Día 4. Vida

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No eran de razas o clases distintas, sus familias no eran enemigas ni había razones para que tuvieran prohibido acercarse el uno al otro; por el contrario, sus familias eran amigas y esa era la razón por la que se conocían desde que eran pequeños y los sentimientos brotaron en sus pechos sin que pudieran darse cuenta.

Todo parecería indicar que no habría nada que interfiriera entre ellos para que el amor floreciera, sino que tendrían apoyo incondicional para dejar a su corazón hablar por ellos pero la realidad estaba muy alejada de eso.

Y no, lo que menos importaba en ese momento es que ambos fueran chicos, el verdadero problema es que ambos eran el único heredero del alfa de su manada y por ningún motivo podían traicionar a la familia involucrándose en una relación que no daría como resultado cachorros en un futuro que pudieran heredar el lugar que les correspondía.

Era frustrante pensar que por su deber con la familia no pudieran llevar la vida que deseaban, pero ese era el destino que tenían. Existía atracción y deseo entre ambos, más aun considerando que ambos habían llegado a la madurez y que su naturaleza provocaba que sus instintos fueran más fuertes que en otras especies.

Rin no estaba dispuesto a hacer lo que la manada había decidido por él, sus sentimientos hacia Haru eran mucho más fuertes que cualquier otra cosa y no estaba dispuesto a ceder fácilmente. Día tras día lo perseguía por el bosque con el pretexto de salir de caza y el otro no se esforzaba demasiado por escapar de él pues era innegable que correspondía los sentimientos del pelirrojo.

Pero era consciente de lo que significaba ser el heredero del alfa y que no podía imponer sus deseos incluso si era egoísta el pedir que cumpla con su deber. No podía dejar que sus instintos lo vencieran sin dar batalla y cada que salía hacia el bosque buscaba un nuevo escondite para mantenerse alejado del chico, intentando convencerlo así de que una relación entre ellos sería una locura y no había manera de que resultara bien.

Sin embargo, Matsuoka había decidido mucho tiempo atrás que, sin importa las consecuencias que eso pudiera tener, se emparejaría con el azabache; por lo cual su lobo interno tenía el aroma del chico registrado en lo más profundo de su ser y, por más lejos que intentara esconderse, él siempre terminaría por encontrarlo de una forma u otra.

—Vamos Haru, no puedes esconderte de mi para siempre —estaba apoyado en el lado contrario del tronco en que Nanase descansaba, quería hablar con él y sabía que enfrentarlo sólo lograría hacer que huyera—. En algún momento voy a alcanzarte y no podrás hacer nada para evitarlo.

—¿Para qué quieres que esté contigo? Sabes tan bien como yo la situación en que estamos. Nunca podríamos tener un cachorro y ni tu manada ni la mía van a permitir eso —sabía que ese argumento no haría que dejara de insistir, pero al menos le ayudaba a recordar porqué no debía ceder a los encantos del chico.

—Un cachorro no lo es todo, lo sabes. Lo que hay entre tú y yo no lo vas a experimentarlo con nadie más. ¿O acaso olvidas ese día? ¿Alguien además de mí ha logrado hacer que tu lobo desee algo con tanta fuerza que casi pierdas el control? —quizá era algo injusto mencionar el tema pues sabía lo avergonzado que Haruka se sentía con sólo pensar en ello pero haría todo lo que estuviera a su alcance para convencerlo.

Y es que justo cuando la conexión entre ambas partes de su ser se había hecho más fuerte, haciéndolo más consciente de sus instintos, Rin había decidido seguirlo como tantas otras veces aunque guiado principalmente por su instinto que no paraba de gritar que debía correr en ese dirección. Las hormonas de ambos estaban en su punto máximo y fue inevitable que una corriente eléctrica recorriera su columna vertebral apenas sus ojos hicieron contacto.

Ninguno entendía lo que pasaba en ese momento pero su instinto les decía que debían acercarse y estar juntos. Sus frentes se juntaron como atraídas por imanes y suavemente sus cabezas se frotaron de manera cariñosa mientras sus palmas se encontraban una con otra y la que mantenían libre se posaba en el rostro contrario.

RinHaru week 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora