Capítulo 9. Mentiroso

297 98 3
                                    

Eunhye agradeció al conductor del taxi en voz baja antes de salir del vehículo. Levantó la vista hacia el edificio que se avecinaba en la morada de Jackson y exhaló, reajustando el peso de la caja en sus brazos. No necesitaba agarrar nada de su apartamento, pero una sensación molesta dentro de ella la instó a mantener la pretensión.

Llegó al porche delantero y se sorprendió cuando la puerta se abrió bruscamente. Encontró los ojos ardientes de furia de Jackson e instintivamente dió un paso atrás. Él golpeó y agarró su brazo, impidiéndole moverse.

—¿Dónde estabas?—preguntó.—pensé que te dije que estuvieras en casa para cuando salí de mi turno en el hospital.

—Jackson, te dije que estaba en mi apartamento. Tenía que conseguir algunas cosas, ¿recuerdas?

Jackson miró la caja, y la tensión entre sus cejas pareció disiparse al darse cuenta de que ella no tenía las manos vacías. En su furia, él había pasado por alto completamente la carga de cosas que ella llevaba.

—Oh, cierto.—murmuró, pareciendo un poco confundido.

—¿Podemos entrar?

Jackson asintió. Agarró la caja de ella y abrió la puerta de una patada; empujando a ella para que entre en la casa primero. Dejó la caja sin ceremonias en el suelo junto a la puerta principal, el traqueteo de los objetos que había dentro hizo que Eunhye se estremeciera involuntariamente.

¿Por qué sentía que caminaba sobre hielo delgado cada vez que estaba con Jackson?

—¿Estás enojado?—preguntó ella suavemente. Era una pregunta estúpida, pero ella no sabía qué decirle.

—Estoy preocupado, Eunhye. No enojado.—dijo Jackson.—no sé cómo hacerte entender esto.

—¿Entender qué?

—Eunhye, acabas de salir de un coma de seis meses. Estoy preocupado por ti. Necesitas escucharme y no salir corriendo de la casa.

Eunhye frunció el ceño. Podía sentir una discusión descendiendo sobre ellos, y aunque prefería evitarlo, no podía detenerse lo suficientemente rápido.

—Eso es una mentira.—dijo ella con los dientes apretados, consciente de que sus manos temblaban por el coraje que tomó para tomar represalias.

—Disculpa, ¿qué dijiste?

—Estás mintiendo acerca de estar preocupado.—reiteró Eunhye.—si lo estuvieras, ni siquiera piensas en el uso de mí para llegar a Jinyoung sólo para tu propio bien. Eres egoísta, eso es lo que eres. No estás preocupado en absoluto. Eres un egoísta.

Eunhye estaba medio esperando que Jackson perdiera la compostura por completo. Ella esperaba que él reaccionara en forma negativa, que le gritara, azotara la casa, algo, cualquier cosa. Pero todo lo que hizo fue pararse allí, completamente inmóvil mientras la miraba.

Era extraño, la forma en que sus ojos reflejaban el vacío, pero hablaba de una manera que Eunhye no podía entender.

Su silencio la asustó, y ella se encontró alejándose unos pasos de él. Jackson no hizo ningún movimiento para cerrar la brecha entre ellos. En cambio, cambió su mirada hacia la chaqueta que ella llevaba. Era demasiado grande para ella; las mangas que cuelgan de sus nudillos y el exceso de material caído sobre el ancho de sus hombros.

—¿Acaso soy yo el mentiroso?—preguntó; su voz carente de emoción, y su mirada aún se centraba en la chaqueta que llevaba puesta.—¿no estás mintiéndome a mí también?

Jackson apartó los ojos de la insignia cosida en el bolsillo de la chaqueta y miró la cara pálida de Eunhye. Ella se movió nerviosa donde estaba, incómoda por estar bajo su severo escrutinio.

Dicotómico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora