Rîs Vuin

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Se sentía como si la estuvieran arrastrando a las profundidades de sí misma. Thalion no podía estar hablando en serio, no podía esperar a que ella le sonriera como si fuese la mejor noticia que le daban en su vida. Realmente Tinúviel no estaba segura de ser capaz de reaccionar de alguna manera, estaba en completo shock.

Eoghan se alzaba unos pasos atrás, como si estuviera esperando a que ella se desmayara y realmente era algo que podía ocurrir. Que Eressëa decidiera navegar a Valinor le dolía, sabía que la iba a extrañar muchísimo, pero que Thalion se fuera era simplemente un puñal en su corazón, impensable e insoportable.

-Dime algo- pidió el elfo ante el pálido y mortalmente serio rostro de su hermana.

-creo que necesito un momento para pensar- respondió sabiamente aunque sus pies no fueron capaces de moverse lejos, que era lo que su mente les estaba ordenando, sino que tomaron la decisión de ir hacia adelante y abrazar a su hermano con todas las fuerzas que tenía. No pensaba desperdiciar ni un solo segundo.

-Tinúviel no hagas que mis deciciones se tambaleen- pidió abrazándola de vuelta.

-no lo haré, solo déjame abrazarte- respondió con el rostro oculto en el pecho de su hermano.

No podía ser cruel y dejar que su hermano sufriera el llamado del mar si ella ni siquiera viviría en Ithilien, no sería capaz de hacerlo ni siquiera si vivía con él sin embargo eso no evitaba el sentimiento desolador que se había instalado en su pecho pero se dijo que era fuerte y que podría vivir con eso; al menos era eso lo que siempre le decía Eoghan y, al fin y al cabo, él la conocía muy bien, quizás mejor que ella a sí misma.

A Tinúviel le tomó una semana y muchas noches de largas discusiones con Eoghan descargando todos los sentimientos negativos que le producía saber de la decisión que estaba tomando su hermano, poder aceptarlo. Extrañaría con locura a su otra mitad, pero eso estaba bien, no era un mal sentimiento pues quería decir que lo amaba.

El viaje a los puertos grises fue silencioso, los elfos no eran la especie más conversadora y Tinúviel no había abierto la boca más que para comer por lo que Eoghan bufaba con fuerza, al igual que su caballo, para alejar el molesto silencio. Más de un elfo había dejado salir una que otra risita ante lo parecidos que era el Rohirrim a su caballo, pues se comportaban exactamente de la misma manera.

Elcalad se había encargado de darle conversación viendo que Tinúviel no saldría de su cascarón, el príncipe de Ithilien le había enseñado muchas palabras y frases en sindarin y había sido tan amable de aclararle una duda que tenía desde hacía años, desde la tercera noche que había compartido con Tinúviel.

El rostro del segundo mariscal de la marca, quien había acabado por ceder su puesto para poder acompañar a Tinúviel a Ithilien, tenía el rostro rojo de la vergüenza mientras el elfo, a su lado, se descostillaba de la risa manteniéndose en un escaso equilibrio sobre su obediente caballo.

-AMO A MI HERMANA- exclamó Elcalad cuando consiguió respirar otra vez, la risa parecía querer matarlo, tanto que toda la caravana se detuvo a mirar al elfo.

-no se preocupen, yo lo arreglo en un minuto- dijo Eoghan a todos los elfos que los observaban antes de propinarle un golpe en la parte posterior de su cabeza, por mala suerte aquello no lo detuvo de continuar riendo.

-¿qué pretendes que haga? ¿qué me quede todo serio? Jamás pensé que nuestra linda Tinúviel pudiera ser tan malvada como para aprovecharse de la ignorancia de un pobre mortal. "¿Quieres casarte conmigo?" esa si ha sido una buena lección- continuó riendo aunque bajando la voz. De tener que elegir, Eoghan hubiera asesinado a los dos hermanos elfos; a ella por enseñarle y a él por llamar la atención al reírse.

Más allá de IthilienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora