El icor de la sublime puerta.

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Los rumores de la muerte del príncipe Mehmed, se sintieron incluso en Trabzon. Gülbahar no ocultó su alegría vistiendo de amarillo y con una gran capa de piel de zorro, repartió dulces y no paró las celebraciones habituales del palacio que se llenó del ambiente festivo de la música y la danza, el aroma del pato asado y del aloe que era quemado en las chimeneas embobaban a todos. Ferahşa hatun esa despreciable sabandija que sólo estaba en medio de ella y de su enemiga principal Bülbül hatun, por fin estaba acabada, una piedra menos en su zapato pensaba.

Lía ahora llamada Hafsa se dedicaba a la calma de la dulce espera, no iba a permitirse salir de la cama hasta que el niño se pegara bien a su matriz y no tuviera riesgo de aborto, ella sabía de sobra los supuestos remedios y las comidas no beneficiosas para el embarazo así como los hábitos que propiciaban una pérdida, su propia madre fue el ejemplo, ella tuvo 7 hijos de los cuales 3 llegaron a edad adulta y sumando a ello 4 abortos.

Recostada entre cojines de terciopelo y con un libro de poemas en las manos."Hafsa" pensó con una sonrisa surcando sus labios, aún no se acostumbraba al nombre, tal vez luego de que naciera su niño sería una Kadin después de todo era el primer hijo del príncipe Selim o al menos el primero que nacería aquél año.

-¿Cómo estás tan segura de que tendrás un varón?- le preguntó Mükrime a su lado comiendo algunas uvas, tal vez no había sido lo que esperaba pero se encontraba agradecida con Hafsa por hacerla su criada, la había salvado de Aisha y Morayma a las que ya no soportaba.

-Mi corazón me lo dice, tengo fé en Dios, él me ha dado una nueva oportunidad en un lugar como este, me sacó de una vida miserable dónde solamente era los despojos de una familia que vendió a su hija como criada a un palacio- no extrañaba su pasado, ni a su familia, puesto que nunca fueron buenos, dos hermanos varones por sobre ella la relegaron por años y un padre que nunca le permitió aprender nada por considerar que el aprendizaje en las mujeres era sucio e indigno, que se limitara a la labor doméstica, a casarse y parir.

-Bueno, tienes razón en eso, el bebé te ha abierto muchas puertas, pero tampoco es malo hacer un plan de contingencia, el destino es incierto y uno no puede cuestionar los designios de Dios, ¿si te da una niña qué vas a hacer?, ¿qué vamos a hacer?, la norma del palacio es un hijo por concubina a menos de que el príncipe piense lo contrario, no creas que andamos en piso seguro porque probablemente ocultamos el punto endeble en el que estamos- por un momento las uvas le supieron amargo, no era alguna predicción o una suposición, Mükrime era realista hace 3 meses una concubina había perecido en extrañas circunstancias, ella no había salido de sus aposentos en 5 meses afirmando un estado de indisposición por enfermedad que no la hacía digna de las visitas nocturnas de Selim, pero el día en que salió, uno bien conocido por todos por el calor que imperaba y que ni los sorbetes de agua de rosas podían aplacar, se observó la desgracia en carne viva.

Una esclava del servicio de limpieza del palacio se disponía a lavar la ropa, iba con su canasto conteniendo la carga en la cabeza, entre el suave movimiento del agua de la fuente principal que daba paso al jardín vislumbró algo extraño, pensó que era el cansancio que le hacía ver cosas fuera de lugar o el calor infernal que le tenía la camisa empapada en sudor, así que se acercó para comprobarlo por sí misma, a primera vista consideró que era una ilusión del contraste entre el color de la fuente y la luz del sol, pero un presentimiento le hizo meter la mano en el agua, al meter una observó que el líquido conservaba su apariencia de siempre, juntó ambas manos y volvió a meterlas, olió y un inconfundible aroma a óxido aumentó su curiosidad, rodeó la fuente esperando hallar otra cosa y en efecto había unos cabellos, sin ya poder contenerse jaló los hilos dorados que se desplegaban suavemente entre ondas transparentes.

El grito estridente de la esclava alertó a Aisha y Morayma que abandonaron sus labores una en el salón de costura vigilando la correcta elaboración de un manto que sería enviado a Emine Gülbahar y la otra enviando a las concubinas que serían educadas a la eduba del harén, llegaron en un instante que se hizo eterno e interrogaron a la perturbada muchacha que señaló temblorosa a la cabeza cortada de aquella concubina que no se había dejado ver desde año nuevo. Los eunucos negros que pasaban más allá de la sublime puerta, empezaron una búsqueda, el cuerpo había sido hallado en un hoyo de poca profundidad cubierto por un arbusto, pero otro descubrimiento asombró a todos y era el avanzado estado de gestación de aquella mujer. Se dejó todo como una terrible coincidencia de la que el príncipe se enteró y se inició una investigación que no progresó, el hecho debió suceder en la noche como para que nadie se diera cuenta y de las otras habitantes del harén no se guardaban muchas sospechas, días después salió una posible culpable que fue colgada, pero a Aisha aquello no le terminaba de convencer, pues la incriminada siempre estaba cerca de ella, en la noche del evento fatídico sólo se había soltado de su cercanía en el momento en que fue por sus alimentos a la cocina y para eso de la media noche la criada dormía a sus pies cerca de ella.

Pero los hechos de esa noche sólo tuvieron de testigos a las plantas de plátanos que movían sus hojas en el viento, a los helechos y los castaños que estaban en todo su esplendor.

Aquella que luego fue encontrada muerta, se refugiaba en la espesura del manto oscuro para protegerse, estaba dominada por el terror, tenía que salir de ese palacio, temía por su vida, aunque llevaba al hijo del príncipe sabía que tenía que salir de ahí.

-¿A dónde vas?- una voz aguda resonó en los oídos de la mujer que se llevó las manos instintivamente a la capa para cubrirse.

-P-por favor, yo no quiero estár aquí...tengo mucho miedo, no me haga daño- suplicaba sabía que era algo inútil buscar un sentimiento de compasión en el corazón de Meylissa hatun, que protegía a su pequeño príncipe Musa amenazando indirectamente a cualquier concubina que llevara a termino un embarazo, siempre encontraba la manera de quitárselas de encima, envenenarlas poco a poco usando la ayuda de una envenenadora que tenía tal habilidad para camuflar los venenos que lograba un efecto mortal sólo inyectando la sustancia en los pequeños orificios dónde las naranjas tienen su jugo o eran tan parecidos al azúcar que llegaban en pequeñas tacitas para acompañar el sorbete, las cantidades no eran mortales, pero sí lo suficientemente fuertes como para acabar con el feto.

-¿Pero por qué te escondes cariño?, sabes que las trato a todas como hermanas, una sobrevive mejor en el harén llevándose bien con todas, ¿qué tratas de ocultar?- lleva una mano decorada con henna a sus labios para acallar un bostezo y se acerca con una sonrisa a la concubina que tiembla aterrorizada, descubre su vientre hinchado y sonríe.

-Oh vaya, lo has escondido bien, llevas en tu vientre a un hijo del príncipe, podrías ser una kadin pronto, ¿no es maravilloso?- la concubina asiente, mientras las lágrimas empañan su rostro y se alivia, Allah había escuchado sus ruegos de aquellos meses de completa soledad ocultando aquello a todos. Pero en cuanto se dió la vuelta lo último escuchó fue un: mátala.

Todo el cuerpo de Mükrime se erizó de sólo pensar en la concubina de la fuente, más luego el destino fatal de otra que fue hallada ahogada y que luego se comprobó también que estaba embarazada, le hicieron preocuparse de sobremanera de lo que pudiera pasar con Hafsa, era un secreto a voces, esas muertes debían al menos estár relacionadas con Meylissa hatun, después de todo sólo el pequeño príncipe Musa de 1 año de edad era el único hijo del príncipe Selim en el harén.

Ayse HafsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora