Capítulo 1

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El aire estaba cargado del olor del sexo y alcohol, cuerpos sudados se retorcían en la pista de baile medio desnudos.
No estaría aquí de no ser por ella y sus estúpidos juegos, pero necesito más, jugar conmigo mismo no basta, siento que algo falta, lo pensé por semanas hasta pedirle tiempo, ya no puedo estar en la misma habitación que su cuerpo frágil y delgado, necesito algo más y vine a buscarlo aquí.
Por si acaso tengo el numero de la policía en marcación rápida, estoy asustado.

Me acerco a la barra a pedir un trago que no beberé, quiero estar completamente lúcido al hacer esto, no quiero culpar al alcohol, sólo a ella.

Lo sé soy un cobarde.

Comenzó a sonar mi canción favorita, esa que bailo por la casa cuando nadie me mira y salgo a la pista, cierro los ojos y me dejo llevar, supongo que los pantalones ajustados de cuando estaba en la secundaria funcionan porque al poco tiempo puedo sentir una mano grande acariciando mi estómago, tengo que agradecer a Andrew que me forzara a hacer ejercicio con él casi todas las mañanas, las extrañas manos me acercan hacia atrás y me apoyo en un cuerpo enorme, mi cabeza se apoya en su amplio pecho, y comienza a moler sus caderas en mí, la sensación es increíble, me gusta dejarme llevar, dejar que él me guíe, tal vez por eso estoy con ella, ella toma todas las decisiones.

Pero ahora necesito algo más, un cuerpo grande y fuerte que me proteja o me destruya.

Me susurra algo al oído que no puedo distinguir, pero su voz es gruesa y profunda como un trueno, me da la vuelta y me levanta, envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y me dejo llevar.
Es un hombre fuerte si atraviesa todo el lugar conmigo cargado sin hacer esfuerzo, sé que estamos en los baños porque la luz a cambiado, hora puedo ver su rostro, ojos verdes y mandíbula fuerte, sus cejas son un poco pronunciadas dándole carácter a su mirada que está cargada de deseo.
Prometí no besar, pero sus labios son gruesos y jugosos y su aliento huele a menta y alcohol, podría emborráchame en él. El beso es rudo y áspero justo lo que estaba buscando, puedo sentir su pene a través de sus pantalones de piel.

- Estas temblando, ¿en verdad quieres esto chico?

- No soy un chico.

No sé por qué tengo la necesidad de aclararle que soy un hombre.

- Arrodíllate y demuéstralo.

Puedo escuchar la burla en su voz, y quiero demostrarle que soy lo que busca.
Me pone en pie y caigo de rodillas y mi rostro queda frente a su entrepierna.
La silueta de su enorme pene está marcada en su pantalón de piel.

- Y bien?

Con manos temblorosas bajo el cierre y saco su pene, no lleva ropa interior y resbala a mi rostro inesperadamente.
Es grande, oscuro y grueso.
Aterriza en mis labios ya abro la boca, ansioso lo beso, chupo y saboreo desenfrenado.

El sabor es delicioso, lo siento caliente y pesado, perfecto.

Sin embargo, es muy grande y no puedo meterlo en mi boca, siento mis labios muy hinchados de intentarlo.

- Es tan caliente ver que no puedes tragarlo, tranquilo pequeño, que quiero acabar en ese apretado culo no en tu rostro.

Lejos de asustarme sus palabras me excitaron más, me levantó fácilmente y volví a devorar su boca mientras el batallaba con la cremallera de mis pantalones.
Cuando por fin estos estaban en el suelo me ayudo a zafarlos por completo.

- Si no puedes tomarlo todo en la boca supongo que tampoco en tu culo ¿verdad cariño?


Me giró bruscamente y apoyó mi rostro en la pared mientras levantaba mi culo, después pude sentir algo húmedo y tibio entre mis nalgas y al girar mi rostro un poco pude ver en el espejo que estaba arrodillado detrás de mi comiéndome el culo y cuando su lengua entro en mí toqué el cielo, me sentí una puta total empujando mi culo a su rostro, pero necesitaba más. Mis gemidos hacen eco en el baño,

Las Leyes del Amor 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora