Remy la observaba en silencio, había aparcado su coche en un callejón y esperaba tranquilamente a que la chica terminase de pensar. Era totalmente consciente de que no estaba en plenas facultades psicológicas desde hacía meses.
-Entonces eres policía- repitió- y me has estado vacilando desde que me conociste.
-Soy agente- corrigió el chico.
-¡Qué más da! Trabajas para la ley.
-No exactamente.
-Decídete de una vez...
El chico se estaba divirtiendo. Quería que ella misma llegara a la verdad a través de lo que observaba, sabía que era complicado pero confiaba totalmente en sus capacidades por muy perjudicada que estuviera.
-Vale, recapitulemos- pidió la joven-. Tú eres un agente, que no es lo mismo que policía, hijo de un antiguo narcotraficante...
-Por ahora todo lo que has dicho es correcto.
-Vale, vale. ¿De qué conoces a Samuel?
Su hermano los había presentado en una comida tras insistirle que eran amigos y no debía defraudarlo. Samuel parecía bastante nervioso mientras le hablaba de él.
-Tu padre le dejó la empresa a tu hermano- le recordó.
-Oh, mi padre trabajaba con el tuyo...
-Bien, un día llamé a tu hermano y le pedí esa cita contigo amenazándole con que si no la lograba le hundiría el negocio.
Alma comenzaba a entender algunas cosas pero no era suficiente.
-Sigo sin entender en qué trabajas.
-Soy agente- repitió cansado-, investigo.
-Pero dices que no trabajas para la ley... Tu empresa, ¿de qué es?
-Reparamos y vendemos coches- respondió sonriendo, Alma comenzaba a funcionar como era debido.
-Oh, eres el hijo de un difunto narco que ha visto el mundo real y ha decidido ayudar a la hija de otro capullo integral porque ha descubierto que es el amor de su vida- Alma se rio abiertamente-. No quieres que desmantelen esa mafia porque aparecería tu nombre y podrías ir a la cárcel.
-No aparecería mi nombre pero te vas acercando a la respuesta- levantó la ceja-. Hundiría la reputación de mi padre pero él ya está muerto, dudo que le importe. Te ayudo porque lo enemigos de mi padre no deben desmantelar el organismo tan poderoso que supone la mafia porque me hundirían la vida... Y, por supuesto, también se encargarían de destrozar la tuya. Es un beneficio mutuo.
-Pero no todo queda ahí- dedujo la joven invitándolo a continuar.
-Me reclutaron en el cuerpo hace un año tras ver mis capacidades... Me otorgaron la responsabilidad de protegerte e intentar atrapar a los que te persiguen.
-Tienes motivos y motivos para cuidarme- se llevó la mano al mentón pensativa-, ¿eres consciente del poder que tengo sobre ti?
-No te tengo miedo Alma- le dijo acercándose a su cara-, si tengo que encerrarte hasta que los atrape lo haré sin dudarlo un segundo. Ahora vamos a ir a tu hotel para que recojas tus cosas, te mudas. No hables con Fabio, trabaja con ellos.
El mundo que la rodeaba conspiraba contra ella de alguna forma, ¿Fabio también? Ese joven normal que la había ayudado tanto era uno de ellos. Recordó su escasez económica, era obvio que lo hacía. Remy aparcó frente al hotel y la acompañó a su habitación.
-Sigue tan desordenada como ayer- comentó.
-Cierra la boca y ayúdame.
Metió sus pocas cosas en las maletas totalmente arrugadas y amontonadas. Cogió sus pastillas y demás cosas y las metió en un neceser, en el fondo no tenía tantas cosas que recoger. Introdujo su ordenador y teléfono en una mochila para despedirse de la habitación de hotel en la que había vivido más de medio año.
-Coge esa camiseta blanca- le pidió a Remy.
-Con esto casi se puede hacer un trapo Alma.
-No me importa, dámela.
El chico se la entregó un poco extrañado. Alma parecía preparada para irse a cualquier sitio. Salieron de la habitación y pudo ver a Fabio atendiendo a una señora, el chico sonreía mientras esta le comentaba lo guapa y joven que era su hija.
-No dudo de que con una madre tan hermosa tenga cientos de pretendientes- aseguró con extrema educación.
Alma no se quedó a escuchar aquel diálogo ya que Remy la tomó del brazo y la obligó a moverse hacia la salida, el tiempo era escaso. En el momento en el que subieron al vehículo del chico Alma vio como una serie de hombres entraban en el edificio, iban a buscarla a su habitación pero era tarde.
-De menuda te he librado- comentó Remy arrancando-. Te quedarás en mi casa, no pienso perderte de vista ni un segundo.
-Ya tenía poca vida antes... Ahora estoy vigilada por todo el mundo, las cosas no pueden empeorar.
-Sí, pueden empeorar y mucho. No te preocupes, soy un personaje muy simpático, cuando esto acabe me echarás de menos.
La casa de Remy mostraba que su padre había sido una persona rica. La vivienda era de un tamaño normal y parecía frágil, el chico tenía un gusto delicado y que tendía hacia los colores claros. Era una casa claramente destinada a un soltero, Remy no necesitaba más que un baño, una cocina, un dormitorio, un despacho y, por supuesto, un salón. Cada habitación tenía unas dimensiones importantes y la casa estaba rodeada por un hermoso jardín cuidadísimo.
-No estaba preparado para recibir visitas- admitió-, no pensé que fueras a hacerme caso. Por suerte el sofá es bastante grande.
-Suena muy apetecible.
La ayudó con las cosas y dejó que las colocara en su habitación, pues era la que daba acceso directo al baño de la casa. Alma se paseó por el dormitorio observando los retratos que había en este, que eran escasos. Observó al chico posar en varias fotos familiares con su madre y padre sonriendo, al menos su infancia había sido lujosa y feliz.
-¿Te gustaba ser un niño?- preguntó la chica sabiendo que el joven no paraba de observarla.
-Pues supongo que sí- se sentó en la cama-, fue una de las mejores etapas de la vida.
Alma lo miró con tristeza a los ojos, tenía que inyectarse algo si no quería derrumbarse en la casa de aquel desconocido joven.
-¿Estás bien?- Mierda- Te noto un poco triste, ¿es por tu hermano?
-Oh, para nada- negó sonriendo-. Siempre me ha cuidado porque mi padre se lo ordenaba, le decía frases y daba instrucciones para explotar de manera eficiente mi mente. Yo no sería conocida si no fuera por ellos pero... Me hubiera gustado escoger si deseaba serlo.
-Tarde o temprano te habrían descubierto.
-No lo creo... Igualmente, ambos estaban obsesionados con el partido que podían sacarle a mi mente. En el momento en el que mi padre supo que tenía a un pequeño genio en la familia decidió convertir la casa en una fortaleza y me prohibió interactuar con otros niños por si me contagiaban su estupidez infantil.
-Menuda tontería...
-Necesito ir al baño- recordó sus adicciones.
-Oh, claro- se levantó de la cama y le encendió las luces de la habitación-. Iré a pedir algo para cenar mientras te preparas, ¿qué te gusta?
-A mi no me gusta nada.
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Silencio entre rejas.
Teen FictionAlma es una joven reconocida en todo el país por sus habilidades en el campo de la psicología, tras un accidente se ve sumida en una profunda depresión. Su hermano decide ayudarla y conseguirle un puesto de trabajo que la distraiga... Encuentra más...