Capítulo #3 ; Navidad.

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Narra Nate.

Terminé de prepararme y bajé hacia la sala estar. Mis padres todavía no habían terminado de prepararse, así que me puse a jugar con el celular. Estaba aburrido, así que le mandé un mensaje preguntándole a Zack si estaba listo. Él me envió una foto que me mostraba lo que tenía puesto. Era simple, pero elegante a la vez, al igual que yo.

De: Zack.

¿Le preguntarás?

De: Nate.

¿De que hablas?

De: Zack.

Vamos, amigo. No te hagas el tonto.

¿Le preguntarás a Sarah si quiere ser tu novia?

De: Nate.

Si... eso creo.

Rodé los ojos, y guardé mi celular en el bolsillo al momento que mamá y papá bajaban por las escaleras.

Rayos. Estaba nervioso. Tenía miedo a que ella me diga que no.

Tomé mi abrigo y nos subimos al auto. Quince minutos después llegamos a la casa de Sarah y Sally. Tocamos el timbre y rápidamente la madre de las gemelas abrió la puerta. Saludé a todos los presentes, incluyendo a Zack, quien había llegado cinco minutos antes que yo. Cuando me acerqué a Sarah le sonreí. Ella me regaló una hermosa sonrisa de su parte y sentí como mi corazón explotaba de amor.

—Estás... -empecé a decir. Besé su mejilla, acaricié la misma y sonreí, antes de susurrar en su oído-. Hermosa, Sarah. Realmente lo estás.

Tenía puesto un pantalón blanco, un suéter rojo y tacos dorados. Sus labios tenían labial rojo, lo cual me tentaban besarla. Ella se sonrojó y yo sonreí.

Era momento de cenar.

***

Eran las doce menos cinco, y todos nos sentamos frente al fuego, donde el árbol decoraba la sala de estar de los Thompson. Teníamos una copa de champán en la mano, esperando a las doce para brindar y luego repartir los respectivos regalos.

Cuatro minutos para la doce y observé cómo Sarah miraba nerviosa el reloj.

Tres minutos para las doce y todos nos reíamos de un chiste contado por Zack.

Dos minutos para las doce y yo estaba muy nervioso por pedirle a Sarah ser mi novia.

Un minuto para las doce y todos estábamos mirando nuestros relojes.

El reloj marcó las doce y todos brindamos.

Tomamos el líquido que había en nuestras copas y comenzamos a repartir los regalos. Era divertido ver las caras de excitación de todos al abrir un nuevo paquete. Me llenaba de felicidad ver a todos contentos. Estaban todos distraídos, así que sabía que era el momento justo para hablar con Sarah.

Tomé su mano y le hice señas con la cabeza para ir a hablar a la cocina, a solas.

Si me rechazaba, prefería que me rechace estando solos y no frente a todas nuestras familias.

Ambos nos levantamos y nos dirigimos a la cocina. Música navideña sonaba de fondo y yo sabía que era el momento perfecto.

La observé por unos segundos. Observé cómo sus ojos me miraban a mi, expectantes. Como su cabello caía bajo su gorro navideño y como ninguno soltaba la mano del otro. Observé cómo su labial no se había corrido en toda la noche y pensé cómo había logrado contenerme toda la noche para no besarla. La observé y sonreí.

Estaba nervioso. Así que repasé brevemente todo lo que sentía por ella y empecé a hablar.

—Sarah... tengo que hacerte una pregunta. -empecé y sonreí-. Pero primero, déjame decirte algunas cosas. Lo he estado pensando mucho y la verdad es que es hora de que te diga lo que siento por ti. Me encantas. Cada parte, cada gesto, cada risa y cada beso me encanta. Amo como me haces sentir y como me alegras el día con una simple mirada. Me encanta que seas como eres y no quiero cambiar nada de ti. No puedo creer lo afortunado que soy por conocerte y puede que si me dices que no me arrepienta de por vida por lo que te preguntaré. Pero... -suspiré y nos miramos a los ojos. Ella tenía lágrimas en ellos y una bella sonrisa en su rostro-. ¿Quisieras ser mi novia?

Ella asintió y yo la abracé. Nos abrazamos y luego nos besamos.

Nunca nos habíamos besado como en ese momento y juro que me derretía por dentro.

No podía creer lo afortunado que era en aquel momento.

La amaba tanto.

No podía creer todo lo que sentía por ella y estaba muy feliz de sentirlo.

Sarah Thompson, te amo con todo mi corazón.

Cuando nuestro beso terminó, nos separamos y nos miramos a los ojos. Ambos sonreíamos.

—Me haces feliz. -fue lo único que dije y ella me abrazó.

—No puedo creer que haya tardado tanto en darme cuenta lo que siento por ti, Nate. -susurró ella y yo la apegué más a mi-. Te amo.

—Y yo a ti...

Mi mejor amiga se había convertido en mi novia.

Sus te amo amistosos se habían convertido en te amo románticos.

Ésta había sido, definitivamente, la mejor navidad que había tenido en mi vida. El mejor regalo que me podrían haber dado jamás.

¡No! Te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora