38. ¿No estaba perdido?

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Bebo un poco de café mientras miro a los demás invitados desde el pasillo y no puedo evitar pensar que en otra situación yo estaría siendo tan atosigada de preguntas como Drew y Ari, pero eso ya no es posible porque lo mío con Dylan acabó.

Lo veo sonreír desde la otra punta de la habitación y una pregunta se repite en mi cabeza, la misma que lleva días ocupando mis pensamientos.

¿De verdad necesitaba alejarme de él?

Dylan me atrapa mirándolo y lo esquivo, pero no lo suficientemente rápido como para que él no se acerque a mí. Pasa una mano por su nuca y me sonríe tan lindo y tímido como hace semanas.

-¿Todo bien?

Asiento con la cabeza y él voltea hacia el resto de personas antes de volver a mirarme.

-¿Quieres ver algo interesante?

Enarco una ceja con desconfianza.

-Eso suelen decir los pervertidos antes de enseñar su miembro -apunto y él ríe.

-No es eso lo que voy a enseñarte -respondió tomando mi mano y haciendo que lo siguiera- y tampoco es como si no hubieras visto mi miembro.

Sentí que me sonrojaba y golpeé su brazo, pero él rio tan travieso como siempre.

En un momento, me llevó a una habitación y me sorprendió ver una batería, una guitarra, un bajo y micrófonos. Dylan cerró la puerta y yo acabé mi chocolate antes de dejarlo sobre una pequeña mesa.

-Aquí nacieron nuestras primeras canciones -contó mientras rodeaba la batería y acariciaba sus tambores con una pequeña sonrisa-. Aquí crecieron mis sueños.

Me acerqué a él, viendo que tomaba los palillos con cierta emoción y sonreí tomando un banquillo para sentarme frente a él.

-Enséñame tus sueños.

Rio con timidez y entonces comenzó a tocar con suavidad, muy concentrado, y yo no podía dejar de verlo.

-Esta canción la escribí cuando una chica me rompió el corazón en preparatoria -contó cerrando los ojos-. No recuerdo tan bien la letra, hace mucho tiempo no la escucho.

Sin embargo, tarareó lo suficiente como para que yo encontrara una melodía en el ritmo.

-No tengo miedo -murmuré y él abrió sus ojos para encontrarse con los míos-. No necesitas esconderme.

Él dejó de tocar y suspiró antes de inclinarse con media sonrisa.

-No lo hago -respondió-. Solo no quiero compartirte.

Fruncí ligeramente el ceño, pero sentí mi corazón latir con más fuerza.

-¿Eso qué significa?

-Aún eres muy inocente para saberlo -dijo poniéndose en pie y caminando hacia una pared con retratos.

Lo seguí, esperando saber más sobre lo que estaba diciendo, pero sin tener la certeza de que podría manejarlo una vez que lo supiera.

-Somos amigos, ¿cierto? -recordé y él asintió con la cabeza-. Los amigos se cuentan todos sus secretos.

Dylan sonrió antes de voltear a verme.

-Solo pensaba en este viaje como nuevas oportunidades, nuevos amigos, nuevos amores... -mencionó y volví a verlo-. No sé si eso me agrade tanto.

Lo observé con un poco de sorpresa y confusión.

-¿Me pides que no salga con nadie?

-Yo no dije nada -se escudó levantando sus manos con una sonrisa de lado-. Pero si eliges a alguien aquí, cuéntame y te diré sobre su reputación.

Corazones solitarios #2. RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora