Volvimos a comer como si nada hubiera pasado, solo que el silencio entre los dos era aun mas incomodo. Por el nerviosismo que me causó estar tan cerca de él, empecé a comer más rápido.
—¿Todo bien con la llamada de ayer? —rompí el silencio.
—Solo cosas del hospital. —suspiró— Un adolescente tuvo un accidente grave en bicicleta y quedó atascado en ella.
—¡Qué horror! ¿Cómo pudo eso pasar?
—Al impactarse con un carro, la bicicleta giró varias veces, tanto en el aire como en el suelo, lo que causó que el impacto al caer al piso fuera tan fuerte que algunos hierros de la bicicleta se doblaron y enterraron en el cuerpo del adolescente.
—¿Y sobrevivió? —pregunté.
—Logramos extraer el hierro que estaba atravesado en su estómago pero perdió mucha sangre...
—¿Está muerto? —lo interrumpí.
—No, casi lo perdimos pero su tipo de sangre era muy común por lo que pudimos encontrar donantes rápidamente. Aún no está completamente fuera de peligro pero está progresando. Tendrá una muy larga y difícil recuperación.
—Me alegro que aún esté con vida. —comí el último trozo de pastel que quedaba en mi plato.
Sebastián le hizo seña al camarero y este trajo la cuenta, esta vez fue muy profesional y no trató de coquetear conmigo. Pagamos y Sebastián me ofreció su mano para salir, yo acepté.
—Estaba delicioso ¿no? —dije mientras me agarraba de su brazo izquierdo y salíamos de la repostería.
—Mehh, la compañía estaba mucho mejor. —dijo de la nada, lo que me hizo bajar un poco la cabeza y sonreír como una tonta.
Llegamos a su carro y en segundos ya estábamos de camino a casa.
—¿La pasaste bien? —me preguntó cuando detuvo el auto por la luz roja, poniendo su mano encima de la mía.
—La pasé genial. —sonreí.
—Me alegro. —levemente apretó mi mano.
El semáforo cambió a verde y enseguida aceleró el carro y llegamos a mi casa.
—Se que ya lo dije antes pero, la pasé muy bien hoy, gracias. — dije al salir del auto, con el acompañándome.
—Lo mismo digo yo. Y otra vez, siento si lo qué le dije al camarero te incomodó.
—No lo hizo. —sonreí— ¿Quieres pasar? —le pregunté. Él alzó su brazo para mirar la hora en su reloj.
—Tengo que ir al hospital en unos minutos, será para otro día.
—Para otro día será. —afirmé— Nos vemos. —me acerqué y besé su mejilla. Duré unos segundos disfrutando del contacto, deseando besar su boca. Fui separándome lentamente, lo que causó que sus labios rozaran mi mejilla. Los dos juntamos nuestras frentes. Me sentía como en un sueño del cual solo despertaría cuando sus cálidos labios se estamparan contra los míos.
Pero eso no pasó. Él se separó rápidamente, alejándose. Parte de mi ser agradeció que no me haya besado y que se haya alejado pero el otro lado de mi maldijo mil veces no haber tocado sus labios y eso me aterraba. Nunca antes había deseado la cercanía de un hombre como lo deseo con él.
—¿Qué me has hecho, Angie? —preguntó aún dándome la espalda. Era la primera vez que me llamaba Angie. La verdad es que casi nadie me dice Angélica. Siempre he preferido Angie, ya que es mucho más corto y menos formal— Esto no debería de estar pasando. No puede.

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Los Tormentos
RomansaEn plena tormenta, el destino los había unido. Angélica Monroe quedo impresionada con lo guapo que era el hombre que le había salvado la vida. Nunca espero volver a verle. Para su desgracia, el destino estaba empeñado con que se vuelvan a ver. Ella...