Hammam.

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-¡Levántense todas es momento de empezar a trabajar!- la voz de la kiaya mayor: Morayma le taladraba los oídos, la luz de la mañana le picaba los ojos y las plumas de su almohada tenían su nariz enrojecida.

-No me encuentro bien, necesito descansar un poco- replicó la esclava cubriéndose con una de las mantas, otra de las kiayas levantó su colchón y la tiró al suelo en medio de las risas de las otras muchachas.

-Necesitas trabajar que es otra cosa, deja de ser una holgazana, te morirás de hambre si no pones de tu parte-.

-Te aseguro que morir suena más emocionante que servir de asistente de costura- soltó con sarcasmo y acomodándose en el suelo. Las odiaba a todas, y no entendía como hallaban gusto en esa vida tan desdichada de esperar lujos en manos de un maldito sultán o príncipe o lo que fuera, que tomaba su inocencia. "Son prostitutas solamente que con otro nombre". Pensaba. La kiaya que la despertaba portaba el nombre de Aisha: lánguida, de tez casi oliva ojos claros que sorprendían a quienes los veían y que escondían miles de secretos; con una una voz grave, profunda como el bósforo que no correspondía a una criatura tan frágil, era estricta y exigía la perfección a cada una de las siervas puesto que conocía los requerimientos de los miembros de la dinastía. Trabajó durante siete años con la valide hatun pero fue desplazada para mantener el orden en Trabzon: la provincia del şehzade Selim, que sin duda había obtenido el dominio de la famosa ruta de la seda el punto comercial de textiles más apetecido del mar negro, con Persia y el Cáucaso abrazando sus límites...Una posición privilegiada, para un príncipe privilegiado que vestía a las mujeres de su harén mejor de lo que lo harían las consortes imperiales del viejo palacio en Estambul desde las más bajas y poco agraciadas, hasta aquellas cuya belleza no palidecía ante la de los astros del cielo.

-Sé que no quieres trabajar con la señorita Halime y te compadezco porque es una bruja- "Es una buena competencia para tí Aisha son igual de avinagradas las dos" se dijo a si misma conteniendo una carcajada.-Pero no puedes escapar de tus obligaciones aquí y la tienes que obedecer quieras o no, sino lo haces créeme que te delegarán a limpiar pisos y a lavar las porquerías del palacio. Muchas de las esclavas quisieran tu lugar así que levántate, no tenemos mucho tiempo, la valide hatun vendrá de Kefe y probablemente llegue hoy, quiere ver los bordados que te ordenó-

Altiva y con la mirada por encima de lo que tenía permitido tomó su almohada del suelo de mármol blanco e inmaculado, rozó una de las paredes la textura le recorría la palma mientras se levantaba, despreció la oferta cortés de Aisha y una vez pasado el sitio del dormitorio se detuvo para declarar:

-Conozco mis obligaciones perfectamente, no es necesario que me las recuerde cada segundo, quiero morir sí, pero llegar a la posición con la que me amenazas no es parte de mis planes en lo absoluto, tampoco soy una estúpida... Creo que debería aprender a reconocer declaraciones burlescas. Le deseo que el trabajo le resulte productivo el día de hoy-

Buscó una toalla con las demás esclavas que quedaban y sin decir una palabra fue al hammam.

Después de un tiempo aquél baño no se le hacía lo que los médicos de su pueblo predicaban por cada confín y comprobó la mentira que se ocultaba detrás del mito de que una capa de suciedad protegía el cuerpo humano de enfermedades, que dejaba su útero infértil, que su sangrado mensual se detendría, que era algo de bárbaros o de lujuriosos o de saciados por el pecado..."Pobres ignorantes". Lo único que le agradaba de los otomanos era la magia que se escondía en la neblina del hammam y las esencias de tantos aromas exquisitos en su cabello y en su piel, un paraíso que aguardaba como recompensa por soportar a Halime aunque eso no la exonerava de otras cosas, por ejemplo de las gedihli que se encargaban de depilar su cuerpo y quitar hasta el más mínimo vello; lo ejecutaban tan rápido sin conocer una pizca de "compasión" que la aterró cuando ingresó al harén.

Ayse HafsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora