Capítulo 8
Me desperté con el sonido de un gemido triste a mi lado. Sophie estaba acostada con la mano sobre los ojos, en angustia pura y sin apenas moverse, excepto por el ligero temblor de sus dedos apretados contra sus sienes. Me moví un poco y bajó la mano para mirar por encima de mí. Frunciendo el ceño y, obviamente, no sintiéndose ni de cerca en su mejor momento, seguía
siendo preciosa. Su cabello rizado en ondas gruesas se desplomaba alrededor de sus hombros. Todavía había una tenue oscuridad de maquillaje alrededor de los ojos que no había retirado totalmente anoche y hacía que el cristalino turquesa de sus ojos se destacara contra su pálida piel. No estaba seguro de si habría alguna vez un momento en que no la deseara. Podría haberla tomado en ese momento si hubiera estado dispuesta. Dicho eso, claramente no lo estaba. Bajó los ojos y se acercó más a mí, apoyando su cabeza contra mi pecho.
-Me siento muy mal -susurró.
-No me sorprende -le respondí en voz baja-. Creo que vomitaste todo el
bar al lado de la carretera anoche.
-Oh, Dios -gimió-. Lo siento mucho. Tenía miedo de vomitar en el auto.
-No habría sido la primera vez que alguien vomita en mi auto. Infiernos, he vomitado en él.
Sentí su sonrisa sombría y comencé a acariciar los enredos en su cabello con mis dedos. Yació en silencio durante mucho tiempo, tanto tiempo que casi pensé que tal vez se había vuelto a dormir. Pero luego volvió a hablar, tímida y cautelosa.
-¿Por qué me deseas? -preguntó.
Mi mano inadvertidamente se tensó y apretó un poco más duro en el nudo en su cabello, pero no se movió ni gritó. Estaba tan concentrada en lo que iba a decir que no estoy seguro que ni siquiera notara el tirón. Podía sentir que era un terreno peligroso. Me acordé de la conversación de anoche, probablemente mejor que ella. Pensé por un momento, saboreando mis palabras antes de permitir que llenaran la oscuridad.
-Quería ver cómo eras por dentro -comencé a hablar finalmente. No dijo
nada, pero sentí el movimiento de sus pestañas contra mi pecho mientras
hablaba-. No estoy ciego. Podía ver cuán perfectamente hermosa eras, pero parecía como si hubiera más de ti. Tus ojos se veían tan... sombríos. Anhelantes. Solitarios.
-Esa boda -comenzó Sophie-. Supongo que es donde me comprometí. No es que se me propusieran entonces, pero mi madre acababa de comenzar a hablar de cuánto mejor sería mi boda con Richard. Más grande. Más cara. Mi padre y Richard se unieron, como si todos lo hubieran hablado antes. -Con un suspiro triste, continuó-: No fue oficial por alrededor de un año, sin embargo. Tuvimos que ir buscar el diamante perfecto, después al mejor joyero para fijar la piedra. Pero finalmente tuve una enorme roca en mi mano. Se sentía como un grillete.
-Podrías haber dicho que no cuando finalmente te lo pidió. Negó.
-¿Y qué? Mis padres me criaron para ser una esposa de sociedad. Para ser
vista, lucir bonita y para sonreí, mientras mi marido le da a alguien un gran cheque. -Se encogió de hombros, un gesto compungido que transmitió su impotencia-. Además, me lo preguntó en medio de la lujosa fiesta de aniversario de mis padres
frente a trescientos de sus amigos más cercanos. Mi mamá me entrenó en cómo responder. Fue toda una actuación, la verdad. Debiste haberla visto.
-Sí, no lamento habérmela perdido -dije con un toque sombrío. Me moví
un poco para mirarla, pero mantuvo su enfoque en mi pecho, sin dejarme entrar. No permitiéndome ver lo que estaba en su cabeza-. Te vi de nuevo un par de semanas más tarde. Estabas en un restaurante sentada con tus padres, con otra pareja de más edad y con ese idiota.
Todavía no me miró, pero sonrió un poco con eso. Los pocos botones
superiores de la gran camisa de franela que llevaba se abrieron, así que pasé mi dedo a lo largo del borde de su oreja, por su cuello y a lo largo de su clavícula hacia la piel desnuda de su hombro que se asomaba por la tela escocesa suave.
-Esa otra pareja eran probablemente los padres del idiota -dijo-. Parece
como si estuvieran siempre alrededor.
-No me pareció que estuvieras teniendo un muy buen momento.
-Probablemente no lo hacía. Estaba siempre bajo un microscopio.Siempre me decían lo importante que era ser perfecta, para que Richard y sus padres pensaran que era digna. -Finalmente me miró-. Era tan importante para mi padre, y por lo tanto para mi madre, que nosotros dos termináramos juntos. La fusión de Inversiones Buchanan con Empresas Banner. Una forma de crear una gran
empresa sin todas las complicaciones de la compra, el pago de honorarios y de jugar con los accionistas y todas esas cosas. -Miró a un lado-. Después de todo, era la única heredera de mi padre. Richard es igual para su padre.
-Tu padre podría haber simplemente adaptado tu educación para manejar el negocio -dije, confundido por el todo escenario-. ¿Por qué simplemente no planeó dejártelo?
-Porque soy una chica bonita. Lo he escuchado toda mi vida. Mi padre es
todo sobre recoger el mejor atributo de alguien y ampliarlo. Ser bonita era el mío. -Frunció el ceño-. Y las niñas bonitas de sociedad no tienen cabeza para los negocios. No está de moda.
-Sin embargo, te envió a la escuela en París.
-Sí. -Se encogió de hombros-. Estudié arte. Vino. Moda. Cultura europea. Todas las cosas que una buena mujercita rica debe saber. Pero nada realmente útil.
-Eso es... arcaicamente machista -murmuré y volvió la mirada hacia la mía.
-Ese es mi padre. Yo era una mercancía. Todavía lo soy, supongo.
-No tienes que serlo -dije con vacilación después de un momento-. No tienes que hacer lo que esperan que hagas.
-No sé para qué más soy buena -respondió con el ceño fruncido y
compungido-. En realidad estoy aterrorizada de trabajar para Lily.
-¿Por qué?
-¿Y si no puedo hacerlo? -Sus cejas bajaron con consternación-. ¿Qué
pasa si soy muy mala en hacer citas o estropeo su chequera? Ni siquiera he tenido mi propia chequera. Nunca la necesité. Solo gastaba y el dinero siempre estaba ahí.
-Sophie -dije, levantando su rostro para que mirara hacia mí-. Eres mucho más que un rostro bonito.
Con eso, sus ojos se llenaron de lágrimas y su labio tembló.
-No sé lo que soy -susurró con tristeza-. Esto es todo lo que siempre seré.
-Esto es lo único que tal vez se esperaba de ti, pero no es todo lo que eres.
-¿Cómo lo sabes? -preguntó con un escepticismo desgarrador-. No me
conoces tan bien.
-Lo sé porque he visto la luz en tus ojos cuando te dejas llevar. Te he visto
llegar a algo, a una vida plena que no es solo por la que pasas. He visto tu bondad, tu ingenio y tu valiente sentido del humor. -La besé suavemente, mis labios apenas tocando los suyos. Mientras movía mi cabeza hasta solo un toque, vi su
mirada y la sostuve, serio y constante-. Tengo la sensación que has sido más real conmigo de lo que alguna vez has sido con nadie. ¿Me equivoco?
Sus ojos mostraban un poco de miedo, un brillo tenue de auto conservación. Pero, al final, negó lentamente.
-No, no estás equivocado. -Parecía que iba a seguir, pero en cambio cerró la boca y me miró por un momento, luego se volvió hacia mí. Su voz fue el más elemental de los susurros-. Tú me haces sentir... libre.
-Lo eres. Sophie. Puedes hacer cualquier cosa. Solo tienes que averiguar lo que quieres.
-Mi padre tiene otras ideas, con él es todo o nada. Si voy en su contra, contra lo que quiere... no sé cómo hacerlo.
Al final, a pesar que no lo dijo a quemarropa, no sabía cómo vivir sin él. Dinero. Toda su vida fue un lujo. Su apartamento y todo su contenido eran de mucho dinero, pagado por su papá. Su auto. Su ropa y todo su ser. Y, por mucho que me hubiera gustado decirle que todo estaría bien, nunca había tenido eso; joder, estoy seguro que no entendía ese sentimiento. Había tenido momentos en los que era cuestionable si podía llegar al alquiler. Mi mamá había escatimado y ahorrado, pero siempre se preocupó por alimentar a sus hijos. Acerca de cómo llegar al fin de mes cuando había muchos días en el mes para el poco dinero. Solo nos teníamos el uno al otro. Y a mi abuelo. Y estuvimos apretados hasta el final. Nos teníamos unos a otros, sin embargo. Había una seguridad en eso, una red de seguridad mental. Pero ese tipo de seguridad era un concepto totalmente
ajeno para Sophie. Todo lo contrario de lo que conocía. Y no podía ofrecerle nada como su vida, incluso si confiaba en que la ayudaría. Las posibilidades eran muy escasas que lo hiciera. Soy un hombre mujeriego. Mi historial con las mujeres era deplorable. Nunca había tenido, ni siquiera querido, más que una emoción barata.
No hasta ella.
No hasta Sophie.
Capítulo 9
![](https://img.wattpad.com/cover/169505811-288-k968290.jpg)