Capítulo #10 ; ¿Aceptas?

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Cinco años después.

Narra Sarah.

Habían ya pasado cinco años desde que nos habíamos graduado del colegio. Nate había terminado su carrera universitaria y yo estaba estudiando para ser profesora. Vivíamos juntos y cada uno trabajaba en lugares diferentes. Haber vuelto con el había sido la mejor decisión que había tomado en años, estábamos más que felices juntos. 

Era viernes y estaba terminando de vestirme para una cena que tendríamos en casa de Kat y Aaron, con ellos, Sally y Chris. Nate estaba esperándome sentado en el sillón. Tomé mi celular, un abrigo por si las dudas, y salí a buscar a mi novio. Él sonrió en cuanto me vio y salimos del departamento.

—No hace falta ni que te lo diga, pero luces hermosa, Sar -me dijo, sonriéndome-. Como siempre.

—Tu también luces bien, Nate -dije, besando su mejilla. Él sonrió y nos subimos al auto.

Nate prendió el motor y comenzamos a andar. Arrugué la frente cuando noté que estaba tomando otro camino, quizá había encontrado una nueva ruta: Aaron y Kat se habían mudado a otra casa hacía poco tiempo. Estacionamos en un parque, al cuál solíamos ir con Nate en nuestros primeros meses de novios.

—Esta no es la dirección, ¿o si? -pregunté, sin entender.

—No, no lo es -contestó Nate-. Pero necesito que bajemos aquí, te quiero mostrar algo.

—Llegaremos tarde... -me quejé; odiaba llegar tarde.

—Vamos, Sar, no nos extrañarán por unos minutos más. 

Rodé los ojos, pero cedí. Bajamos del auto y él tomó mi mano. Me guió hasta la fuente que estaba en el centro. Ésta estaba iluminada y algo en aquella noche la hacía lucir especial.

—Es hermosa... -susurré, sonriendo.

—Tu eres hermosa... -me contradijo Nate. A lo que yo reí y me dí vuelta para mirarlo.

Llevé mis manos a mi rostro, abriendo la boca, sorprendida: Nate estaba arrodillado, extendiendo una pequeña cajita en sus manos.

— ¡Nate...! -exclamé.

—Déjame hablar -me interrumpió-. Sar... Eres la mujer de mis sueños. La chica con la que sueño día a día, con la que amo despertar cada mañana. Estoy más que feliz por haberte conocido y seguir teniéndote en mi vida. Eres la persona a la que más amo en este universo y no me gustaría perderte, nunca. Te amo con toda mi alma y amo que me apoyes siempre que lo necesito. Sé que no hace falta darte un anillo para saber que pasaremos el resto de nuestras vidas juntos... Pero... Sarah Thompson, ¿te casarías conmigo?

—Pensé que nunca me lo pedirías.

Él colocó el anillo en mi dedo y nos besamos. Nos besamos con tanto amor que toda persona que pasaba cerca nuestro podía sentir cuanto nos amábamos. Una vez que nos separamos, él colocó su frente contra la mía.

—Te amo, Sar. -susurró.

—Y yo te amo a ti, Nate. -sonreí.

Nos tomamos de la mano y nos dirigimos al auto, felices, listos para contarles a nuestros mejores amigos.

Amaba a mi mejor amigo y estaba más que feliz de saber que pasaría el resto de mi vida junto a él.

Aquella sería la vida más feliz que alguien podría pedir.

¡No! Te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora