Durante toda su vida, ella ha sido bondadosa y amigable. Pero su personalidad pega un bandazo impredecible a causa de ciertos sucesos.
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Escapó de su abusadora madre, abandonando a su padre y hermana, lo que ocasionó una pérdida de...
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Diecinueve de Agosto 1994
— El movimiento es así— le dijo Azy al chico—. Como los buscadores, intentando despistarse: abajo en picada y arriba suavemente.
Con sus dedos, Azy dibujó en el aire el movimiento que Cedric debía ejecutar.
Cedric lo intentó una vez más, los objetos del suelo se elevaron, pero cayeron al suelo una vez más.
Azy lanzó unas risillas.
— Mira— tomó la mano de Cedric que sostenía la varita—. Di el hechizo.
— Cataloged Authoribus.
Azy guió el movimiento de varita. Todos los objetos desplomados en el suelo flotaron hacia distintos estantes.
Sencillamente habían logrado construir un par de estanterías, obteniendo la madera de los árboles de un bosque cerca de la casa de Cedric. Las demás centenas de estanterías fueron duplicadas con el hechizo Geminio.
Los objetos se ubicaron, cada uno con sus iguales y separados de sus diferentes, ordenados alfabéticamente.
Por arte de magia, el suelo repleto de objetos random se despejó. Ahora podrían caminar sin tropezar.
Cedric miró con admiración las consecuencias del hechizo.
— ¿Alguna vez te dijeron que deberías dar clases?— Al no tener respuesta inmediata de la rubia, preguntó—: ¿Azy?
La rubia estaba mirando las estanterías con los ojos ligeramente entrecerrados y su ceño fruncido.
— Esto se va a arruinar cada vez que mueva la mochila...— dijo, en su propio mundo— Se caerá todo una vez más.
Cedric buscó alrededor en busca de alguna idea.
— Podría hacer todo el tiempo el hechizo...
— ¿Qué te parece un botón hechizado? Creo que mi madre sabe cómo hacer uno— preguntó Cedric.
— ¿Un botón?
— Claro, lo presionas y se acomoda el lugar.
Los ojos de Azy se abrieron como platos y volteó emocionada hacia Cedric.
— ¡Cedric, eres un genio!
Cedric pareció pensarlo.
— Pero, cómo lo haremos.
Azy se acercó a la estantería que tenía sus libros.
— No recuerdo haber leído un hechizo así, pero puedo preguntarle a mi hermana también.
Cedric asintió de acuerdo.
— Estoy de acuerdo— hizo una ligera mueca—. Hasta entonces, tendremos que hacer el hechizo cada vez que se revuelva la mochila.
