Capitulo cuatro: Lamentos.

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{_________}

Mis ojos se cerraban poco a poco, ya no podía aguantar más ese agudo dolor que me producían las lágrimas. Me recosté en la cama de Pía mientras ella acariciaba mi cabello para que me tranqulizara. 

Oh __________ no es lindo verte así —dijo Mary, la madre de Pía, que entraba a la habitación con una pastilla para el dolor de cabeza y un vaso a medio llenar-

Me senté como pude, agradecí y tome la pastilla esperando que me hiciera un rápido efecto. Solo ellas dos sabían lo que Martin significaba para mí y lo que me había hecho. Prefería no contarle a Jay, no quería causar problemas entre ellos. 

{Martin}

Un puñetazo voló a mi cara del cual no tuve tiempo de reaccionar para alejarme o detenerlo. Pensé que ella ya le había contado, por lo que vine a la casa de los Heiblom.

¡Eres un completo imbécil! 

Me gritaba eso e infinidad de insultos más que prefería no mencionar. Solo quería que ellabajara y poder decirle lo mucho que lamentaba el haber dicho eso, aún que, no entendía porque se había puesto de ese modo, siento que fue la bronca (rabia) del momento por imaginarla en "algo" con Julian. 

Pero no estába, ni siquiera Jay sabía donde ella se encontraba y tampoco contestaba su maldito celular.

Si algo le pasó a mi hermanita te juro que me olvidaré que eres mi amigo y te haré desaparecer Garrix.

Tomó un telefono de línea que estaba sobre una pequela mesa ratóna a un costado de las escaleras y le marcó rápido a unos números. No estaba seguro de a quien llamaba hasta que oí el nombre de la mamá de Pía. ¡Claro! Que idiota, Pía vive a solo unas cuadras de mi casa. No sé porque no había pensado en eso antes. 

Me quedé impaciente mientras Jay solo decía repetidos "ajam" a cada cosa que le decían, estaba por perder la cordura, me volvía loco que no me dijera nada. Cuando colgó me contuve para no gritarle y solo lo miré.

Está con ellas, iré a buscarla —dijo y tomo su chaqueta que estaba en el sillón-

Perfecto, te acompaño.

No, claro que no, aún no sé que fue exactamente lo que le hiciste pero cuando me entere juro que te mato. 

Salió de la casa dejándome allí parado. ¿Realmente la había dañado tanto? Fueron solo palabras, realmente no las sentía cuando las dije, pero jamás creí que ella reaccionaría de ese modo. Según tenía yo entendido solo éramos amigos, así yo le gustaba a ella, como un amigo, estába 100% seguro de ello. 

Suspiré y salí de allí subiendome nuevamente a mi coche y me fuí.

{__________}

Jay llegó al rato y no supe si ponerme feliz, asustarme o preocuparme. Me alegraba verlo porque él sabía como ponerme de buen humor en los malos momentos, pero me asustaba el hecho de lo que pudiera hacerle a Martin si le contaba que había sucedido, además de preocuparme por si llegaba a hacerme preguntas como porque me había enojado por lo que Martin dijo. Es decir, éramos amigos, así yo le gustaba a él, como una amiga, estába 100% segura de ello.

Bajé las escaleras y me hermano me recibió con los brazos abiertos. Oí que le agradecía a Mary y Pía por cuidarme y salímos de allí. Me ayudó a subirme al coche, luego subió él y nos fuímos de allí. 

¿Quieres contarme que sucedió? —dijo después de varios minutos de silencio-

Preferiría que no —torcí un poco mi labio inferior mientras miraba por la ventana-

Pequeña, me preocupo, eres mi hermanita. 

Lo sé Jay y te quiero mucho por eso es solo que...no siento que sea el momento indicado y que yo esté en condiciones para contartelo todo. Prometo que lo haré, solo que no ahora.

Como gran hermano que es lo entendió y no hizo más preguntas. El sueño me invadió por completo así que apenas llegamos subí a mi cuarto, me quité la ropa poniendome de nuevo mi pijama, cerré las cortinas para apagar toda luz que me incomodara y me recosté. 

Te traje un té, de los que hacía mamá. Siempre te hacen bien —entró Jay con una pequeña taza de porcelana con detalles. Sonreí dulcemente y me senté para que pudiera depositar la bandeja con el té en mis piernas- 

Gracias rubio, en serio.

Te adoro peque, sabes que estaré siempre para tí. 

Me dio un tierno beso en la frente y se fue. Le dí un pequeño sorbo al té y sí, sabía como el té que mamá siempre me hacía cuando me encontraba pasando duros momentos. 

El dulce sabor de la azúcar, el placentero calor del líquido verde recorriendo mi garganta me traían una paz interior plena y aumentaban aún más mi sueño. Tomé hasta casi el final dejando la bandeja en el piso y la taza con su platito en la mesa de luz. Me recosté y traté de mantener la mente en blanco, los ojos comenzaron a cerrarse solos y los sentía cada vez más pesados. Necesitaba dormir y que al despertar mis problemas estuvieran todos resueltos...ojalá fuera así de fácil.

*Mensaje* 

Porque cuando el amor no muere, mata {Martin Garrix & tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora