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Luna Valente

Luna Valente

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—¿Nico y tu...tienen algo? — pregunto de forma entrecortada, con el corazon palpitando a mil y mi respiración acelerada. Esto no puede ser verdad.


El relato de Emilia me dejo consternada. Y no se si fui buena disimulandolo, a decir verdad ahora no me importa nada. Quisiera decirle que fue él mismo quien tuvo el detalle de dejarme una flor de papel debajo de mi puerta, pero a estas alturas ya no estoy segura de eso, y me lastima.


— Por supuesto que si. ¿Por que? — pregunta frunciendo el ceño. Las miradas de Ámbar y Nina recaen sobre mi, sus expresiones son de preocupación. Ellas ya han notado mis sentimientos. No soy buena disimulando. Bajo la cabeza, no pienso responder. — No me digas que...¿a ti te gusta? — dice alzando la voz mas de lo que quisiera.

Algunos curiosos miran hacia aca. Me estoy comenzando a incomodar. No quiero que esto se salga de control. Emilia es mi amiga, y si Nicolas la eligió...es por algo.

— ¿No vas a responderme? — insiste. Yo esquivo su mirada. Miro de reojo y varias miradas esperando atentas a mi respuesta. Agradezco internamente de que el nombre de Nicolas no haya sido expuesto. No aguantaría la vergüenza si el supiera que me gusta.

Lo único y mas cobarde que se me ocurre, es ponerme de pie y salir fingiendo una Sonrisa con la frente en alto, disimulando que todo esta en orden y que simplemente es una de las tantas Discusiones de amigas. Sin embargo, antes de poder cumplir con mi objetivo, Emilia me sostiene del brazo impidiéndome continuar.

— Sueltame, me lastimas. — le pido. Pero su agarre se intensifica y sólo me mira con odio.

— Respondeme pedazo de hipócrita. — grita. ¿Hipocrita? Esta no es mi amiga. Y no voy a permitir que me insulte.

— Tú no lo mereces — mi boca habla por si sola. No puedo creerlo. A pesar de no estar arrancandonos los cabellos, estamos pelando por un chico. Mamá siempre dice que no vale la pena, hay un monton de chicos en el mundo y no debo perder la cabeza por uno. Pero en estos momentos, mi corazón dice otra cosa.

En un intento erróneo por zafarme de su agarre, mi mano choca contra una bandeja que cae estrepitosamente por el suelo, causando un bullicioso sonido y llamando la atención de casi toda la cafetería. Esto no puede estar pasando.

Emilia suelta una carcajada y, seguidamente, varios alumnos la siguen. Me siento humillada, jamas debí abrir mi bocota.

— ¿Y? ¿Eso a ti que te importa? — ironiza Emi — Vamos Lunita, tu y yo sabemos que nunca te haría caso. Solo...mirate, y mirame a mi. ¿quien crees es mejor? A ti nadie te conoce, mientras que yo, pertenezco al equipo de animadoras y mi presencia es notoria. — en cualquier momento mis ridículas lagrimas comenzaran a salir, porque ella tiene razón, yo no soy nadie, ni tampoco se como tuvela absurda idea de que un chico como Nicolas se fijaria alguien como yo.

Oye, ¡Me Gustas!, LUTTEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora