Capítulo 4
Entonces, tu niña rica se presentó en mi salón de nuevo.
Miré a Lily con cautela, mientras se inclinaba sobre el compartimiento del motor del Buicken el que estaba trabajando. Recordé claramente todo lo que había dicho la otra noche en el Copperline. Toda la mortificada mierda sobre mí llevando chicas a casa del bar, pero nunca apareciendo con una. El pensamiento de ella y Sophie en la misma habitación sin mí, envió un escalofrío de terror puro a través de mi columna. Solo podía imaginar toda la horrible inmoralidad de mi pasado que podría haber sido el centro de su conversación.
- ¿Y? -Pregunté fríamente mientras hacía mi mejor esfuerzo para mantenerme al margen y me centraba en el motor frente a mí-. ¿Otro cambio de imagen? ¿De qué color es su cabello esta vez?
-En realidad, quería conseguir una perforación en la nariz.
La válvula se deslizó directo de mi mano, fue alrededor del motor y luego al suelo.
-¿Ella qué?
-Sí, pero no lo hicimos allí, así que la llevé al salón de tatuajes de Drew.
Tiene una nueva chica que hace perforaciones. -Lily me dio una sonrisa torcida-. Parece que tu niña buena quiere ser mala.
Entrecerré los ojos a Lily y luego miré a Cody, quien había tomado un
repentino interés en la discusión. Puse los ojos en blanco y me dejé caer al suelo para agarrar la herramienta.
-No es mía, Lily.
-Oh, por el amor de Dios, Harry. -Lily se rió-. Nunca traes a una chica al bar contigo. Nunca.
Apreté la mandíbula e ignoré la burla. Desafortunadamente, Cody parecía encontrarlo un poco humorístico.
-Maldita sea. -Sonrió-. Eso es cierto. Harrt, ¿qué pasa con esta chica?
-Somos amigos -dije-. Ahora, cierra la boca antes que incendie tu trasero.
-Amigos que se reunieron para tener sexo. -Lily contrarrestó y Cody chilló
de risa-. Lo digo en serio, Cody. Apareció en mi salón un día, enojada con el mundo y queriendo desahogarse. Así que la ayudé a sacar su zorra interior, la llevé a la fiesta esa noche y le señale al mejor de los mejores.
-Gracias por pensar en mí. -La fulminé con la mirada y goteé sarcasmo-. Pero ahora puedes cerrar la boca, Lily.
-Espera un minuto -dijo Cody, con un toque de asombro en su voz-.
¿Tocaste eso? ¿Estás jodiéndome?
Le di una mirada asesina a Cody.
-No es tu maldito asunto, tarado.
-Mierda, lo hiciste. -Abrió la boca y se giró hacia Lily-. ¿Qué demonios ¿Por qué no me señalaste a mí? Harry consigue bastantes coños. Me vendría
bien una cosita de clase alta como ella.
La sangre empezó a latir en mis venas. El idiota estaba hablando de mi chica. Por supuesto, no era oficialmente mi chica. No estaba a punto de ser atado, pero todavía quería que se alejara de ella.
-Te señalé también, Cody -explicó Lily-. Señalé un par de tipos. Pero... - me dio una sonrisa conocedora-, eligió a Harry.
-Maldito -murmuró Cody.
-Eso es todo. Estás despedido -le contesté.
-¿Otra vez? -Se rió entre dientes-. ¿No se supone que ya me despediste una vez esta semana?
-Entonces, ¿qué diablos estás haciendo aquí? -me quejé de nuevo.
-Auch. -Cody sonrió-. Sé que no lo dijiste en serio.
-De todos modos -Lily interrumpió en voz alta-. Simplemente pensé que te gustaría saberlo. Es como un pequeño pendiente brillante. Una aguamarina o algo así, si mal no recuerdo. -Se encogió de hombros y se dirigió hacia la puerta, lanzando las palabras casualmente sobre su hombro-. Es un poco lindo. De buen gusto, por supuesto, porque es Sophie. Pero es una... versión provocativa de Sophie.
Me incorporé mientras me miraba antes de salir. Doblando mis brazos sobre mi pecho sabía que me veía medio enojado, a pesar que solo la mención del nombre de Sophie me hacía todo tipo de mierda. Y el conocimiento de que Sophie estaba haciendo algo ―provocativo me tenía bastante intrigado. Me pregunté qué otras cosas provocativas podría estar pensando. Con un pequeño saludo, Lily desapareció por la puerta. Tomé un trapo y me limpié las manos en él, frotando para quitar la grasa y la tierra del Buick. Podía sentir a Cody mirándome de cerca. Lily definitivamente había agitado algo dentro de mí con esa poca información; de repente me sentí inquieto y cauteloso. Mierda, joder.
-¿Crees que podrías armar esto por tu cuenta? -le pregunté a Cody mientras arrojaba el trapo en el carrito de herramientas-. Tengo que hacer un recado.
Sonrió. Ampliamente. Juro que vi cada maldito diente que tenía.
-Claro H-dog. -Asintió, fallando miserablemente en ocultar su diversión-. No hay problema.
H-dog. El apodo que tendía a ponerme cuando estaba al acecho. Ese bastardo sabía exactamente a dónde iba.
-Estás despedido -murmuré, ignorando su risa mientras me dirigía a la puerta.
***
Al principio no estaba seguro si estaba en casa. No tenía ni idea qué tipo de auto conducía, pero estaba bastante seguro que estaba llamando a la puerta correcta y nadie respondía. Una señora mayor en la casa al lado asomó la cabeza por mi continuo golpeteo.
-¿Puedo ayudarte, hijo? -preguntó con una dulce y pequeña sonrisa de señora vieja.
-Estoy buscando a Sophie Buchana-le contesté. Me di cuenta de una
chispa de luz curiosa en los ojos de la mujer-. Esta es su casa, ¿no?
-Oh, sí -dijo ella-. Seguro que lo es. De repente, la puerta se abrió ante mí y ahí estaba Sophie, sin aliento y ruborizada con una pequeña gema brillante al lado de la nariz que casi coincidía con el brillante turquesa de sus ojos.
-Mierda. -Jadeé-. Realmente lo hiciste.
-¿Harry? -preguntó-. ¿Qué estás haciendo aquí? -Al darse cuenta de la señora mayor viendo ese intercambio de cerca, Sophie hizo un gesto rápido-. Hola, Ethel.
-Sophie. -La mujer asintió con una sonrisa de complicidad y luego retrocedió a su propio apartamento, cerrando la puerta.
-Lily se detuvo junto al garaje -le expliqué, estudiándola de cerca-. Me
contó acerca de tu... excursión.
-¿Te gusta? -preguntó con nerviosismo.
¿Qué si me gusta? Joder, sí, me gustaba.
-Me gusta. Es atractivo, pero creo que tus padres van a enloquecer.
-Sí, lo harán. -Arrastró los pies-. No sé, es que... -Su voz se apagó mientras negaba. Dio un paso atrás en su apartamento, dejando la puerta abierta para que pudiera seguirla. La pequeña sala de estar de Sophie no era lo que esperaba. Calculé que olería a dinero, cosa que hacía, pero eso fue lo único que anticipé. El diseño era moderno. Parecía algo sacado de una revista de diseño de interiores. Líneas finas, un montón de espejos. A lo largo de la pared detrás el sofá había tres enormes dibujos sobre tela. Había visto fotos que eran similares. Las reconocí como siendo modeladas por las glamorosas actrices de la pantalla grande. Ingrid Bergman, con su largo vestido blanco de discoteca en Casablanca. Audrey Hepburn, en su pequeño vestido negro, inclinando delicadamente un largo cigarrillo en sus labios. Y mi abuela favorita, Grace Kelly, sentada con sus faldas aventadas a su alrededor, viéndose casi angelical en la oscura luz. Pero todas eran de Sophie. Muy bien hecha y hermosa, sí. Pero este narcisismo no era lo que esperaba de la vibrante chica que había llegado a conocer. Con la que me había acostado hasta que gritó en el sofá de los Mofos. La que había bailado toda la noche conmigo en el Copperline. Me quedé de pie, congelado, preguntándome a qué dimensión alterna había entrado.
Sophie se concentró en mi conmoción por la decoración.
-No preguntes -murmuró mientras caminaba hacia el sofá y se sentaba en
el borde. Negué y señalé los bocetos con mi pulgar.
-Esos son tú -le dije en un aturdimiento irónico, luego hice un gesto alrededor de toda la habitación-. Pero esto... esto realmente no lo es.
Sophie siguió mi mirada, viendo alrededor de la habitación con un toque triste en su adorable y pequeña boca.
-No, esto definitivamente no lo es. -Levantó las rodillas hasta su pecho,
con los pies en el sofá; envolvió sus brazos alrededor de sus piernas dobladas-. No estoy segura de lo que soy, pero no es esto. Mi madre eligió el apartamento y un amigo de ella lo decoró para mí justo antes de que regresara de Francia.
Miré los grises apagados, el blanco y el negro. El único color en la habitación
era el brillante color turquesa de los ojos en las fotos donde aparecía Sophie. Todo estaba colocado solo... así. Los estantes tenían un surtido de literatura clásica, todo atado en cuero negro con letras plateadas. Unas revistas de moda estaban en la mesa de café al lado de un florero lleno de una especie de flores blancas y
esponjosas. Parecía... perfecto. Por etapas. Completamente sin vida.
-Tal vez sea solo una corazonada, pero estoy pensando que todo esto... - Moví la mano en torno a la estéril decoración, entonces apunté a su nueva perforación-, tiene algo que ver con esto. Y el trato hace un tiempo en la fiesta.
Se sonrojó un poco ante la mención de la primera noche que pasamos juntos, sus dientes mordieron sus labios con un tirón nervioso.
-Es todo tan difícil de explicar. -Encogió los hombros-. Es como si hubiera algo atrapado en mí. Como si hubiera sido buena durante demasiado tiempo. -Se sentó en el sofá con los pies metidos debajo de ella. Estaba absolutamente aterrorizado de sentarme en el sofá blanco con mi grasienta ropa del taller, así que me acerqué a su mesa de café, me senté frente a ella y la observé de cerca-. Sé que simplemente sonará como una locura.
-Pruébame -le dije. Sus ojos turquesa atraparon los míos y me estudió de cerca. La aprensión que
sentía estaba escrita en todo su rostro.
-Crecí en un museo, Harry -dijo, después de un minuto-. Fui criada por sirvientes y me vistieron para, más o menos, actuar para mis padres y sus amigos de vez en cuando. Era una muñeca. Una marioneta. Una obra maestra. Algo que podían presentar para que todos supieran la gran genética que tenían, lo impresionante que había sido su crianza. Qué tan alto estaban arriba en la cadena alimentaria. Esperaban que actuara de cierta manera, que hablara y caminara como querían. Y, ciertamente, que nunca causara problemas. Miró hacia abajo, quitando una pieza imaginaria de pelusa de sus pantalones de yoga. Luego me miró de nuevo.
-Pero no puedo hacer eso. Iba a hacerlo. Toda mi vida iba a ser así. Y
entonces vi a Richard y Alyssa juntos.
-¿Alyssa?
-Era mi mejor amiga, supongo. Andábamos en los mismos círculos. Más o menos como yo.
-No hay nadie como tú, Sophie. -Me sonrió. Soltó una risa seca.
-Aparentemente no, porque ofrecía algo que yo no hacía. Algo que Richard quería. Habían estado jugando por un tiempo, supongo. Mucha gente lo sabía. Cuando lo encontré, rompí con él. De repente quise... -Se interrumpió,
sacudiendo la cabeza con una triste sonrisa―. De todos modos, terminé en la tienda de Lily. Había conducido por allí un millón de veces y parecía un lugar divertido. Tan colorido. Quería estar en un lugar nuevo. Quería algo salvaje. Entré y le pedí que jugara con mi cabello; luego me desahogué y le dije... -Cerró los ojos por un momento y tragó-. Le dije que quería una aventura de una noche. Sugirió que fuera a la fiesta.
Hice una nota mental para besar los pies de Lily la próxima vez que la viera.
―Pensé que, tal vez si estaba contaminada de alguna manera, si era solo un poco menos perfecta, podría vivir conmigo misma. Pero no importa lo que realmente suceda, es todo acerca de cómo te ves. Y todavía me veía como Sophie. Mis padres todavía querían que me casara con él. Él todavía quería que me casara con él. Solo... -Negó e hizo señas por la habitación-. Estoy cansada de pretender ser esto.
-Sophie, no deberías tener que fingir para nadie.
-¿Recuerdas que te dije sobre que tomé ballet cuando era niña?
Asentí, y bajó la mirada hacia sus manos.
-Me encantaban. Sentía que la música fluía a través de mi cuerpo. Podía perderme en ella. Practicaba todo el tiempo. Pero cuando tenía unos doce años, cuando mi cuerpo empezó a desarrollarse, mi madre me sacó. -Frunció el ceño ante el desagradable recuerdo-. Estaba claro que no iba a tener el cuerpo de una
bailarina. Dijo que parecía tonta. Rechoncha y desesperada. Sobre todo en comparación con las otras chicas.
-¿Qué mierda? -gruñí-. Es la cosa más insultante que tu mamá podría
decir. Jesús, tu cuerpo es sexy como el infierno.
Sophie soltó una risa cáustica y negó con incredulidad.
-Como sea.
-He visto un montón de senos y traseros, Sophie -dije serio-. Soy una especie de experto en el campo, realmente. Pero, sinceramente, te... te he visto en acción, de diferentes maneras. Hay algo verdaderamente mágico en la forma en que te mueves. Nunca podrías parecer tonta.
Sus ojos brillaron hasta los míos, calientes y sobresaltados. Parecía estar buscando algo en mi expresión. No estaba seguro de si lo encontró, pero confesó en voz baja:
-No sabes la mitad de ello, sin embargo.
-Está bien -le pregunté con cautela-. ¿Qué más has hecho?
-Bueno, en realidad nada. Todavía no. Es solamente... todas las cosas que
quiero hacer.
-¿Cómo qué, Soph? -le pregunté en voz baja. Un débil temblor sonó en su aliento cuando me miró por un momento antes de responder.
-Quiero fumar hierba.
No era lo que estaba esperando.
-¿Qué? -Me reí. Frunció el ceño.
-En serio. Quiero fumar hierba. Marihuana.
-Sé lo que es la marihuana. Pero tú...
-Nunca lo he hecho. Siempre envidié a los chicos que fumaban marihuana en la escuela. Recuerdo viéndolos hablar de ello en los pasillos y reírse de lo mucho que se divirtieron. ¿Alguna vez lo hiciste?
Me reí.
-Cariño, mis mejores amigos están en una banda. Sí, lo he hecho. No regularmente, pero de vez en cuando. -Incliné mi cabeza para darle una mirada de soslayo-. Sabes, sin embargo, la mayoría de la gente pasa por este asunto completo de la rebelión a una edad mucho más joven.
-Lo sé. -Sophie negó con un poco de consternación por su tardío
florecimiento-. Tengo veintitrés años y nunca hice nada mal. Nunca. Siempre sigo las reglas. Siempre hago lo que me dicen. No tengo un cabello fuera de lugar o una arruga en mi ropa. -Me miró con una sonrisa irónica-. Estaba bien en mi
camino de convertirme en la perfecta esposa sumisa.
Eso me hizo reír, Sophie sonrió antes de mirarme de manera constante y
continuar en voz baja, decidida:
-Quiero hacer todas esas cosas que los chicos geniales hicieron. Todas las cosas de las que estaba demasiado asustada para hacer. -Se inclinó hacia mí, buscando mis ojos-. Quiero ponerme muy, muy borracha. Quiero drogarme. -Su voz se convirtió en el más leve de los susurros-. Quiero besar a una chica.
Santa mierda.
-Quiero montar una motocicleta. Sin casco.
Ese hecho me hacía querer reír, pero parecía tan solemne y seria, así que lo contuve, conformándome con una sonrisa.
-La otra noche, en el Copperline... fue increíble. Quiero hacerlo de nuevo, bailar toda la noche e ir a desayunar a las tres de la mañana; ir a la cama cuando salga el sol. Quiero... -hizo una pausa por un minuto y, después, susurró-: Quiero hacerlo en público.
-¿Hacerlo en público? -Me atraganté. De ninguna manera. Seguro no quiere decir lo que estaba pensando.
-Sí, como los Simslo hacen en un vestidor o algo así.
Santa mierda, quiso decir totalmente lo que estaba pensando. Pero Sophie no había terminado.
-Quiero hacer un trío.
Mi mandíbula cayó. Nunca había estado más sorprendido en toda mi vida. Esta pequeña, formal y correcta cosita, esta imagen de clase y refinamiento, quería un... ¿un trío? Mi cerebro se quedó completamente en blanco por un minuto. La idea de ver a alguien más tocándola mientras yo la tocaba, para adorar su satinada
piel a mi lado y saborearla y... Oh mierda.
-Harry -susurró con voz temblorosa-. Di algo.
Mi voz sonó estrangulada cuando finalmente conseguí soltar unas palabras.
-¿Cómo con dos tipos, o un tipo y otra chica? -No era muy elocuente, pero fue todo lo que pude escupir en el momento. Sophie frunció los labios con nerviosismo.
-Bueno, quiero besar a una chica. Pero creo que, para un trío... quiero a dos hombres.
Lo de la moto me sorprendió. El besar a una chica me derribó. Hacerlo en
público me desconcertó. Pero el maldito trío me destrozó.
-Y quiero hacerme un tatuaje -continuó. Esta vez, no pude detener la risa ronca que escapó de mi cuerpo.
-Um -murmuré en voz baja, absolutamente asombrado por sus profundos y oscuros deseos-. ¿En ese orden?
Exhaló una risa vacilante.
-Te ves un poco sorprendido.
Me limité a asentir. Mi cabeza daba vueltas con un maldito millón de diferentes escenarios, todos incluyendo a Sophie; la mayoría incluyéndola desnuda, algunos con ella gritando mi nombre. Mientras me observaba cuidadosamente, midiendo mi respuesta, por fin logré un pensamiento a medio camino consciente en mi asombrado cerebro.
-Um, sabes... Podría ayudar con algo de eso.
Con mis palabras, su respiración comenzó a salir un poco más rápido, un poco más duro. Con cada inhalación, sus hermosos pechos se levantaron para presionarse contra la dulce curva redondeada de su escote.
-Obviamente -dije-, hay algunas cosas que no puedo hacer. No soy artista de tatuajes, pero Drew tiene su tienda donde te perforaste la nariz. Y Denny generalmente tiene algo de hierba por ahí. Dice que le ayuda a su creatividad cuando está escribiendo música. -Le di una sonrisa de soslayo-. Eso sí, podrías terminar en una canción.
Sophie sonrió y soltó una risa entrecortada.
-Estaré feliz de llevarte a Copperline en cualquier momento que desees. Y
podremos tomar el desayuno de nuevo en Perkins después. Y, um, andarás en bastantes fiestas de los Mofos conmigo; creo que podríamos conseguir que beses a una chica. -Incapaz de resistir el tirón de sus suaves labios, pasé mi pulgar a
través del hermoso arco de su boca-. Solo, um... asegúrate de que esté allí para verlo. -Ahogó una risa medio mortificada, pero sus ojos se iluminaron con un calor intenso-. Realmente, Soph. -Casi gemí-. Odiaría perderme eso.
Sus ojos bajaron durante un segundo, solamente un pequeño segundo, donde tuve miedo que fuera a ponerse nuevamente la máscara. Que este repentino ataque de confesión era una cosa que no duraría y que desaparecería en su fachada recatada.
-Podemos empezar por ahí y trabajar en, um... -Mi garganta de repente se sintió apretada y me atraganté mientras mi voz se desvanecía. Sophie ladeó la
cabeza un poco, animándome en silencio a continuar-. Trabajar en un... trío.
Su comportamiento cambio totalmente, hubo un calor repentino en sus ojos que se mezcló con el reto en mi voz. Una vibrante electricidad parecía flotar en el aire que nos rodeaba y algo se estremeció en mi torrente sanguíneo, quemando a través de mis venas.
-Está bien -susurró, con el rostro enrojecido y su lengua lanzándose hacia fuera para mojar sus suaves labios-. Me gustaría mucho.
Oh, Jesús Cristo.
