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El coche de Lance desapareció entre la niebla debido a las horas de la noche y la temperatura.
Keith se quejó en voz baja. ¿Ahora como volvía a casa? ¿Y el calentón que había llevado una hora entera en el cuerpo, quien se lo quitaba? ¿Una triste paja? No de broma...
Sacó su móvil de su bolsillo y tecleó el número de Shiro.

-¿Si?... - la voz de Shiro sonaba despierta.

-Shiro ¿donde estás?

-¿Yo? En mi casa. -murmuró.

-Recógeme, hace frío y estoy tirado.

-¡¿Que ha pasado?! - la voz de Shiro ahora era de preocupación.

-Nada. Tu ven. Estoy bien. -pronunciar esas palabras le costó.

-Estoy allí en 10 minutos. Mándame la ubicación.

-Voy. -le colgó y le obedeció. Le mandó la ubicación y se sentó en el bordillo de la acera.
Suspiró y miró el suelo. ¿Ese arrebato de ira de Lance a que venía a cuento? ¿Es que era gilipollas? Keith no entendía nada. Ni veía lógica al problema no veía solución no veía nada.
¿Para que le lanza el cubata? Ahora Keith olía a cola y limón. Además estaba pegajoso. Que ganas de ducharse dios mío.
El sonido del motor de un coche inundó sus oidos como lo había hecho la música anteriormente.
Se levantó de la acera y entró en la parte de atrás.

-¿Qué te ha pasado? Hueles a...

-A cubata, si.

-¿Has venido sólo a liarte a hostias?

-No. No me han tocado un pelo. -murmuró. Pero podrían haberlo hecho, pensó.

-¿Pero has venido sólo hasta aquí? -Keith negó.

-No. Déjalo. Es una larga historia. Llévame a casa. -Keith se quitó la camiseta allí atrás. Los ojos se Shiro perfilaron el cuerpo joven de Keith. Esos tatuajes y esa piel de porcelana que ya había degustado antes era un capricho, un pecado. Era como un fetiche, y a la vez era una mierda, por qué se sentía mal después.

Llegaron a casa de Keith. Shiro le tiró su chaqueta a los asientos donde estaba.

-Métete en el garaje.

-¿Para que?

-Hazlo. -murmuró el coreano más joven, con los brazos cruzados.
Shiro obedeció y se metió en el mencionado.
Aparcó en una de las plazas libres y se giró hacía Keith.
-Ven.

-Keith yo no...

-Que vengas. -murmuró molesto. Shiro rodó sus ojos y se desbrochó el cinturón. Salió del coche y se metió en los asientos de atrás. Se sentó. No le dió tiempo a mirarle: Keith se lanzó contra su boca. Shiro audio frenarle con las manos, pero es que Keith las condujo a su trasero. Le obligó a que lo sosteniera, y seguidamente introdujo su lengua en su boca. Keith comenzó a mover sus caderas contra las de Shiro, comenzó a sentir su entrepierna, su piel, su ropa, su olor.
Era Lance. Es Lance. Es Lance. Es Lance. Es...
Se separó para coger aire y ahí Shiro aprovechó para traerle al mundo.

-Keith... -el coreano gruñó y golpeó el cabezal del asiento. - Eh Keith... -el coreano más joven agachó su cabeza. -Estas pegajoso, un poco bebido y... raro. Deberías subir a casa.

-Necesito un polvo. -murmuró en voz baja.

-Keith... -le acarició y le peinó el cabello que caía por su cara. -Sabes que me encantaría... pero también sabes que no es lo que quieres. -el coreano más joven desvío su mirada.

-Me voy a mi casa. -murmuró aún más enfadado. Shiro le observó apenado. No sabía que había pasado, pero podría imaginar una pequeña parte. Sabía que Keith no había conseguido lo que quería.
Keith desapareció en el ascensor, con su camiseta y su piel desnuda. A Shiro se le hizo agua la boca al ver esa cara enfadada y esa piel blanquecina. Pero despertó de esa fantasía al saber que no debía ser así.
Shiro salió del garaje y volvió a su casa.
Keith subió a su casa y se metió en la ducha. Entre gruñidos y enfados, se quitó toda la ropa.
Se metió en la ducha y no tuvo más remedio que hacerse una allí mismo. Era eso o morir por no echar un polvo y ser satisfecho.
Nada más salir sacó su móvil y llamó a Lance.
No lo cogía.
Se asustó y llamó de nuevo. Tres señales y a la 4ta le colgó. El coreano gruñó.

-Gilipollas... -murmuró.
Se echó en la cama y deseó no haber salido aquella noche. Desperdició de dinero y de tiempo.

No había cambiado las sábanas.
Olían al sudor, a la piel y a la respiración de Lance.

Bad Reputation  // Klance AU!Tattoo Artist  [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora