Capítulo #5 ; Rompimiento.

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Narra Sarah.

Suspiré hondo y entré en la cafetería. Tenía que hablar con Nate. Estaba muy dolida y necesitaba explicaciones. Lo vi sentado en una de las mesas del fondo, cuando me divisó me sonrió ampliamente, con aquella sonrisa que me volvía loca. Suspiré profundamente y me senté frente a él. 

—Hola, amor. -dijo, y cuando me iba a besar, corrí la cara-. ¿Qué sucede?

Su rostro se entristeció, cuando no lo besé. No podía hacerlo. 

—Tenemos que hablar, Nate. -fue lo único que dije.

—Lo sé... me has estado evitando durante este tiempo y no sé porqué. -me dijo, dolido-. ¿Qué he hecho mal?

—Es que escuché... -empecé y suspiré-. Escuché rumores, me lo han dicho en la cara... Algo que me ha dejado por mucho tiempo. Algo que me está matando.

— ¿Que sucede, Sarah? -me preguntó, arrugando la frente.

— ¿Soy un juego para ti, Nate? -pregunté, luego de unos segundos.

—Espera... ¿qué? -me respondió, su rostro comenzó a transformarse-. ¿De que diablos hablas, Sarah? ¿Esto es un chiste?

—No. No lo es. -respondí y lo fulminé con la mirada-. Me han dicho que... -un par de lágrimas cayeron por mis mejillas-. Me han dicho que estás jugando conmigo. Que soy sólo una apuesta... no quiero creerlo... porque tu sabes todo lo que me dolió lo de Felix, y sabes cuanto te amo... Pero... no lo sé...

— ¿Y tu les creíste? -preguntó Nate, sorprendido-. ¿Desconfías de mi?

—No... pero... -empecé a responder, a lo que él me interrumpió.

—Pero nada, Sarah. -me dijo, en un tono mordaz-. No puedo creer todo lo que me estás planteando. Todos los días que estoy contigo te demuestro cuanto te amo. Todos los días te digo lo hermosa que luces. Soy tu mejor amigo, por Dios. Me vuelves loco, te lo he dicho miles de veces. Siempre que te digo que te amo lo digo porque así lo siento. Yo jamás te lastimaría, jamás jugaría con tus sentimientos.

—Lo sé... -lo interrumpí-. Pero...

—Pero sin embargo, estás aquí planteándome que has escuchado que yo estaba jugando contigo. -me interrumpió, al borde de las lágrimas-. Esto es absurdo, Sarah. No sé si quiero estar con alguien que me trate así. Que no confíe en mi...

—Nate... no... -empecé, pero él me volvió a interrumpir. 

—Yo... simplemente no lo puedo creer. -dijo, levantándose del asiento-. No me llames, olvídate de mi. 

Pasó por al lado mío, y salió. Yo me quedé allí sentada, sin saber que hacer al respecto. 

¿Qué estupidez acababa de cometer?

***

Narra Nate.

Toqué el timbre de la casa de Zack. Él me abrió a los pocos segundos y me observó, antes de dejarme pasar. Estaba roto. Muy. Tenía los ojos rojos y lágrimas cayendo por mis mejillas. Me senté en el sillón, mientras el fue a buscar unas cervezas. Me dio una y se sentó a mi lado.

— ¿Qué sucedió, Nate? -me preguntó, una vez que yo había tomado un gran trago de cerveza.

—He roto con Sarah. -respondí, a lo que él me miró, sorprendido-. Me preguntó si estaba jugando con ella, porque había escuchado unos rumores de que lo estaba haciendo. 

—Espera, ¿qué? -me preguntó desconcertado-. ¿Ha dudado de ti?

—Lo sé... -dije, al momento que asentía con la cabeza-. Ni yo lo podía creer. Le he dado todo de mi, Zack. Le he puesto mi alma a nuestra relación. Sin embargo... ella dudó de mi. Me ha roto el corazón, hermano. 

—No lo puedo creer. -me dijo, negando con la cabeza-. En serio, hermano. Parecían tan felices juntos... No puedo creer que haya dudado de ti. Como si no te conociera de toda la vida. Es terrible. 

—Lo sé... -susurré y me llevé la mano al rostro, frustrado-. Me duele mucho, Zack. Más de lo que te imaginas. 

—Tranquilo, Nate. -me dijo, poniendo su mano en mi hombro-. Tenemos todo el verano para que te deje de doler. Ya verás.

Suspiré profundamente y asentí.

Él tenía razón, tenía tres meses para sacarme a Sarah de la cabeza.

Si es que eso era posible.

¡No! Te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora