Plagg en cada ocasión se rehusaba a hacer de cupido de esa manera, pues a su ver, era denigrante que un chiquillo enamorado le pidiese semejantes favores que simplemente denigraban su identidad como una especie de entidad suprema.
¿Cómo aquel chiquillo cabeza de banana podía convencerlo cada tanto para que se denigrara así?
Oh, ya recordaba.
― Estoy seguro que tu cubo de azúcar, ósea Tikki, encontrara adorable que hagas esto ― Recordó las palabras que Adrien decía cada vez, antes de prometerle obviamente, una ración extra de su delicioso manjar.
Odiaba haberle hablado de Tikki, e incluso ahora se arrepentía un poco ya que usaba el nombre de ella para lograr que actuase como un gato casero, y eso realmente le molestaba.
Sintió la flor resbalar de sus pequeñas manitas, pero fue capaz de volver a tomarla de forma correcta antes de continuar su vuelo.
Las cosas que los gatos hacen por amor, se dijo a si mismo con mala cara, completamente resignado.
Cuando vio a la distancia la figura de la chica de traje rojo mientras esperaba a su compañero, no dudo en aumentar la velocidad de su marcha, mientras más rápido entregara esa dichosa flor roja más rápido podría volver con Adrien y adentrarse al anillo para no tener que soportar el bochorno de esa situación.
― Niña, aquí ― La voz aguda de Plagg logró que ella respingara en su lugar, para después girar su vista hacia el pequeño Kwami.
Sonrió de medio lado al observar que llevaba otra flor roja en sus pequeñas manos. Reconocía de inmediato que, nuevamente se trataba de un tulipán.
Un tulipán rojo, para ser más exactos.
― ¿No se rinde, verdad? ― Preguntó ella, sonriendo hacia el extraño ser que le recordaba demasiado a Tikki.
Aunque podía adivinar que ellos tenían más diferencias que él color y la sonrisa que mostraban. Plagg parecía ser más un gato gruñón.
― No lo hará, lo conozco. Es tan obstinado que casi puedo verme durante mis primeros mil años de existencia y me pregunto si era así de molesto ― Espetó, levitando frente al rostro de ella. Ladybug adivinó por un tonó extraño en las mejillas del ser que se encontraba apenado de encontrarse vuelto en aquello ― Aun así, es un buen chico ― Agregó, observando de reojo a la portadora de Tikki.
― Lo sé ― Atinó a decir ella, tomando entre sus manos el tulipán rojo que Plagg había traído para ella esa noche, así como las noches anteriores.
Se recordó a si misma intentando encontrar alguna excusa para su madre ante la alarmante cantidad de tulipanes rojos que comenzaban a aparecer en su habitación por las mañanas, pero realmente no sabía que decirle a ciencia cierta, así que lo mejor que podía hacer en esos momentos era huir.
Aunque por la expresión relajada de su madre, adivinó que ella pensaba que se trataba de un chico.
Y aunque no fuese eso exactamente, tenía cierto de sentido, así que no se atrevió a refutarla.
Si no ¿Cómo decirle que un ser mágico se encargaba de llevarle todas las noches un tulipán rojo antes de iniciar una leve patrulla a la ciudad porque era la excusa perfecta del portador de aquel ser para hacerle llegar esas flores?
Diablos, incluso para ella sonaba demasiado complicado.
Chat Noir y ella eran amigos, y esa amistad se había formado gracias a la confianza y empatía que ambos sentían el uno por él otro. Y a pesar que él habia confesado sus sentimientos, ella al rechazarlo esa relación no menguo, incluso por azares del destino sentía que las cosas habían mejorado.

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Tulipanes rojos [Miraculous Ladybug][Oneshot]
Hayran KurguLadybug de forma sutil le había prohibido a Chat Noir el regalarle rosas rojas, pues apreciaba su amistad y no deseaba rechazarlas. Pero, nunca dijo que no podía recibir tulipanes rojos, una flor más valiosa en el lenguaje del amor, así como tampoco...