O beijo.

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Un par de canciones sonaban,
el lugar era oscuro,
y a pesar de ello
el ambiente era cálido,
sereno, armonioso,
salvo por ese conjunto de ahí,
el que causaba un estrépito ruido.

Las luces de colores estaban
sobre nosotros aquella noche,
tal cual sol que
irradia sus rayos de día.

Un par de amigos andaban por ahí, otros por allá,
me esperaste, buscaste,
y finalmente, te acercaste,
no tenías la menor idea
de qué decir,
es normal,
yo de igual forma
me encontraba así.

Esperaba un par de palabras,
por parte tuya, por parte mía,
pero el silencio nos agobiaba al término de toda oración dicha.

Sentí tus brazos entre mis hombros, sujetándome,
te encontrabas a mi lado,
tu rostro se acercó más al mío,
tu boca intentaba expresar,
un sin fin de cosas,
pero lo que salió al final,
fue un "te quiero".

Me puse tensa,
no supe qué responder,
por parte era lo que más ansiaba, pero en el resto sentía pavor,
al que no funcionara,
en el que lo arruinara, pero,
por torpeza mía me dejé llevar, creí que era capaz de ilusionarme, en mi mente andaba el pensamiento de
"Al fin al cabo,
no tengo nada qué perder".

Y era cierto, me arriesgué,
seguí la corriente
a esos refranes cliché,
lo que siempre suelen decir
las parejas monótonas,
a veces sin sentir,
no muy original
pero me gustaban igual,
porque lo decías tú.

Un par de canciones más sonaron,
las manos se entrelazaron, nuestros cuerpos se juntaron, después de todo, eran bachatas.

Terminó todo,
se bajó el telón
y acabó la canción,
era hora de ir a casa,
las 10, un tic toc más,
para desaparecer,
fui saliendo del lugar,
fuiste por mi detrás.

Con una amiga en compañía me encontraba, mientras, 
me buscabas con la mirada,
y sin decir casi nada, estabas ahí, estábamos ahí, en camino.

Me preocupé por tu bienestar,
pedí que te fueras cordialmente, después de todo,
estaba vacío, y era tarde,
pero insistías en seguir,
a lo cual no pude oponerme más,
no cambiarías de opinión.

Los demás se despidieron,
iban por la esquina,
cuando yo tenía las llaves, tintineando, esperando, y,
te acercaste, me abrazaste,
sentía tranquilidad,
sentía tu respiración
cada vez más cerca,
hasta que tus labios
rozaron mi tez,
nuestras miradas estaban conectadas, parecíamos uno,
lo éramos de hecho,
por ese momento,
y de una forma desprevenida nuestros labios se juntaron de repente, y te seguí,
el calor, la ilusión brotó,
y mi corazón palpitaba
con mucha fuerza...

Pensamientos en Crisis ExistencialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora