Tres.

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–Cuidado no te vayas a hacer daño, esto es acero, nena–me guiñó un ojo.

–Mierda–fingí doblarme el tobillo con los tacones.

Eilad frunció el ceño.

–Me duele–lloriqueé.

–¿Cómo puedes ser tan torpe?–se acercó a mi y con mi brazo tras sus hombros, me sentó en el sofá.

Él también se sentó y miraba preocupado mi tobillo.

Primera fase de mi plan, completada.

Vamos con la segunda.

Saqué mi móvil y fingí llamar a alguien.

–¿¡Cómo que os habéis ido!? Yo sigo aquí–que me den un Oscar, por favor–Adiós.

Bufé y colgué la llamada falsa.

–¿Pasa algo?–preguntó.

–Mis amigas se han ido sin mí ¿qué hago ahora? Estoy coja y sin coche, genial.

Él pareció pensar algo.

Que diga lo que estoy pensando. Que diga lo que estoy pensando.

–Te puedo llevar–se rascó la nuca–Si quieres claro.

¡Lo dijo!

–Que va, da igual, no voy a hacer que vayas y vuelvas otra vez. Le diré a tu amigo Stu...

–Te he dicho que te llevo yo–me interrumpió.

Asentí. Dándome mentalmente unas palmaditas en la espalda. Bien hecho Kristen.

De repente, un par de chicas se acercaron a Eilad.

–¡Eres Eilad Beckham! ¡Hazte una foto conmigo, por favor!–gritaba una.

–¡Eres tan sexy! Estoy segura de que serás el padre de mis hijos–decía la otra.

Rodé los ojos ante lo patéticas que se veían.

Eilad les guiñó un ojo haciendo que gritasen, tuve que taparme los odios. Irritante.

Al hacerse una foto con ambas, se fueron, comentando lo increíble que era el cantante.

–Estás hecho todo un famosillo ¿eh?–reí.

Eilad sonrió con superioridad y me guiñó un ojo.

–¿Te sigue doliendo?–preguntó.

Me levanté del sofá para "comprobarlo" y al apoyar mi pie en el suelo "una punzada de dolor" me recorrió todo el cuerpo, haciendo que "accidentalmente" cayera sobre el cuerpo de Eilad.

Caímos en el sofá, yo encima de él, a escasos centímetros. Podía sentir su respiración en mi boca. Su mirada pasaba de mis labios a mis ojos, al igual que la mía. Intenté controlar mi respiración, la cual se encontraba agitada.

No pensé que me iba a afectar tanto.

Estuvimos varios segundos así, sin decir nada hasta que, alguien se aclaró la garganta haciendo que nos separásemos.

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