14. Afinidad

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—¡Drew! ¡Lo hiciste de nuevo!

Ruedo los ojos poniéndome su camiseta. Bostezo antes de levantarme de la cama e ir al baño. Kyle se está mirando en el espejo con el ceño fruncido. Lo ignoro y me cepillo los dientes.

—¡En dos días tengo una sesión de fotos! —exclama con tono "serio". Escupo la pasta dental y enjuago mi boca antes de concentrarme en mi cabello. Parece distraído mirando mi cabello y reprimo una sonrisa—. No puedes simplemente...

—Yo creo que ya está hecho —interrumpo saliendo del cuarto de baño y siento que me sigue—. Además, no creo que sea un gran problema.

—¡Tengo rasguños en toda la espalda!

—Gemías como loco cuando te los hacía —discuto con una gran sonrisa y reviso mi móvil—. Te excita que te toque y sea tan pasional.

—¡Claro que sí! —Resopla y me apoyo en la pared para mirar mis mensajes—. La cosa es que no me gustan esas cicatrices y no son bien tomadas para mi trabajo.

—¿Me estás pidiendo que sea una frígida? —interrogo viendo que pasa las manos por su cabello y gruñe. Sé que no está realmente enojado, solo un poco fastidiado—. En ese caso, supongo que podemos restringirnos un poco. —Ladea su rostro y me frunce el ceño. Me encojo de hombros. Si va a quejarse, mejor no seguir igual que antes—. Dices que te dejo marcas muy seguido, entonces podríamos ralentizar las cosas. A partir de ahora, nos acostaremos una vez por semana.

—No lo dices en serio.

—Claro que sí, cielito —confirmo con una sonrisa pellizcando su mejilla—. De esa forma tu espalda no sufrirá mis ataques lujuriosos y tu trabajo estará a salvo.

—¡No! ¡No puedes privarnos del sexo!

—Técnicamente, tú lo estás haciendo —puntualizo cruzándome de brazos—. Tu espalda sufre demasiado por la pasión que albergan mis manos y cuando...

—¡Bien! ¡No me quejaré! —exclama yéndose al baño y sonrío poniéndome el pantalón corto para dormir.

Regresa aún con su ceño fruncido y se acuesta de espaldas dejando una pomada sobre la mesa. Me acerco y subo a la cama despacio. Me siento a horcajadas sobre su trasero y detallo su espalda. Bueno, puede que quizás se me haya ido un poco la mano. Acaricio sus músculos tensos y respira hondo. Me inclino y dejo un beso justo en el medio. Tomo la pomada y pongo un poco en mis dedos antes de esparcirla por los rasguños.

—Tu espalda es tan sexy —murmuro, pero no dice nada. Oh, alguien está un poco molesto. Bueno, vamos a solucionarlo—. Puedes hacerme chupetones para que estemos a mano. —No responde. Sigo pasando la pomada por su musculosa espalda. Kyle está tan bueno que una vez más voy a felicitarme por atraparlo—. ¿Sabes? Mi padre nos abandonó cuando yo tenía dos años. Él dejó una nota en refrigerador con cien dólares y se marchó. Nunca supimos por qué lo hizo, pero fue lo mejor. Él era un ebrio que golpeó a mamá muchas veces, incluso cuando estaba embarazada de mí —cuento mirando que su espalda se ha relajado casi por completo—. Mamá es mi heroína, lo hizo muy bien sola. Es... quien me gustaría ser, mi ejemplo a seguir. Es tan fuerte y está tan llena de vida que... No lo sé... Te contagia con toda su alegría. Siempre tiene una sonrisa para dedicarte y alguna broma para hacerte sonreír.

—Tu mamá suena como alguien genial.

—Lo es —confirmo acariciando los rasguños con delicadeza. Sé que no está tan molesto ahora—. Ella es tan alegre como tú. Tiene ese espíritu social y amigable que siempre hipnotiza a todos.

—Tú también eres amigable y social.

—Yo soy divertida y astuta.

—Y sexy.

Corazones solitarios #2. RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora