Había una vez una pequeña puercoespín que caminaba por un lindo y tranquilo bosque. Un día la pequeña encontró una cueva, lucía acogedora así que entró para descansar, se llevó una sorpresa cuando descubrió a más puercoespines dentro pero ellos la dejaron quedarse. Decidió estar ahí por un mes, y ese mes se convirtió en dos, tres, y cuatro, no quería irse pues estaba muy comoda ahí.
Una noche comenzó a nevar y el clima se tornó extremadamente frío y los pobres puercoespines morirían de frío si no hacían algo.
Se les ocurrió que podrían abrazarse para darse calor pero cuando se acercaban se picaban y les dolía. Pero cuando se alejaban les daba mucho frío. Ella decidió irse de la cueva, la intentaron detener pero no lo lograron, dijo que iba a buscar un clima más cálido y así sobrevivir. Todos se negaron a seguirla, y se fue sola.
Ella sabía que era imposible, que iba a morir de frío o de hambre, pero sabía que su muerte iba a ser silenciosa, que no presenciaría la muerte de sus amigos y que al menos les podría hacer creer que fue lo suficientemente fuerte como para encontrar la calidez. Fuese o no cierto.