No podía soportar verlo así, sus ojos estaban rojos, su cuerpo dominado por la fiebre, él se estremecía por debajo de las sábanas y yo no podía hacer nada más que contemplarlo impotente.
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Muhtereme me trajo las ropas blancas del luto en el momento en que supo que la condición del príncipe había empeorado, no quería creer en las murmuraciones que pasaban por los pasillos estrechos por los que los eunucos negros ingresaban a las estancias del harén, fuertes episodios febriles, delirios y las pústulas de la enfermedad que ha azotado estas tierras y a las gentes del libro que habitan en Europa. Los médicos me decían en señas que podía observar a través de la túnica que sólo dejaba mis ojos a la vista, que ya no había nada que hacer, me sentía desecha...no habían pasado ni seis meses y ya lo estaba perdiendo, a mi Mehmed, ¿por qué Allah me trajiste el amor y me lo quitaste tan prematuramente?, ha sido como una flor nacida en el invierno su belleza tan efímera que a cada soplo del aire frío se desvanece entre una bruma blanquecina.No quería salir de mis aposentos, ni si quiera comer, creo que yo también ansiaba estár con él en la muerte.
—Mi señora, no podemos contradecir los designios de Allah, si él ha querido llamar ante él al príncipe es porque sabe que no está destinado a ocupar el trono...le ha traído un destino pacífico en comparación con lo que pasaría en unos años, usted sabe tan bien como yo, las medidas que dejó el difunto sultán— suspiré y alcé la mirada a mi sierva, mientras un escalofrío me cruzaba la espalda.
—La ley del fraticidio...por supuesto que lo sé, Muhtereme ¿qué va a pasar conmigo?, ya no soy virgen, devolverme a mi padre es un desperdicio, ¿me pasará como a Mara Hatun cuando el sultán Mehmed ascendió al trono?— la expresión de Muhtereme se volvió compasiva, no soy la hija del sultán con la facultad de volver a casarse, soy la hija del khan de Crimea enviada aquí para pactar una unión política, creo que el sultán no midió en la fragilidad del príncipe, tal vez pensó que conmigo Mehmed ganaba una influencia poderosa en el futuro, mientras los otros príncipes mayores se mataban entre sí, era de sobra conocido que se odiaban mutuamente desde la infancia, la misma Emine Gülbahar me lo había contado la última vez que nos reunimos entre el balanceo de abanicos de plumas de pavo real.
“Hija mía, dulce khatun, ¿crees tú que después de tantas tragedias acontecidas en la casa de Osman, dejaría mi hijo el trono en manos de los vástagos de la descerebrada Gülbahar y la manipuladora Bülbül?, el imperio quiere la paz, ya bastante hemos tenido con los conflictos efectuados ante la perdida de los emiratos que componían Al-Andalús...y para ser sincera el sultán confía más en Mehmed que en los hijos de las susodichas serpientes pozoñozas que quién sabe si no se han revelado contra él, ¿y sabes que es lo más especial?: tú, el destino de la dinastía en cuánto a su legitimidad recae en lo que has de concebir”
Como me temía ahora lo que estaba pasando. Cerraba los ojos, me recostaba en mi lecho y parpadeaba constantemente para despertar de la pesadilla, que me abrazaba como un fuego que se acrecentaba y me quemaba con fuerza. El niño sirviente que había conocido hace dos meses, me traía dulces y alguna colación para tratar de hacerme sonreír un poco, las últimas semanas me trae tulipanes.
—Tome hatun, ya no esté tan triste, madre me ha dicho que que regalar flores a una mujer le hace feliz, pero parece que con usted no funciona— sonrió y pude notar que le faltaban algunos dientes, estiré la mano para acariciar su cabello y con la otra tomé el ramillete que trajo, para perderme en el aroma de las flores.
—Vuestra madre tiene razón, pero depende la circunstancia en la que regalas las flores a veces no mejoran el ánimo...pero como me las regalaste de buena fé eso me alegra, no sé si vuelva a verte— le expliqué mirándole con un aire melancólico.
—¿Por qué?, ¿no se quedará aquí junto al príncipe?—
—Si Allah lo quiere entonces sí, pero si nuestro príncipe fallece, no sé si volveré a este palacio—
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He vuelto, después de un largo tiempo de nuevo y reorganizando algunas ideas para la trama, pues deseo tenerlas lo más organizadas posibles. Últimamente me he interesado en la vida de la reina española Isabel de Valois, ¿les gustaría que escribiera en algún futuro sobre ella?
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Ayse Hafsa
Historical FictionTodos dicen que otras sultanas abrieron los caminos de otras épocas... Otras dicen... ¿Pero de verdad son las primeras? Soy Ayse Hafsa hija de Meñli I Giray kan de Crimea, madre de aquél que abriría las puertas doradas del imperio: Suleiman el magn...