Capítulo 2

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- Dime tu nombre- la misma voz volvió a resonar por todo el salón.

Mi cabeza seguía agachada y mi pulso a millones de kilómetros corría por mi cuerpo.
Los murmullos no tardaron en aparecer y mi inseguridad tampoco.

-Levanta la cabeza y dinos tu nombre- Ésta vez una voz femenina y tranquila habló.

Respiré ondo y decidí hacerle caso.
Cuando mi cabeza estuvo firme, mis ojos no creían lo que veía.
En una gran pared de hierro, se encontraban sentados cinco personas. Dos mujeres y tres hombres completaban el espacio.
Mi mirada fue directamente al centro, en donde un anciano de cabello blanco y barba del mismo color me miraba atentamente.

-Dinos tu nombre- Habló otra vez la voz femenina. Miré de quien se trataba y me sorprendí.

Tenía el cabello largo y rojo como el fuego. Más su vestuario era verde y sus ojos del mismo color.
Era hermosa.

- No tenemos tiempo niña... ¡Habla!- un golpe en seco me hizo saltar en mi lugar, haciendo que muchos rían.

Miré hacia la derecha del hombre de gran edad qué se encontraba en el centro y mi mirada fue de miedo.
Un hombre grande, moreno y con muchos tatuajes, me miraba inquieto.
Pude visualizar como su traje era rojo oscuro como su mirada.

- No la presiones - reprochó un hombre a su lado. Éste era rubio, lleno de pecas y pequeñas arrugas en su rostro.

-Cállate David- volvió a hablar el de rojo un poco molesto.
El de traje azul le sacó la lengua en protesta, haciéndome sonreir un poco.

- Dinos tu nombre linda - habló la mujer pelirroja con suma paciencia y simpatía.

Sabía que debía hablar, lo tenía en claro. Pero por alguna extraña razón mi cabeza no encontraba palabras para poder pronunciarlas.
Entonces mi di cuenta de un gran detalle que no me había dado cuenta hasta aquel momento.

- No lo sé - hablé muy por lo bajo.

-¿Disculpa? No sabes qué- el de traje rojo oscuro ladró, haciéndome bajar la cabeza de manera rápida.

-¿Quién vota para que el perro rabioso salsa de la sala?- Habló David levantando sus dos manos.- Por si no lo sabías, el perro rabioso eres tú Jason.- susurro dirigiéndose a su acompañante.

-Dejate de juegos- levantó la voz una vez Jason. David a su costado se encogió de hombros restandole importancia.

El rubio me miró fijamente y me sonrió.

- No escuchamos todavía tu nombre pequeña- Habló de manera simpática.

- No lo sé- repetí una vez más. Era como si mi cabeza le costara formular palabras en éste momento.

-¿No sabes tu nombre?- habló la pelirroja haciendo que dirija mi mirada hacia ella. - Ya veo...- se estiró sobre su silla de manera pensativa. -Eso va a ser un problema.

-¿No tienes nombre?- habló David confundido.

-Debo tener un nombre...- Hablé un poco confundida- pero no me acuerdo de el... No me acuerdo de nada.

-Tus padres- Habló Jason, ésta vez más tranquilo.

- No... no lo sé. -cerré los ojos fuertemente.

Me sentía estúpida. Quería salir corriendo de esa habitación que me estaba sofocando y poder gritar.
Había algo en mi pecho que me pedía a gritos que lo suelte.
No recordaba nada, ni mi nombre, ni mis padres, de dónde vengo, hacia donde iba... ¿Cuántos años tenía?

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