Porque cuando el amor no muere, mata {Martin Garrix & tú}

Capitulo diecisiete: Déjalo pasar.

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Me quedé complemente en shock. ¿Qué estaba sucediendo?

Cody pareció reaccionar y se alejó rápido de mí a lo que yo me sobresalté.

¡¿Por qué hiciste eso?! —grité fastidiada. No me mal interpreten, él era muy lindo, pero la situación...simplemente no era el momento indicado-

Lo siento, lo siento mucho —repitió varias veces. Sujetaba su cabello entre sus grandes dedos y se lo notaba muy nervioso- no quise hacer eso, me dejé llevar por lo que dijiste y yo solo...ugh lo siento.

Creo que debería irme —dije y salí de la hamaca-

No te vayas —me tomó de la mano- por favor.

No...yo...Cody solo deja que me vaya a casa. Te lo suplico —me quedé mirándolo por un rato, aún seguía un tanto shockeada por lo que había ocurrido pero no lo culpaba en absoluto. Él suspiró como rindiéndose y soltó mi mano- gracias.

¿Puedo acompañarte?

Negué. Prefería volver a casa yo sola, aunque acepté que Louise me llevara, no quería que me acompañara. Me sentía un tanto extraña.

Volví a entrar y sentí unos pasos detrás de mí, supuse que era él.

Adiós Alli, gracias por invitarme.

¿Ya te vas? —me dijo sorprendida la rubia de hermosos cachetes y luego hice un pucherito- quédate un rato más, no hemos hablado lo suficiente.

Estoy un poco cansada prefiero volver pero llámame y saldremos.

De acuerdo —ambas nos abrazamos y ella plantó un tierno beso en mi mejilla que me hizo sonreír- cuídate.

Ciao, tu igual.

Me despedí de los amigos de Cody que nos observaban de lejos con un movimiento suave de mi mano, luego de su familia y por último planté un rápido beso en su mejilla.

Salí de allí replanteandome lo que había sucedido, mi reaccionar no fue el mejor de todos, gritarle no fue buena idea. Él simplemente se equivocó. ¿Verdad?

Louise me llevó hasta casa, me despedí de él también y entré.

Todo estaba apagado excepto la luz de la cocina, allí me encontré con una notita:

Me quedaré a dormir en lo de Pía, espero te hayas divertido. Nos veremos mañana, te quiero mucho.

Jay.

¿A dormir? O "a dormir".

Sacudí mi cabeza cuando sentí que volvería a recrear esa imagen en mi cabeza. Me quité los zapatos dejándolos a un costado de la escalera y subí con mucha flojera hasta llegar a mi cuarto donde al fin hice desaparecer el vestido de mi cuerpo y me coloqué la pijama.

Fuí al baño, me desmaquillé, hice mi aseo y volví a la cama.

¿Estará prohibido casarse con algo que no tiene vida propia ni se mueve? Porque con gusto aceptaría ser la futura señora de mi cama.

Okey, tal vez estoy exagerando pero no puedo negar lo lindo que se siente estar en la cama luego de una larga noche.

*A la mañana siguiente*

Mi despertador sonó arrebatándome mis fantasías. Abrí apenas un ojo y de un golpe lo apagué, la sensación de que me estában matando era terrible a esas horas.

Decidí que comenzaría a levantarme más temprano para volver a acostumbrarme antes de empezar el colegio de nuevo.

Vagué unos minutos en la cama cuestionandome si debía o no levantarme hasta que finalmente lo hice. Abrí mis cortinas y el sol apenas hacía su aparición, eran 7:30 a.m.

Hice mi aseo, me vestí con una musculosa simple negra, una calza de gimnasio y unas zapatillas deportivas. Tenía pensado aprovechar el buen clima, a esta hora no se sentía tanto el calor como al mediodía y había una suave brisa que hacía perfecta la mañana para ir a correr.

Desayuné una taza pequeña de cereales con unas tostadas y mermelada, tome mi celular,  auriculares y salí de la casa.

{Martin}

Aunque intenté no hacerle caso, anoche no había podido pegar un ojo pensando en como habría estado la noche de _________.

Se que debo confiar en Cody, es mi amigo, jamás me traicionaría pero pensar en ella con otro hombre, sea quien sea me trae como loco.

Decidí ir a caminar por el muelle, para despejarme y luego ir a la casa de los Heiblom.