C A P I T U L O 1 - Petrificada

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CAPÍTULO 1.

Si tuviera que comenzar a narrar el principio de todo; sería con la escena de mi yo de trece años mirando atentamente el televisor de la sala de estar mientras estaba sentada sobre la alfombra. Mi madre estaba echada en el sillón acariciando su tripa de embarazada; con mi futuro hermano en su interior. Había puesto en mis manos el mando y como no, yo fui derechita a MTV para ver a mis grupos y cantantes favoritos. Emocionada, veía sus conciertos o sus videoclips y yo me imaginaba que estaba dentro, cantando o bailando sus canciones como si fuese yo la protagonista.

— Mamá, mamá — casi que le da algo a la pobre mujer. Me mira, se tranquiliza. — Quiero ser cantante.

Mi madre empezó a reírse y a negar con la cabeza. Me revolvió el pelo y pasó su mano por mi mejilla.

— Serás cantante si lo deseas tan fuerte como yo cuando te tuve a ti. — Me observaba nostálgica. — Lucha por lo que quieres y no dejes que nadie te haga daño por ser tú misma.

No sabía a qué se refería con "luchar" hasta que a los diecisiete decidí escaparme de casa. Sí, la típica huída tras haber terminado el instituto. Recuerdo que fue un sábado, justo el día después de mi graduación. Mi padre había organizado una comida familiar para celebrar que su hija mayor estaba a un paso de ir a la universidad; la cual ni siquiera me había aceptado. Yo me negaba a quedar con mis abuelos y mis tíos, porque todos sabían que mi sueño era la música y no ser la mejor contable del mundo.

— Ponte el vestido azul, ese aterciopelado que te regalamos el año pasado. — Dijo mi madre mientras rebuscaba en su armario.

— Sabes que yo y los vestidos no nos llevamos bien... — Rezongué.

—¡Agh! — Me miró. — Deja de quejarte y vístete, ¿quieres? Ya suficiente tengo con no encontrar mi blusa favorita.

Bufé. Salí de su cuarto y entré al mío cerrando la puerta tras de mi. Fui directamente a mi portátil y puse Youtube para calmar mis ánimos. Busqué por 5 Seconds of Summer, una de mis bandas favoritas y cliqueé en Try hard. Dejé el ordenador sobre mi buró y me quité la camiseta vieja que llevaba lanzándola sobre mi cama. Me puse desesperada a buscar algo que ponerme, pero nada me convencía; "nada es lo suficientemente bueno para la familia White." Excepto, el santo vestido azul. Lo miré de reojo, brillaba incluso con la poca luz que le daba. Gruñí y lo descolgué de la percha de mala gana.

Me quité el vaquero rasgado que tenía y pasé de parecer una chica normal, a una White de pies a cabeza. No tenía tacones, así que el plan B eran unas zapatillas planas negras que me quedaban justas. Ni me maquillé y apenas me peiné, estaba decente y además, me negaba a estar perfecta para esto.

Bajé las escaleras corriendo, mi padre estaba en el salón hablando por teléfono mientras mi hermano Will, quien apenas tenía cuatro años, jugaba con su juguete preferido; un avión de color rojo con el que fingía ser un tipo de piloto de carreras de aviones, creo. No había nadie en el comedor, me alegré por un instante hasta que escuché el timbre. Me quedé quieta ver si se marchaban, pero siguieron tocando el maldito botón unas diez veces más. Mi padre estaba demasiado sumido en su conversación como para poder notarlo. Abrí la puerta.

— Vaya, Christine, cariño — mi tía Anabelle me abrazó nada más verme. — Cuánto tiempo.

— ¡Tía Anabelle...! — Fingí entusiasmo para devolverle el abrazo.

Detrás de ella se encontraba su marido Mark, la abuela Nora y mi prima Elizabeth; todos vestidos extravagantes. Les hice un gesto para que pasaran y a medida que entraban, me dieron dos besos como saludo. Los dirigí al comedor, todos se sentaron en la gran mesa como en Navidad. Will llegó a la habitación haciendo ruidos de motores, todos le miraban sorprendidos, pero a mi me hizo sonreír, era terriblemente adorable.

Way of looking. || L.R.H       [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora