No entendía nada. La señora Carmen me había comentado que no estaba en ninguna relación.
¿Acaso se estaba burlando de mí? Unas horas atrás había dicho querer tener una aventura conmigo y ahora me enteraba que tenía esposa. Pensé que sería una aventura entre dos personas solteras. Pero pobre de él si cree que sería su amante.
—¡Basta Isabel! —dijo Sebastián con un tono fuerte pero no lo bastante para que las personas alrededor escucharan— ¿Por qué siempre tienes que hacer este tipo de cosas? —le preguntó.
—¡Oh, vamos! Tu sabes bien porque. Tengo que defenderte de las garras de las mujeres que quieren meterse por tus ojos y arrancarte de mí. —respondió ella mientras Sebastián rodaba sus ojos y ponía su mirada devuelta a mi.
—Angie... —suspiró— Te presento a Isabel, mi muy sobreprotectora hermana.
Sus palabras me aliviaron y sin que fuera muy notable, suspiré.
—Prefiero "Hermana que solo quiere proteger a su hermanito menor" pero me conformo con eso. —me dio la mano que había bajado cuando Sebastián empezó a hablar, yo la acepté.
—Angélica Monroe, un placer conocerte.
—Igual...supongo. —me miró de arriba abajo, no muy interesada. Movió su mirada a un lugar detrás de mí y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro— ¡Amor! —dijo mientras corría hacia quien estaba detrás de mí.
Al girarme, la vi encima de un hombre mientras él la abrazaba y besaba sus labios. Después de unos segundos se acercaron a nosotros.
—Luis, no sabía que llegarías hoy. —dijo Sebastián mientras se saludaban.
—Yo tampoco, pero terminé los asuntos más rápido de lo creí, así que no pude perder tiempo y vine a ver a mi querida esposa. —besó su mejilla mientras la agarraba de la cadera. Al despegarse, se percató de mi presencia— ¿Y no me presentaras a tu acompañante?
—Angélica, él es Luis, mi cuñado. Luis ella es Angélica, una amiga. —seriamente nos presentó.
Esa era una gran diferencia que vi en él cuando llegamos a la ceremonia. En frente de toda esa gente, se veía un hombre muy serio y reservado. Muy pocas veces, por no decir ninguna, lo ví sonreír en lo que llevábamos allí o haciendo chistes.
Luis y yo nos dimos la mano en forma de saludo.
—¿Y ya se la presentaste a Isabela? —preguntó Luis a Sebastián. Él asintió— Déjame adivinar. —dijo entre leves risas— Se hizo pasar como tu esposa otra vez. —Sebastián volvió a asentir y ahí fue cuando Luis explotó de la risa— No saben cuánto hubiera pagado por ver las caras de ustedes en ese momento.
—Sebastián parecía un tomate. —los dos se empezaron a reír. Yo igual solo que no tanto como ellos.
—Si, si, muy gracioso y todo. Ahora nos despedimos porque ya es hora de irnos. —me agarró de la cintura.
—¿Qué? Pero si la fiesta apenas ha empezado. Además, tú y yo tenemos cosas de que hablar. —dijo Luis mientras se llevaba a Sebastián lejos de nosotras, casi a la fuerza.
—¿Y? ¿Que son tu y mi hermano realmente? —entrelazó nuestros brazos y caminamos en dirección a una puerta donde al cruzarla, había un hermoso jardín.
—Somos amigos, como él dijo. —estaba un poco asustada. Isabel era una mujer intimidante y se notaba a lejos.
—Haré como que te creo. —nos sentamos en un banco— Perdón por no ser tan amable hace unos momentos. Solo trataba de proteger a mi único hermano. —noté la sinceridad de sus palabras. Siempre había deseado tener un hermano menor or mayor. Lastima que nunca tuve la oportunidad de tener uno. Aunque a la misma vez estoy agradecida.
ESTÁS LEYENDO
Los Tormentos
RomanceEn plena tormenta, el destino los había unido. Angélica Monroe quedo impresionada con lo guapo que era el hombre que le había salvado la vida. Nunca espero volver a verle. Para su desgracia, el destino estaba empeñado con que se vuelvan a ver. Ella...