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( Para que las cosas fueran más fáciles para la autora original, la escena de Godric's Hollow no ocurre en Navidad. )
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FORTY-NINE DESCENDING, ASCENDING
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PASAN LAS SIGUIENTES SEMANAS, las noches se hicieron más largas y los días más fríos. La mayor parte del tiempo, Hermione se sentaba sola en la tienda, con la nariz escondida detrás de un libro, tratando de distanciarse de Harry y Holly. Los dos, por otro lado, intentaron saber dónde ir después, y Holly revisaba el espejo mágico a diario.
Técnicamente, el espejo funcionaba y era sincero, pero cada vez que Harry preguntaba qué decía, Holly tenía que decir que no lo sabía, y luego, cuando él le dijo que estaba escondiendo algo, admitió que estaba mostrando a Ron. Eso es lo que más necesitaban Harry, Holly y Hermione. Ron. Pero no iba a volver.
Holly espera que lo termine haciendo, que se topen con él. Lo echa de menos, honestamente. Es raro pasar cada minuto con alguien y luego ninguno...
Los meses pasan volando. Eso pasa cuando todos los días los pasan buscando en libros libros y recitando la vida de alguien. Una mañana se convierte en un segundo en una serie de meses, todos pasamos sentados en la misma tienda, moviéndose por el país, acomodándolos e intentando pensar en otro plan de acción. Es como si esperan que, con cada movimiento, tengan algún tipo de revelación, que el agua sea sólida y no líquida y, de alguna manera, se les haga saber dónde buscar el siguiente horrocrux.
Afortunadamente, no llueve, la próxima vez que se tranladan, colocando todas sus pertenencias en el bolso con cuentas de Hermione. Y luego, el siguiente par de semanas se convirtió en lo mismo que cuando se quedaron en Cornwall, en el Distrito de los Lagos, en una cueva a pocos kilómetros de la Abadía de Tintern. Holly sigue mirando al espejo, con la esperanza de que le muestre algo diferente a Ron. A veces, cuando Harry y Hermione también se ponen un poco demasiado Gryffindor, ella ve a Draco, pero eso la hace estallar en lágrimas, y tiene que alejarse de los dos por un tiempo para poder mirar a su primo, de pie en la Mansión Malfoy con una mirada hosca.
Ella se sienta en una de las sillas del campamento, sosteniendo el espejo como lo hace normalmente. Hermione está a su lado leyendo Los cuentos de Beedle el Bardo que heredó de Dumbledore.
—Mirad ese símbolo —dice Hermione, a los otros dos. Tanto Harry como Holly parecen incrédulos, dado que ninguno de ellos dio Runas Antiguas—. Esto no es una runa, y tampoco aparece en el silabario. Siempre he creído que era el dibujo de un ojo, pero creo que no lo es. Está dibujado con tinta; no obstante, fíjate bien y verás que no forma parte del libro; alguien lo añadió. Pensad, ¿lo habíais visto alguna vez?
Holly frunce el ceño, poniéndose de pie.
—Espera, a ver...
Y luego lo ve, el símbolo que atormentaba los pasillos de Durmstrang. Por un momento, Holly se siente físicamente enferma, mirándolo con el ceño fruncido.
