5• ángel de la guarda

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–Entonces, ¿me estás diciendo que esas tres llevan así desde que te conocen?– preguntó Shawn sorprendido y horrorizado.
–Sí– respondió secamente Kyoka.
–Wow, deberías haber dicho algo, no deberías haberte solo callado.
–¿En qué me ayudaría eso? Solo atacarían más fuerte.

Shawn suspiró derrotado, a pesar de conocerla solo de hace una semana, ya sabía que era imposible razonar con Kyoka. Y no la culpaba, a pesar de no saber mucho de ella, sabía que no lo había pasado bien en ningún momento, y aunque no conocía casi nada de su pasado, podía ver qué había más aparte de eso.

–De todas formas, no te preocupes, he hablado con el director y las han expulsado a todas un mes, y dice que las tendrá vigiladas– explicó el.
–¡¿QUE HAS HECHO QUÉ?!– gritó ella en pánico– ¡ME VAN A MATAR CUANDO VUELVAN DEL CASTIGO Y TAMBIÉN A TÍ!
–Oye, relájate, no nos va a pasar nada. Entiendo que te pongas así, pero tienes que entender que no todo en la vida es como te han enseñado o cómo lo has visto. Piensa en esto como una moneda, cara es que nos hagan algo y cruz es que no– trató de explicar el.
–Normalmente suele salirme cara– se quejó Kyoka.
–Peeero, ¿y si la moneda estuviera trucada? ¿y si la manejamos para que solo pueda salir cruz? Me refiero, podemos defendernos mutuamente para que no nos hagan daño– se defendió Shawn.

Una pequeña sonrisa se formó en la boca de Kyoka, debía admitir que solo pensar en derrotar a Ámber, Heather y Lea se sentía eufórica. No era capaz de imaginarse cómo se sentiría si de verdad pasara. La verdad, no estaría mal despreocuparse de lo que pueda pasar por un momento.

–Te haré caso y lo dejaré pasar, ¡pero no olvides que no me gusta!–reprochó Kyoka.
–Sí, sí, lo que tú digas- respondió Shawn riéndose.

Ambos jóvenes ya habían salido del colegio, y llegaba el momento en el que debían separar sus caminos para irse a sus respectivas casas. Se despidieron, quedando en verse al día siguiente, y acto seguido se separaron.

Shawn caminaba tranquilamente hacia su casa, sumido en sus pensamientos, pero Kyoka caminaba insegura y con miedo, ya que la calle por la que debía pasar para llegar a su casa era una de las peores de todo el barrio, todas las personas más problemáticas y pobres vivían allí, ya que los pisos eran más baratos de el resto. Ya habían intentado robarla más de una vez, y siempre que pasaba por allí va con precaución. Y ella no vive allí, pero era el camino más rápido para llegar a su casa.

Rato después de haber estado caminando, Shawn tuvo un mal presentimiento, ya que se estaba comenzando a preocupar por Kyoka. Él sabe dónde vive ella, y cuál es el camino que coge para ir a su casa. No le hacía gracia que la pasara algo, y aunque el sabía que no debería, que Kyoka es fuerte aunque ella no lo crea, dió media vuelta para ver si la alcanzaba y la acompañaba a su casa.

Escuchó pasos cerca suya, y sintió miedo. «No otra vez, por favor» pensó Kyoka caminando más rápido. En unos instantes unos hombres salieron delante de ella, con caras amenazantes y llenos de armas.

–Pero bueno, ¿qué tenemos aquí?– dijo uno de ellos con una mueca burlesca. Era alto y musculoso, con una barba muy larga y poco cuidada
–Alejaos de mi– replicó Kyoka en un susurro apenas audible.
–¿Qué dice?– dijo otro, que estaba tatuado por todas partes.
–Creo que quiere que nos marchemos– le respondió el tercero comenzando a reírse.

Los tres comenzaron a reírse a carcajadas para luego ir acercándose lentamente a Kyoka, claramente con malas intenciones. El de la barba larga la atrapó entre sus brazos, y los otros dos comenzaron a desvestirla a la fuerza. Kyoka apenas podía procesar lo que estaba pasando, era demasiado y sentía que iba a enloquecer en cualquier momento. Simplemente gritó por ayuda, algo que la sorprendió a ella misma, ya que normalmente hubiera dejado que simplemente pasara, para no llamar la atención.

Un grito agudo. Es lo único que Shawn tuvo que escuchar para aumentar la velocidad. Al llegar a mitad de la calle, en un callejón oscuro, se encontró con algo traumante para él, estaban intentando violar a Kyoka. Eran tres hombres grandes, y estaba claro que no podría derrotarlos, que solo empeoraría las cosas, tenía que pensar rápido. Vio unas vigas de hierro suelta encima de ellos, debía intentar llegar allí y soltarla para salvarla. Trepó por los andamios y llegó arriba, y con mucha fuerza soltó una viga y cayó en la cabeza de uno de ellos.

–Ahrg, ¿qué demonios?– se quejó dolido.

Otra más.

–¡¿Pero qué coño está pasando?!– exclamó el de los tatuajes.

Y otra.

–¡Joder, creo que este sitio está embrujado, vámonos!– ordenó este, pera luego dejar a la chica e irse corriendo.

«Menudos cobardes», pensó Shawn con burla. Miró a Kyoka desde arriba, viéndola al borde del colapso. Su corazón se rompió al verla tan triste, y decidió bajar rápido antes de que algo malo pasara. Observó que estaba temblando de frío, solo con el sujetador y sus pantalones, con la mirada baja, aún procesando lo sucedido.

–¡Kyoka!, ¿Estás bien?– preguntó Shawn preocupado terminando de bajar del andamio.
–¿S-Shawn?– preguntó ella mirándole de refilón, con un hilo de voz roto.

Él se acercó a ella corriendo, quitándose la chaqueta y cubriéndola a ella con esta. La miró preocupado, viendo sus ojos negros cristalizados, amenazando con soltar lágrimas, y varios moratones y heridas en el cuerpo, y algunos no parecían ser recientes, lo cuál le hizo preocuparse más.

–No puedo más– fue lo único que Kyoka dijo, para luego ponerse a llorar desconsoladamente.

Shawn la abrazó, la abrazó como si se fuera a escapar de sus brazos en cualquier momento. La abrazó con fuerza y delicadeza, un abrazo que transmitía un "estoy aquí" que Kyoka agradecía, mientras lloraba en el hombro de su amigo, el cual parecía también muy afectado por lo que había pasado.

–Te voy a llevar a mi casa, y vamos a buscar otra ruta para que vayas a tu casa– dijo Shawn derrotado, cogiendo a Kyoka en brazos para luego irse de allí.

Kyoka se aferró con fuerza a él y enterró su cara en su cuello, aún llorando. No podía creer que alguien como Shawn hubiera querido juntarse con ella, sí que había tenido suerte.

Shawn realmente era su ángel de la guarda.

Sin final felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora