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Matteo Balsano

— ¿Ya vieron al chico nuevo? ¡Está guapísimo! — reprimo un gruñido al oír los cuchicheos de las dos chicas de delante, quienes no paran de observar al teñido de ojos azules que se encuentra dos carpetas mas allá

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— ¿Ya vieron al chico nuevo? ¡Está guapísimo! — reprimo un gruñido al oír los cuchicheos de las dos chicas de delante, quienes no paran de observar al teñido de ojos azules que se encuentra dos carpetas mas allá.

¿Que tiene de especial? No es ni mas ni menos que yo. Su cabello rubio seguramente no es natural, sus ojos azules deben ser de contacto pues dudo mucho que un británico este caminando por estos pasillos.

Lo que sí me sorprendió fue verlo al lado de Luna, quien babeaba con cada palabra que él decia, no fue difícil notar sus ojos brillando cuando lo veía. Tuve que volver a la realidad cuando Gastón gritó a mi lado, pues no me había percatado que los observé hasta que entraron a la dirección.


Luna Valente. ¿Que puedo decir sobre ella? No es ni la mas guapa, ni sexy de la preparatoria, pero para no quitarle sus méritos como mujer, es una chica simpática, con bonita sonrisa y ojos verdes intensos. Recuerdo el día que le pregunté si eran color caca, una patada en las pelotas fue lo que recibí como contestación y desde entonces no cuestiono el color de estos.

Ella dice odiarme, yo no digo lo contrario, no es mi amiga ni mucho menos la mejor. Tuvimos la mala suerte de coincidir en los dos últimos años de secundaria y ahora también acá. Digamos que nunca congeniamos, ella tiene otras opiniones y gustos muy diferentes a los míos.

No voy a decir que somos polos opuestos o agua y aceite porque esas son metáforas demasiado usadas. Lo dejaré en que no congeniamos y listo.

— Creo que ya tienes un rival. — susurra Gastón a mi lado y lo miro confundido.

— ¿Eh?

— Nicolás o como se llame — señala al rubio — Emilia no le quita la mirada de encima.

Y efectivamente, la rubia no deja de verlo mordiéndose el labio inferior. Siempre tuve esa atracción hacia ella,  es una de las mas cotizadas pero también, de las mas dificiles. No cualquiera se enreda en sus sábanas, debes saber domarla y decir las palabras adecuadas para que caiga.

Lo intenté un par de veces, no obtuve nada, solamente un roce de narices para que luego se aleje contorneando las caderas. Hice una apuesta con Gastón y Pedro para saber si conseguía algo con ella, todavía tengo este primer mes. Si lo logro, un buen billete caerá en mis manos.

— No diría esto si no fuera urgencia pero...— alzo la mirada Encontrándome con la de Luna quien me mira suplicante. Recién acabo de percatarme que se a sentado tras mio. —...¿Tienes un lapicero que puedas prestarme?

Oye, ¡Me Gustas!, LUTTEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora