"Prohibido fumar"
Esa era la enésima vez que leía el gran cartel rojo que colgaba de la pared. Suspiré aburrida. Llevaba casi quince minutos sentada en una silla de plástico esperando a la dichosa directora. Se suponía que me iba a dar la bienvenida al internado, pero de momento no me había causado muy buena impresión. Y no solo por la espera, sino porque ese sitio era como Hogwarts, pero no por los magos y el quidditch, por viejo y anticuado. Cuando mi padre me dijo que meiba a mandar a un internado me esperaba algo asi como PCA no esto. Y para colmo teníamos que usar uniforme. ¡Con 16 años y uniforme!
Un grupo de chicas pasó a milado y se quedaron mirándome y cuchicheando sobre lo que parecía, mis viejas converses rojas. Las fulminé con la mirada y se marcharon riéndose. Maldito colegio de pijos. La puerta del despacho se abrió entonces y de ella salió una mujer alta, delgada, con gafas de media luna y el pelo canoso recogido en un elegante moño.
-Usted debe de ser la señorita Charlotte Kennedy ¿cierto?- dijo refiriéndose a mí.
-Solo Charlie.-contesté levantándome de mi asiento, agradecida (se me había dormido el culo)
-Sí, su padre ya me aviso de que vendría.
"¿Entonces por qué demonios me has hecho esperar tanto?"
-Sí, supongo.- dije encogiéndome de hombros.
-Yo soy la señora Leblanc, su directora. Desde ahora cuando necesite algo, podrá disponer de mí y me podrá preguntar lo que quiera.
Asentí. No necesita a esa mujer, me las sabía arreglar sola. Siempre lo había hecho, así que me daba igual. Sin embargo decidió acompañarme a mi habitación, a pesar de que le dije que no hacía falta. Las habitaciones de los chicos estaban en la primera planta y la de las chicas en la segunda. La señora Leblanc me explicó que a partir de las 22:00 estaba prohibido estar en una planta que no te correspondía y que si me pillaban me castigarían. Supongo que esa norma no le iba gustar mucho a las las niñatas esas que se habían reído de mí antes. Atravesamos un largo pasillo y, prácticamente al final, la mujer se paró delante de una puerta de madera que tenía grabado los números "152". La directora llamó a la puerta para después abrirla y entrar. La imité y me encontré con una habitación bastante espaciosa pintada de azul con tres camas, dos armarios, una estanteria y un escritorio. Me di cuenta de que dos de las camas tenían maletas encima y entonces me di cuenta de que había dos chicas. La primera tenía el pelo rubio y brillante y no paraba de sonreír; y la otra era alta,morena y tenía unos bonitos ojos verdes.
-Charlotte éstas son tus nuevas compañeras de habitación. Os dejo que os presentéis.
La directora se despidió y salió de allí. Miré a las dos chicas sin saber muy bien que hacer. No se me daban muy bien las personas que se diga. La rubia me dedicó una gran sonrisa y se acercó a mí.
-Soy Chloe.- dijo dándome un abrazo. Fruncí el ceño y me puse un poco tensa. No cogía confianzas así de rápido lo siento. Aun así le di unas palmaditas en la espalda, en un intento de no parecer tan borde. Al fin y al cabo iba a tener que vivir con ella mientras estuviera en esa cárcel.
-Yo Charlie.- contesté dedicándole un intento de sonrisa amable.
-Yo Victoria.- dijo entonces la morena. Aunque no fue borde, no lo dijo con tanto entusiasmo como Chloe. Me miró de arriba a abajo y luego me sonrió . Creo que era obvio que no íbamos a ser mejores amigas.
Cogí mis maletas y las dejé encima de la cama que quedaba libre, al lado de la ventana. Miré a través de ella y suspiré. Alo lejos solo se veía bosque y más bosque. Ni una carretera , ni un pueblecito ni nada que aseguraba que podía salir de allí. Me dejé caer en la cama y cerré los ojos. Mi padre era idiota. ¿Por qué narices me había enviado a un sitio como éste? ¿Tanto me odiaba? Obviamente, sí.
-Mmm... Charlie.- oí que alguien me llamaba. Abrí los ojos y me encontré a Chloe dejando una pila de ropa doblada en mi cama.- Creo que este es tu uniforme. Deberías ponertelo.
Miré el uniforme con asco. Falda de cuadros roja, blanca y negra; jerséy rojo; camisa blanca; medias hasta la rodilla rojas y zapatos negros. Me volví a tumbar en la cama y bufé.
-¿Para qué?
-Vamos a ir a dar una vuelta.- dijo Victoria.- Puedes venir si quieres. Así podemos enseñarte el resto del colegio.
Vale Charlie, sé amable. Ya no puedes quedarte en casa y escuchar música toda la tarde, ahora tienes que vivir con más personas y más te vale hacer amigos. O por lo menos que no te odien.
-Vale, vuelvo enseguida.- contesté fingiendo una sonrisa y metiéndome en el baño con la ropa en la mano. Me cambié rápidamente y salí sin tan siquiera mirarme al espejo, por si acaso vomitaba o algo. -Ya estoy lista.