Después de eso no recuerdo qué pasó, no hasta la última vez que nos citamos. De nuevo en pórtico. Nos veríamos luego de dos interrupciones. Eso sería genial. En la mañana vi tu mensaje "No creo que se pueda lo de mañana". Comprendía que te sentías mal, está bien, quizá no vaya mañana a la escuela, pero nos veremos después. Te dije que estaba bien, y que si cambiabas de opinión, yo estaría ahí. De hecho, ese día salí temprano de la biblioteca y me dirigí hacia el lugar de encuentro. Nunca llegaste.
Espero que esté bien, pensé.
En la tarde, te envié mensajes. Estaba preocupada por ti, no contestabas ni uno de mis mensajes. Hasta que vi ese anuncio en Internet que decía que no te encontraban por ningún lado. ¿Qué diablos pasa? ¿En dónde estás? Me preocupé tanto.
Al día siguiente aún no había noticias tuyas, los rumores se corrían, que te vieron por ahí, que estabas allá. Y, diablos, yo tenía la esperanza de que entre todos los rostros de adentro y afuera, apareciera el tuyo, tus ojos, con esa mirada tan característica, de que aparecieras caminando despreocupadamente, diciendo a todos que había sido una broma. Quería que fuera una broma. Quería que fueras lo suficientemente tonto para hacerle una broma a todo mundo.
En cualquier momento va a aparecer, en cualquier momento va a cruzar esa puerta.
Entonces comenzaron a pegar letreros en la escuela y en la calle con tu rostro y tus datos. Cada vez que lo miraba sentía el vacío dentro de mí más grande. Mil cosas pasaban por mi mente. Pero seguía esperanzada a que todo estuviera bien. Mis amigos me notaban distante, tuve problemas con él, me enojé tanto porque él quería que le contara todo, sólo quería que entendiera que estaba preocupada y que mi mente no iba a ningún lado que no fueras tú.
Pasaron tres días, días que fueron como años, y no estabas.
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Invisible, intangible y amarillo #PGP2020
Non-Fiction[GANADORA DEL CONCURSO CARROT AWARDS 2019] Escribo esto porque ya no estás, y escribir es lo más cerca que puedo estar de hablarte.