» Jaden «
No pasa mucho tiempo desde que salimos de la discoteca hasta que llegamos a mi piso, desnudos y en mi habitación, devorándonos como si no existiese un maldito mañana. La lanzo con fuerza en la cama y la cubro con mi cuerpo, sintiendo sus pezones excitados rozarse con el mío, el calor de su coño frotarse con mi polla endurecida y húmeda, y es que estoy tan, pero tan excitado que mi capacidad de pensar se ha vuelto nula. Se veía tan hermosa hoy, tan sexy, tan caliente, que mis ojos no se despegaron de ella en toda la puta noche, quiero decir, la Maya que vi hoy me fascinó, desinhibida, sonriente, emocionada y sobre todo libre, nunca la había visto así... tan feliz.Y cuando me la chupó en el baño... joder, era una jodida diosa sexual, con sus ojos mirándome lascivamente, sus labios y su lengua chupando mi polla como si fuera lo más delicioso que hubiese probado jamás, y como se tragó mi semen. Dios, y yo jodidamente lo adoro.
―Ah, Jaden ―gime cuando chupo su clítoris y lo tiro con los dientes, dispuesto a devolverle todas esas magníficas sensaciones que me brindó con mi polla en lo profundo de su garganta―. La lengua, por favor usa la lengua.
― ¿Así? ―digo, con la boca abierta en su coño empapado, mirándola como un león a punto de devorar a su presa. Ella se muerde los labios y chilla cuando muerdo ese pequeño clítoris, sacudiendo todo su cuerpo por el jalonazo de calor que la recorrió.
Está tan caliente y tan húmeda, y respira tan rápido que temo que se le salga el corazón, pero sé que es porque está demasiado excitada y si le sumamos el alcohol recorriendo sus venas tenemos como resultado lo que tengo frente a mis ojos; una Maya sudorosa, ruborizada, con los ojos brillantes y el pelo revuelto y húmedo.
La puta fantasía de cualquier jodido hombre.
―Más rápido, más rápido ―suplica cuando le meto los dedos y succiono el clítoris tan duro como una perla. Mi polla duele, pero su placer es lo más importante en estos momentos―. ¡Oh Dios!
Saco y meto los dedos, chupando y lamiendo sus fluidos vaginales como lo que son; el elixir de la vida de un hombre deseoso porque son tan dulces, y a la vez poseen ese toque ácido que hace que mi boca salive. Cierro los ojos y ronroneo, moviendo la cabeza de un lado a otro mientras la continúo saboreando, sosteniendo sus muslos abiertos, evitando que trate de alejarse como ya muchas veces lo ha hecho, con los pulgares extendiendo los labios de su coño, exponiendo toda la carne rosa del interior. Entonces bajo la lengua, arrastrando sus jugos hasta el pequeño ano arrugado; otro lugar de su cuerpo que deseo marcar como mío.
―Aquí ―gruño deteniéndome, dibujando círculos con la punta de mi dedo en la entrada de su culo―. Quiero follarte aquí también.
Está jadeando cuando se eleva por los codos y me mira, asustada por mi sugerencia.
Me río.
―No hoy bebé, primero tengo que prepararte ¿me dejas? ―susurro bajando la boca y lamiendo todo su coño hasta su pubis―. ¿Me dejas, Maya?
Su mano desciende por su vientre hasta encontrar mi cara y acariciar mi mejilla.
―Contigo lo que sea.
No sé en realidad que es lo que me deja aturdido y sin habla; si sus palabras, la vehemencia con la que las dice o sus ojos brillantes reflejando tantas emociones que no logro descifrar. Trago saliva, descendiendo mi mirada por toda su figura de guitarra y es... no tengo palabras. Ella es demasiado hermosa y me aturde no haberlo notado hasta ahora, o sea sí lo sabía, pero no que su belleza poseía tal magnitud.
Sonrío y beso el interior de sus muslos.
―Te haré gritar Maya, pero de placer. No te arrepentirás.
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Follamigos ©
Short StoryMaya no quiere compromisos, Jaden tampoco. Maya no confía en los hombres, pero Jaden es el único en quien puede confiar ¿Podrá confiarle también las lujuriosas necesidades de su cuerpo? ¿Podrán simplemente ser "follamigos"?