Durante toda su vida, ella ha sido bondadosa y amigable. Pero su personalidad pega un bandazo impredecible a causa de ciertos sucesos.
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Escapó de su abusadora madre, abandonando a su padre y hermana, lo que ocasionó una pérdida de...
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Diecinueve de Diciembre 1993
Negro. Todo era de aquel tenebroso color. Azy yacía en el suelo, cuando abrió sus celestes ojos. Adormilada, miró a su alrededor confundida. Aquel color llenaba el lugar. No podía distinguir entre el suelo y el horizonte.
Azy se puso de pie.
Cuando volteó, allí estaba Thokk. Usando una camiseta negra con unos pantalones del mismo color, camuflándose con el entorno. Sin embargo, su pálida piel destacaba, junto con sus ojos verdes césped.
Estaba de pie, con los brazos cruzados y dispuesto a regañar a la niña.
— ¿Eres idiota?— preguntó el dios con su seño fruncido.
Azy dio un paso hacia atrás y jadeó sorprendida.
— ¿Por qué?— dijo intentando adivinar las razones de Thokk.
— ¿Puedo saber la razón por la cual saliste del departamento?— su tono de voz era demandante y cargado de furia.
— Queríamos tomar un café...
— ¡Por todos los dioses Azeneth!— agarró el puente de su nariz— ¡No puedes salir a la calle sola! ¿Acaso no lo entiendes?
— ¿Entender qué?— Azy levantó un poco la voz.
— ¡Eres una maldita semidiosa, no una niña normal!
— ¡Puedo protegerme sola!
Thokk soltó una risotada, eso enfureció a Azy.
— ¿De qué te ríes, idiota?
Thokk paró de reír repentinamente, mas su sonrisa socarrona seguía intacta.
— Díselo al hueco en tu hombro.
— ¿Y a ti qué te importa?— contestó Azy enojada.
Thokk quedó en silencio, sin embargo, sus ojos se iluminaron como si hubiese tenido una maravillosa idea.
— ¿Cómo planeas explicar el hueco en tu hombro, Pequeña Zeta?— se acercó a paso lento.
Azy, temiendo de lo que Thokk pudiera hacerle, comenzó a retroceder.
Al ver las intenciones de Az, el adolescente chasqueó sus dedos y Azy chocó contra una pared que acababa de aparecer.
— N-no lo sé— respondió Azy, intentando pensar en una excusa— ¿Sirius Black?
Thokk frenó sorprendido.
— No eres tan idiota como aparentas, Az— siguió acercándose— ¿Y qué dirás, que eres una semidiosa constantemente perseguida por monstruos?
— ¿Que vi a Sirius Black, se dio cuenta e intentó matarme para no dejar testigos de que estuvo allí?
