Dos.

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(...) Sé que lo has hecho para tener una excusa y poder hablar conmigo. No eres la primera–me guiñó un ojo.

Bufé y asentí.

–¿Qué es lo primero que tengo que hacer?

–Mañana te enviaré un mensaje–me guiñó un ojo–Buenas noches Kristen.

Y se fue.

Dejándome en la cabeza mil preguntas.

(...)

Hoy era sábado, lo que quería decir que, podría despertarme a la hora que quisiese. Pero no fue así. Mi jodido móvil me despertó a las diez de la mañana.

Un número desconocido me había enviado un mensaje.

Fruncí el ceño y aún adormilada abrí el mensaje.

Número desconocido.

Esta noche, Eilad Beckham organiza una fiesta en su casa, ahí podrás hablar con él. 10:01

Ya sabes, entérate de todo lo que puedas sobre su vida 10:02

Supuse que era Caleb.

Yo: ¿Puedes decirme para qué quieres todo esto? 10:02

Él: Ya lo sabrás 10:03

¿Y qué me pongo yo esta noche?

Suspiré.

En vaya líos me meto.

(...)

Repasé mi outfit por enésima vez en el espejo.

Había decidido ponerme un vestido rojo ajustado al cuerpo, que marcaba mis curvas, con un escote en la espalda.

Cuando entré a la casa del tal Eilad, el sonido de música urbana y el bullicio de la gente golpeó mis tímpanos.

Eché una ojeada a todo, el apartamento no estaba mal.

A lo lejos vi a la pelirroja que se sentó a mi lado ayer, me saludó con la mano, al igual que yo.

–¿Kristen, verdad?–preguntó Jessica al acercarse a mi.

Asentí. 

–¿Has venido con alguien o sola?

–No conozco a nadie–respondí.

–Pues ven, que te presento a una amiga–tomó mi brazo guiándome por la casa hasta llegar a donde se encontraba una chica rubia pidiendo bebida.

Esta, se giró hacia donde estábamos y frunció el ceño al verme, pero luego, miró a su amiga y sonrió.

–¿Dónde estabas?–preguntó la rubia.

–Con ella–me señaló con la cabeza–Kristen, esta es Gisele, Gisele, esta es Kristen–nos presentó.

–Encantada–dijimos al unísono.

Reímos.

A lo mejor ellas pueden darme información sobre el cantante.

–¿Conocéis a Eilad?–pregunté.

Tanto Gisele, como Jess negaron.

–Es una fiesta abierta, puede venir quien quiera–dijo la pelirroja.

Pues entonces tendría que ir a buscarle.

–Alguien me está llamando–fingí–Voy fuera para poder escuchar algo.

Salí de ahí. Buscando al tal Eilad.

Bufé, ¿donde estaba este chico?

Tras varios minutos de búsqueda sin encontrarle, me senté en un sofá.

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