Elevator pitch
Los pasillos parecían no terminarse nunca mientras corría de la forma más disimulada posible para que nadie se fijara en mí. En realidad fueron solo dos minutos de recorrido, pero sabía que ahora nos tocaba clase de estrategia digital con el señor Jorge López, seguramente el profesor más exigente tanto a nivel de resultados como de puntualidad que había tenido el (dis)gusto de conocer.
Al llegar delante de la blanca puerta de nuestra aula y encontrármela cerrada, la sensación de angustia visitaba cada una de las esquinas de mi cuerpo, dejándome prácticamente paralizada. Sabía lo que esto significaba, me tocaría abrir la puerta con todos los ojos apuntando hacia mi pálida cara y por si esto fuera poco, tendría que afrontar la voz rígida y la mirada desafiante del profesor López.
Me convencí a mí misma de llamar a la puerta antes de dejar pasar unos minutos más que sólo empeorarían la situación. Cogí todo el aire que le faltaban a mis pulmones para afrontar la situación, dí dos golpes más bien tímidos a la puerta y entré soltando una voz más aguda de lo normal que preferiría no haber soltado:
— Disculpe, sé que llego tarde. ¿Puedo pasar? — Dirigí la mirada hacia el profesor antes de desviarla en dirección al suelo y tener que escuchar alguna risa proveniente de los alumnos por culpa de un pequeño gallo que no afiné.
El silencio se apoderó del momento durante cinco tensos segundos que a mí me dieron la sensación de ser años. Mi profesor inhaló aire por la nariz y empezó a hablar:
— ¿A usted le parece normal señorita Nashwa? — Empezó diciendo mientras buscaba que mis ojos le mirasen tan fijamente como los suyos — Cuando suena el timbre quiero que estén todos en sus asientos y poder empezar la clase. Si tenemos que esperar a que vayan entrando cuando a ustedes les dé la gana perderemos media clase. Haga el favor de sentarse y espero que sea la última vez.
Me parecía una reacción totalmente exagerada ponerse tan serio por dos minutos de retraso, pero sin el valor ni las ganas de querer empezar una discusión que iba a perder, simplemente decidí asentir con la cabeza y dirigirme hacia mi asiento.
Aún podía sentir las miradas de alguno de mis "compañeros" y las sonrisas disimuladas mientras cuchicheaban frases del estilo "¿Oíste la voz que soltó?", "Tendríamos que haberlo grabado" o "Es que es muy rara". Ignorarles sería la mejor opción y me consolaba pensar que a la mayoría de ellos no les vería el siguiente curso ya que con suerte no aprobarían ni la hora de tutoría. Saqué el libro de estrategia digital, mi libreta de apuntes y pasé del entorno para concentrarme solamente en aquello por lo que estaba en esa clase.
Entre bolis, subrayadores, tecnicismos, y demás pasó la primera hora más rápido que esos cinco segundos antes de entrar. Al salir el profesor, recordé que la siguiente clase era analítica web y para ello necesitaba el portátil que me había dejado en la habitación. Por suerte, el siguiente maestro era totalmente distinto al anterior y no llegaría hasta pasados cinco minutos, por lo que me daba tiempo a ir, cogerlo y volver.
Metí el libro en la mochila y los apuntes sueltos dentro de la libreta, cogí las dos cosas y una vez más salí corriendo por los pasillos. Esta vez corría mucho más rápido que la anterior porque no podía permitirme ningún otro bochorno. Giré la primera esquina, seguí todo recto y al girar la segunda choqué directamente con una persona que iba andando tranquilamente, provocando que cayera en el suelo y esparciendo todos los apuntes que tenía guardados dentro de la libreta por todo el pasillo.
— Madre mía, menudo desastre. Lo siento mucho, no estaba mirando. Deja que te ayude a recogerlo todo — Dijo una voz masculina mientras yo apenas lo había visto.
Levanté los ojos y me encontré con un chico alto, delgado, con barba de tres días, cabello no muy largo peinado hacia su izquierda y unos labios perfectos acompañados de una sonrisa hipnotizante. Para ser sincera, al verlo me causó algunas sensaciones no habituales dentro de mí, aunque mi cabeza se encargó de frenarlo en seco recordándome que si estaba allí teniendo unos 4 años más que yo, no debía ser precisamente un alumno ideal. Le desvié la mirada y la concentré en todos los papeles que había por el suelo por su culpa.
— No hace falta. Vete hacia tu clase que llegarás tarde. — Apunté con un tono seco y firme que ya podría haberme salido una hora antes.
El chico se limitó a sonreír antes de seguir su camino. Yo me encontraba tan concentrada en no perder ninguno de mis apuntes que no le presté más atención.
Una vez recuperado todo volví a mi carrera hacia la habitación, cogí el portátil y en un tiempo récord conseguí llegar a mi asiento un minuto antes que apareciera por la puerta el siguiente profesor.
La siguiente hora no pasó tan rápido como la anterior por culpa de mi cabeza. Cuando algún chico me llamaba un mínimo la atención, cosa que no solía ocurrir, hacía un ejercicio mental recordando el porqué estaba allí y todas las contras que habría si perdiera el tiempo en él. Fue una hora de debate interno bastante interesante, pero cuando la hora pasó me alegró el saber que nos perderíamos la siguiente clase y podría recuperar en mi habitación la poca atención que le había prestado a aquella clase.
El timbre sonó, nos empezamos a levantar de nuestros asientos. Por lo visto, la noticia del abandono del señor Martín había circulado tan rápido como nuestras esperanzas desaparecieron al ver al director entrar por la puerta.
— Todo el mundo sentado. — Empezó diciendo mientras se aseguraba que nadie intentara escabullirse hacia la salida — Supongo que estáis al corriente de que por motivos personales el señor Martín ha dejado de ser su docente en E-commerce. Por suerte, no vais a perder ninguna clase ya que hemos encontrado un sustituto a tiempo. Espero que sean educados y traten bien al señor Navarro.
Unos zapatos negros asomaron por la puerta y juraría que mi corazón dejó de latir durante dos segundos. El mismo chico con el que antes había chocado en los pasillos apareció por la puerta, se limitó a sonreír de la misma forma que una hora atrás me había sonreído a mí y soltó una sola frase para presentarse.
— Señor Navarro suena muy serio, mejor llamadme Rubén.
[FIN DEL PRIMER CAPÍTULO]
Y hasta aquí el primer capítulo.
Espero que no se os haga pesado, que os haya gustado y que podamos compartir muchos más capítulos en esta historia que acaba de empezar pero que guarda muchas sorpresas.
Muchas gracias a toda la gente que se ha pasado en algún momento por aquí.
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Lovemark
RomanceDesde pequeña, a Nashwa le han enseñado que los estudios debían ser su única prioridad para continuar algún día con el legado de la gran empresa familiar. ¿Pero y si la distracción estuviera dentro de la misma clase y fuera el responsable de sus est...