alguno de ustedes me esconde algo, le quitaré puntos y le pondré un castigo con Filch durante un mes –dijo dando un portazo y poniéndole pestillo a la puerta.

Dejó que las gotas de agua fluyeran tranquilamente por su cuerpo. Hoy era un nuevo día, lo que significaba que faltaban diez días para la próxima luna llena. Suspiró. Maldita luna. Con lentitud, terminó de bañarse y se secó el cuerpo.

Cuando estuvo vestido, abrió la puerta del baño y encontró que la habitación seguía en un completo caos. Peter tenía puesta la camisa del uniforme, la corbata de Gryffindor y unas medias, pero todavía tenía una toalla alrededor de la cintura. Mientras tanto, Sirius y James se encontraban perfectamente vestidos y portaban una mirada de preocupación en el rostro.

–Bien –dijo Remus armándose de paciencia–. ¿Dónde está la ropa interior de Peter? –preguntó. Sirius y James a veces trataban a Peter como si fuera su fuente de diversión gratuita. No sabía si lo hacían a propósito, o si simplemente no se daban cuenta, pero la verdadera cuestión es ¿por qué Peter no hacía nada? ¿Por qué no se defendía o algo así?

–Um... –empezó James mirando el suelo y jugando con el pie–. Esa es una muy buena pregunta, Lunático. Pues... –levantó la vista, y miró a Remus directamente a los ojos–, no sabemos.

–¿A qué te refieres con que "no saben"? –preguntó Remus molestó y haciendo énfasis a las últimas dos palabras–. Tienen sesenta segundos para devolverla. Si no lo hacen, en serio los voy a castigar. Sesenta, cincuenta y nueve, cincuenta y ocho...

–¡No podemos devolverle la ropa interior a Peter! –exclamó Sirius–. En serio ya se la habríamos devuelto, pero le hicimos un hechizo desilusionador y no sabemos dónde está.

Remus suspiró con enfado. Iba a sugerir que hicieran un accio, pero ese hechizo sólo funcionaba cuando sabías dónde estaba el objeto. –Les ayudaré a buscar –dijo–, pero les quitaré cinco puntos a cada uno.

–¡¿Nos estás quitando puntos?! –preguntó James con incredulidad–. ¡SIENTO LA TRAICIÓN, LA DESHONRA! Se supone que si eres prefecto, deberías quitarle puntos a los de Slytherin, no a nosotros. ¡Estoy INDIGNADO!

–Miren, los quiero –dijo Remus dirigiéndose a James y Sirius–. Pero ustedes a veces se pasan, acéptenlo. ¿Por qué tenían que usar un hechizo desilusionador?

–Yo realmente no estoy enojado –dijo Peter. Vaya sorpresa, pensó Remus. Si le hubieran hecho eso a él, los estaría puteando–. Lo único que me preocupa es que lleguemos tarde a desayunar.

–¿Lo que te preocupa es el desayuno? –preguntó sin poder contenerse–. ¿Te escondieron la ropa interior y lo que te preocupa es el desayuno?

–Eh... ¿sí?

Remus respiró, y contó mentalmente hasta diez. Peter necesitaba seriamente aprender a hacerle frente a las situaciones–. Está bien –dijo–, ¿quién escondió la ropa interior de Peter?

–Yo –dijo Sirius mirándolo fijamente y Remus le sostuvo la mirada. Si fuera Sirius, ¿en dónde escondería la ropa interior de Peter? Primero buscó en la basura–. ¡Oye! ¿es en serio? –se quejó Sirius–. ¿Estás buscando en la basura?

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