—Ese es el vestido que te compraste y ese es el que te vas a poner. Vamos, no te puedes echar para atrás ahora —dijo mientras literalmente me lanzaba el vestido para ponérmelo.
—Es que no sé, Nao. Es muy corto y además está lloviendo afuera. —alcé el vestido entre mis manos y lo estudié.
Cuando lo compré estaba de muy buen humor. La yo de siempre no usaría algo así en cualquier día, pero ese no era cualquier día, era una noche, una noche en donde estaba supuesta a salir de casa y tomar hasta que se me olviden las penas. Tampoco es que sea una santa que lo único que usa es pantalones y mangas largas. Al contrario, me encantaba ese vestido y estaba seguro que se vería mil veces mejor en mi cuerpo, pero la verdad es que ya no tenía ganas de salir y pues había encontrado el pretexto perfecto.
—¡Ah no, Señorita! Eso sí que no —se levantó de la cama— Me prometiste que esta noche saldríamos a bailar. No uses el vestido como pretexto porque se que lo amaste desde que lo viste. Ah y no pongas a la lluvia tampoco, ni que fuéramos a bailar en una discoteca sin techo. —no pude evitar reír.
—Argh, está bien. —me resigné y caminé hacia mi baño a darme la mejor ducha de mi vida.
—¡Y no te mueras en el baño! Tenemos que salir en veinte minutos. —¿Cómo se supone que tendría que tomar una ducha de menos de quince minutos? Nunca entendí como algunas personas se pueden bañar en solamente cinco.
Mi gira mundial, idiota.
Después de tomar la ducha más corta y aburrida de mi vida, me coloqué el vestido y en diez minutos me maquillé. Solo usé un poco de polvo, rímel y pinté mis labios de rojo. Encontré mi cartera que estaba rodando en algún rincón de mi desordenado cuarto y antes de salir, me miré en el espejo. No salía frecuentemente por lo que no me arreglaba de esa forma. El vestido negro de tirantes se apegaba a mi cuerpo a la perfección. Mi cabello lacio llegaba hasta debajo de mis senos y la cartera de mano haciendo juego con el color de mis labios.
La herida en mi frente ya había sanado casi por completo. Hace unas semanas había ido al hospital a quitarme los puntos de saturación. No pude evitar recordarlo.
—¿Estás lista para follar a desconocidos? —su voz me hizo resaltar y voltear para encontrarla recostada en la puerta.
—No vamos a follar con nadie está noche ¿ok? Nada de follamiento o de dormir con tipos que apenas conocemos. —dije mientras salía de la habitación.
—Habla por ti misma —me siguió.
En cinco minutos habíamos llegado a la discoteca ya que estaba demasiado cerca de casa. Gente bailando en la pista, otras tomando unos tragos en la barra y otras en el balcón del segundo nivel, VIP. Las luces cambiaban de color a el beat de la música.
Naomi ya se había ido a bailar con un chico así que aproveché para ir a la barra a pedir mi primer trago de la noche.
—Whiskey por favor. —le dije al barman.
—Empezando la noche con trago duro ¿eh? —empezó a hacer la bebida.
Observé el lugar. El humo de las hookahs recorría el lugar completo. Había fumado hookah en dos ocasiones. Recuerdo que la primera vez casi morí por el ataque de tos.
—Aquí tienes, muñeca. —dijo otra vez, poniendo el trago en la meseta para que yo lo tomara.
—Gracias. —no dudé ni un segundo en tomar el vaso y beber todo su contenido— Otro. —y él no dudó en llenarlo otra vez.
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Los Tormentos
عاطفيةEn plena tormenta, el destino los había unido. Angélica Monroe quedo impresionada con lo guapo que era el hombre que le había salvado la vida. Nunca espero volver a verle. Para su desgracia, el destino estaba empeñado con que se vuelvan a ver. Ella...