Capítulo 9

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» Maya «

Me despido de mi jefa y salgo de la cafetería, finalizando mi turno de hoy. Suelto mi pelo, me lo despeino y subo a mi auto, echándome a andar por las calles húmedas de Portland, taciturna y sin deseos de regresar a mi piso por miedo a encontrármelo ahí todavía.

Lo que pasó anoche abrió mis ojos; no podía continuar así. No podía seguir dejando que me use, que utilice mi cuerpo para lamerse las heridas. Jaden borracho, clamando por sexo a esas horas había sido una cosa, pero que me pidiera que lo hiciéramos para siempre... que mantuviéramos esa relación permanentemente rompió un poco más mi corazón.

Años atrás veía a mi madre llorar mientras sostenía las camisas manchadas de labial de mi padre en sus manos, reprendiéndose a sí misma por dejarse utilizar, por permitir que él buscara placer con ella cuando las otras no estaban disponibles. En ese entonces no entendía lo que quería decir, pero ahora que estoy viviéndolo en carne y hueso la podía comprender, a pesar de que me había abandonado con un ser tan egoísta.

Eso no era amor, y de continuar con esto jamás lo encontraría.

Jaden y yo seguiríamos sí, pero ¿a qué precio? Porque yo no soportaría que él me buscara después de que las opciones en la calle se le agotaran, estaría traicionándome a mí misma y a mi decisión cuando decidí huir de casa. Era hora de terminar con esta estúpida situación en la que yo misma me metí ¿de verdad pensé que Jaden me amaría si me abría de piernas y lo follaba hasta al cansancio? ¿de verdad creí que, con tenerlo en mi cama, dentro de él despertarían esa clase de sentimientos que pensé dormitaban en su interior?

Me río de mí misma cuando estaciono cerca de un parque.

Soy tan ilusa, por Dios ¿en qué estaba pensando? ¿por qué siquiera decidí arriesgar nuestra amistad de esta forma? Impulso, fue eso, cuando me contó lo que Kendra hizo la luz atravesó las nubes y decidí alcanzarla, sin saber que eso era imposible. La luz era intocable y yo caí cuando quise volar tan alto.

Mi teléfono vibra cuando siento mis ojos arder por lagrimas que no estoy dispuesta a derramar y cuando veo su mensaje, mis restricciones empiezan a tambalear.

Jaden:

¿Vienes a mi casa? Tenemos que hablar.

Lleno de aire mis pulmones y me armo de valor, ha llegado la hora de poner mis cartas sobre la mesa.

Maya:

Llego en unos minutos.

Jaden:

Ok

(Hora de última vez: 3:35 p.m.)

Arranco de nuevo y serpenteo en dirección al apartamento de Jaden, inhalando y exhalando mientras siento mis manos humedecerse, mi frecuencia cardiaca aumentar y una sensación de ahogo formándose en mi pecho. Apago el motor, cierro mi auto, atravieso el lobby y subo al ascensor, zapateando impaciente, terriblemente nerviosa. Cuando las puertas de acero se deslizan; me acerco con cautela al apartamento 39. Tomo otra profunda respiración y entonces toco.

Una sonrisa llena de arrogancia y crueldad me recibe y mi quedo perpleja observándola con un nudo tan apretado en la garganta que fácilmente podría morir asfixiada. Kendra se echa el pelo desordenado hacia atrás, adoptando una pose seductora que me provoca nauseas, pero cuando reparo en su aspecto, en la camisa nike de Jaden y las piernas desnudas, la bilis en mi estomago empieza a hervir.

― ¿Necesitas algo? ―pregunta, sintiéndose superior a mí; que a duras penas retengo el llanto atascado, pero es que estoy tan compungida que las palabras me han abandonado por completo.

Follamigos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora