Puse el móvil en vibración después de que sonara por quinta vez. Jenny estaba enfadada, lo sabía. Aunque era lo normal pues había cancelado nuestra tarde de viernes-de-peliculas sin tan siquiera darle una buena razón. Pero, ¿qué iba a decirle? ¿Que había quedado con Luke Prince? Ni de coña confesaría eso. Así que aquí estaba, sentada en el césped esperando al castaño. Cinco segundos más tarde noté las manos de alguien tapando mis ojos.
-¿Quién soy?
A pesar de haber camuflado su voz, la reconocí perfectamente.
-¿Zac Efron?
Él se rio y quitó las manos de mi cara. Me giré y le dediqué una sonrisa burlona.
-Hola.- me saludó con su estúpida voz sensual.- Estás muy guapa.
Rodé los ojos.
-Aun llevo el uniforme Luke.
-Tienes razón. La frase correcta sería ERES muy guapa.- contestó guiñándome un ojo. ¿Jamás se cansaba de ligar?
-Vamos antes de que me arrepienta.
Luke asintió y me ofreció el brazo, cosa que ignoré completamente.
Entramos en el edificio y pasamos por el largo pasillo de la entrada.
-¿Dónde está exactamente tu sitio favorito?
-Shhh no nos adelantemos- dijo tranquilamente. Suspiré y seguimos caminando hasta que llegamos a una puerta gris. Luke sacó una pequeña llave medio oxidada del bolsillo y la metió en la cerradura, haciendo que la puerta se abriera con tan solo un giro.
-¿Podemos entrar?-pregunté no muy segura.
-Charlotte, deja de hacer preguntas y fiate de mi.- contestó agarrándome del brazo para que entrara con él. Subimos unas escaleras de madera que tenían pinta de ser poco resistentes, caminamos por otro pasillo que olía a humedad y nos paramos delante de otra puerta enorme de madera oscura.
-¿Preparada?
No sabía muy bien que responder ni que encontrarme a continuación, asi que me encogí de hombros. Luke empujó la puerta sin ninguna dificultad y lo que vi fue el sitio más bonito que había visto en mi vida. Era una especie de jardín-invernadero, lleno de flores y plantas de mil colores, y con un techo alto de cristalitos.
-Dios mío Luke, esto es precioso.
-Me alegro que te guste.- contestó él sentandose en un banco de piedra. Me acerqué y me senté a su lado.
-¿Es aquí a donde traes a todas tus víctimas?-bromeé.
-En realidad las suelo llevar a mi habitación.
Le di un codazo y él se rio.
-Eres la primera persona que llevo aquí.- dijo después de un rato observando el lugar.
-Venga ya, no te creo.
-En serio.
Me giré sorprendida al notar el tono serio de su voz.
-Y, suponiendo que me dices la verdad, ¿por qué me lo enseñas a mí?
Luke se encogió de hombros.
-Porque quiero, simplemente. Además lo de la habitación no funcionaría contigo.
Solté una risita y le miré. No es que tuviera alguna duda, pero Luke era un chico guapo. Todos lo sabían. Pero desde tan cerca, sin su sonrisa orgullosa y casi indefenso, era mucho más atractivo aun. Entonces clavó sus ojos en mi. Eran negros, muy oscuros. No eran como el azabache, o como el carbón. Simplemente no se podían comparar con nada. Pero eran preciosos, al igual que las pecas en su nariz, su pelo revuelto, sus mejillas ligeramente rosadas y sus labios finos curvados en una bonita sonrisa.
-Me alegro de que quieras compartirlo conmigo entonces.- dije sonriendo.
-Yo también.
Se acercó más a mi hasta que nuestras caras quedaron a escasos centímetros. Y entonces mi móvil vibró. Me separé bruscamente y volví al mundo real. Saqué el móvil y lo desbloqueé, dejando a Luke fastidiado
-Perdona es Jenny.- me disculpé. Él bufó.
-No hace falta que la contestes.
Le miré confundida.
-¿Qué quieres decir?
-Bueno, pensé que después de esto...
-¿Después de esto qué?
-Creía que solo ibas con ella porque no tenías a nadie más.
Y de repente ¡zaaaas! La dura realidad me dio una bofetada. El Luke gilipollas había vuelto.
-No me puedo creer que seas tan superfecial. Bueno en realidad, claro que me lo creo. ¡Jenny es mi amiga de verdad!
-Pero no tienes que ir con ella ahora que tu y yo...
Entonces lo comprendí todo. Lo de que yo era la primera a la que traía ahí, que era distinta, su modestia... Todo era mentira. Todo era un truco para que cayera en sus brazos como las demás. Luke seguía siendo el mismo imbécil de la biblioteca.
-¿Cómo tengo que explicarte que entre tú y yo jamás habrá nada?- pregunté levantandome del banco.
-Bueno, hace un momento no parecía eso.- contraatacó él.
-No ha pasado nada, y desde luego no va a pasar.- zanjé el asunto.- Me voy de aquí, esto no es más que una pérdida de tiempo.
Salí de aquel lugar dando un portazo sin importarme lo vieja que era la puerta. Solo quería salir de allí.