-Ya es hora que le digas a tu madre, amor.

-Jaebum, aun no siento que sea buena idea. Primero quiero hacer esto y luego se lo diré con más seguridad.

- Pues no te ves muy bien que digamos. No sé por cuánto tiempo piensas ocultar las nauseas y tu dificultad para comer.

Habían pasado casi dos semanas desde que la noticia del bebé llego. Jaebum había asimilado su paternidad mucho más rápido de lo que él mismo pensó, de un momento para otro paso de verse disfrutando sus vacaciones a buscar un trabajo de medio tiempo que le ocupara las horas suficientes como para pasar tiempo con Jinyoung y también ocuparse de sus estudios.

Su idea era simple, este era el último año de preparatoria de su novio y aunque la idea era que fuera a estudiar a una universidad de la zona para el año siguiente, Jinyoung había tomado la decisión de que aguantaría un año sin entrar con tal de pasar el embarazo tranquilo; de esa manera también podría dedicarse un pequeño periodo al bebé.

Tanto Jaebum como Jinyoung sabían que había una mínima posibilidad que sus madres les dieran la espalda. Ambas daban casualidad de ser mujeres solteras que habían criado a hijos irresponsables bajo sus propias historias.

La madre de Jaebum era viuda, su esposo había fallecido en un accidente aéreo. Trágico, 66 muertos y ningún sobreviviente. Al principio fue duro, una mujer abogada con un hijo pequeño de tres años y una gran herencia de su marido. Hubo muchas cosas que la mama de Jaebum tuvo que hacer para asegurar su futuro. Una de ellas fue invertir la mitad de la herencia en un condominio, en un gran edificio lleno de departamentos que luego alquilo para recibir una inversión cada mes, y con la otra mitad la aseguro en una cuenta personal para los futuros estudios de su hijo; dinero del cual Jaebum ya podía poseer permiso de usar si quisiera.

Que su padre también fuera un abogado importante ayudo mucho a la vida de Jaebum. Tal vez no vivían en lujos y su casa no dejaba de ser tan humilde como las demás, pero nunca vivió el estrés de las cuentas sin pagar a fin de mes o la falta de útiles al ir a la escuela. Todo lo que necesito lo tuvo, en lo justo y necesario, ya que su madre siempre decía que era mejor vivir en humildad que creerse la gran cosa.

Muy diferente fue su vida a comparación de Jinyoung.

El pequeño Park llego al vecindario cuando tenía cinco años. Su madre había huido de Busan con él para hacer una nueva vida lejos del hombre que la maltrataba constantemente todas las noches.

En las noches aun Jinyoung recordaba como los gritos de su mamá pidiendo que pare eran cada vez más fuertes en la oscuridad y como él siendo tan pequeño se escondía bajo sus sabanas para evitar que su padre al entrar lo viera despierto; cosa que nunca paso, pero eso no dejaba de ser un hábito desde que tenía conciencia.

Vivian con miedo hasta que una mañana su madre lo levanto y lo obligo a empacar todas sus cosas en su pequeña valija. Ella también había guardado sus cosas unos minutos antes y al estar listos, abrigados, salieron sin hacer ruido de la casa del terror; como lo llamaba Jinyoung. Ambos rumbo a la comisaría donde presentaron denuncias y bajo un programa de protección a víctimas de violencia los enviaron hasta Seoul para reincidirse.

El cambio nunca fue fácil. Una nueva guardería, un nuevo hogar y nuevo vecindario. Jinyoung siempre pensó que su vida hubiera sido mucho más difícil de no haber visto como su vecino baja del auto de su madre y se detenía a medio camino de su casa para verlo comer.

Recordaba la primera vez que vio a Jaebum como si fuera ayer. Un pequeño no mucho más alto que él, flaco, de cabello negro, ojos marrones oscuros y una sonrisa radiantes que cautivo su corazón la primera.

CACHORRO; BNIORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora