El beso

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Llegué a mi casa y busqué en internte ''Tate Langdon''

Joder, era verdad, habían hasta fotos de la escena del crímen, pero Tate no me daba miedo, en aboluto, ''¿Quien soy yo para juzgar a nadie? Nunca he matado, pero no soy lo que se puede decir la mejor persona'' Pensé. Cerré el portátil y me tumbé boca arriba en la cama, pensando en todo de nuevo, no podía dormir así que encendí mi radio caset y puse el cd de AM - Arctic monkeys.

La voz de Alex Turner me ayudaba a dormirme, mientras escuchaba m canción favorita ''Do i wanna know''  Me quedé completamente dormida.

Me ví a mi misma toda cubierta de sangre, con un cuchillo en la mano y dos cadáveres, uno a cada lado mio, miré al frente y ahí estaba Tate, lleno de sangre, pero con una sonrisa muy macábra, que dejaba ver todos sus perfectos dientes blancos, su mirada me penetrába y me producía escalofríos, ¿yo había cometido esos crímenes? Él se me acercó mucho, y cuando me iba a susurrar algo, de nuevo en la oreja...

Sonó el despertador y yo salí de mi trance

-Una jodida pesadilla, otra vez.

Desde que era pequeña tenía pesadillas de ese estilo, a veces, asta habría jurado que había visto a Tate en alguna, pero no sabría decir. No os equivoquéis, me gustaban las pesadillas, no me molestaban, me daban mucha intriga y ganas de averiguar, porque siempre soñaba cosas así.

Me levanté de la cama, a mi mucho pesar y me vestí. Hoy hacía mas frio, así que me puse una sudadera negra con una calavera blanca en el medio y unos shorts, con unas medias de rejilla y mis botas de cuero negras. Me dejé el pelo suelto y me puse un poco de sombra negra, para disimular mi careto.

Fuí a la cocina y me encontré con mi madre, a la que ayer no había visto, pues debió salir tarde de trabajar.

-¿Que tal el primer día de mi preciosa niña? - Me dijo mi madre dándome un beso en la mejilla.

-De puta madre, definitivamente, todos los colegios son iguales, cuatro pijas tontas y tres tíos que se creen los mas buenorros, unos cuantos empollones y los típicos raritos. - Le contesté, yo sabía que en verdad había alguen mas en ese insty, un pequeño y macábro psicópata, pero no se lo iba a contar a mi madre, a menos no en este momento.

- Y tu a que grupito perteneces? Seguro que estás en el de las populares. - Me dijo sarcásticamente, que chistosa es mi madre.

-No estaría en ese grup ni aunque me pagasen, soy de las raritas, mamá, no sé ni para que preguntas si ya lo sabes.

-¿Y no hay ningún chico que te parezca guapo?¿Ni que te intrigue o te atraiga?  - Joder, a veces pienso que mi madre me lee la puta mente, mejor dejar el tema para otro día.

-Bueno adiós mami, nos vemos esta noche, que te vaya genial en el trabajo y conozcas a un multimillonário. - Le dí un beso en la mejilla y salí por la puerta, dejándola con la palabra en la boca.

Caminé de nuevo hasta el instituto, fumando un piti, llegué pronto así que entre.

Iba caminando por el pasillo cuando algo me enpujó contra la puerta del baño y me metió dentro.

Tate.

-Te voy a matar hijo de puta, a donde me vas dándome estos sustos de buena mañana, joder- dije separándome de él, aun así estábamos a escasos centímetros.

-Tu no me tienes miedo ¿Por que? ¿Acaso no sabes quién soy?... - Me dijo poniéndo la misma sonrisa que en mi sueño, pero en la vida real, daba mas miedo, pero me encantaba.

-Lo que hicieras no me importa lo mas mínimo y sé perfectamente quien eres, pero si intentas acojonarme como al resto de esa panda de idiotas, lo llevas claro, no me das miedo, Langdon. - Le dije fría.

-Deberías tenerme miedo, no sabes lo que soy capaz de hacer...

-Tu tampoco me conoces, ¿y si soy yo igual que tu? ¿Y si supiéras que no me da miedo nada? Deberías tenerme miedo tu a mi, porque puedo contigo, porque no tengo miedo, la gente te respeta por miedo, pero yo no te respeto, ni te tengo miedo, tu deberías temerme. - No sé de donde salieron esas palabras, pero no parecía yo la que hablara, parecía una psicópata.

-¿No me tienes miedo? Demuéstramelo. - Me dijo desafiante.

No sabía que hacer para demostrárselo, entonces pensé, me dí cuenta de que nadie se le acercaba por miedo, de que todos mantenían la distáncia lo máximo posible, así que por mi cabeza pasó una idea de esas que solo se me pueden ocurrir a mi. Me acerqué a él, quedando muy cerca, era un poco mas alto que yo así que me quedé mirando un poco hacia arriba. él solo me observaba, sin saber lo que estaba dispuesta a hacer para demostrarle que no le temía.

Mi respiración empezó a agitarse, no por miedo, pues no me lo daba, de verdad, sinó por lo que iba a hacer. Levaté las manos y agarré su cabeza acercándola a la mía. Nuestras narices se estaban rozando.

-No te tengo miedo. - Le dije antes de volverme loca y juntar mis lábios con los suyos, él estaba quieto, y no me siguió el beso hasta despúes de unos segundos, entonces me agarró por la cintura y me pegó hacia él. Abrí un poco la boca, dejando paso a su lengua y el beso se volvió salvaje. Yo jugaba con el pelo de Tate, era un pelo muy rubio y suave, que me gustaba mucho, la verdad. El beso era cada vez mas caliente. Pero entoncés el dejó de moverse y yo le miré extrañada, sin separar nuestros lábios. Él me pegó un empujon que me dejó pegada en la pared, sin poderme mover por culpa del dolor de espalda.

-Estas totalmente loca, no deberías haber echo eso. - Me dijo mientras se iba del baño, y me dejaba ahí, con la cabeza patas arriba.

El infierno tiene un nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora