•Dos•

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La humanidad había acabado por completo, un solo sobreviviente en todo el planeta, eso es lo que pensaba Jihoon. Era fácil que pensara en ello, pues no importaba a dónde fuera, no encontraba más que cuerpos sin vida sobre las calles, o aquellos muertos mutantes que aún seguían con vida de alguna manera.

Él se consideraba lo suficientemente inteligente como para morir como lo habían hecho sus amigos, preferiría pegarse un balazo antes de convertirse en un zombie, así como lo hizo MinGyu. ¿Cómo sería ser uno de ellos? ¿Qué pensaban? ¿Cómo podían controlar sus cuerpos? O al menos el poco control que tenían sobre ellos. ¿Tenían hambre? ¿O simplemente era el placer de morder a alguien? Un montón de preguntas le llegaban a la cabeza a Jihoon, mientras observaba desde el techo de una casa a un grupo de zombies que corrían detrás de un sujeto. Al menos ya sabía que no era el único sobre la tierra. Corrección, ahora si era el único.  —¡Uy!—  fue lo que dijo al ver que un zombie se lanzó sobre de él empezando a devorarlo ferozmente.

Después de la muerte de su amigo decidió salir a explorar lo que quedaba del mundo, estar encerrado en ese departamento lo llenaba de recuerdos que lo deprimían y lo llenaban de melancolía. Tomó las cosas más esenciales, colocándolas en una gran camioneta todo terreno que encontró abandonada a la vuelta del edificio. Color amarillo, llantas enormes y cristales polarizados, era algo ostentoso, pero ¿qué importaba? Era su estilo.

Inició su viaje, recorriendo primero la ciudad, llevándose consigo todo lo que pudiese necesitar, y alguna que otra cosa que fuera para su entretenimiento, hablar consigo mismo en voz alta ya no le estaba funcionando.

Un disparo se oyó cerca del vecindario donde se encontraba, con sus binoculares buscó señales de vida, de la sana, no de las que llevaban los zombies, si es que a eso se le podía llamar vida. Un sujeto con gorra negra, una camisa negra sin mangas, pantalones ajustados, un arnés bien equipado con balas extras y un arma, lo que parecía ser una metralleta, aunque realmente él no sabía de esas cosas.

Con disparos certeros en la frente, justo entre los ojos, el joven iba matando a los seis zombies que habían matado al hombre anterior. Vaya, sus músculos se marcaban cada vez que apretaba el gatillo. Seguramente cuando el mundo estaba bien, ese sujeto iba al gym veinte horas al día, claro no literal, Jihoon solo exageraba con sus pensamientos. Lo sigue observando con los binoculares, moviendo un poco más la graduación para poder verlo mejor. Lo ve sacando la punta de su lengua, acomodándola en un costado de sus labios, y luego volviéndola a meter para sacarla nuevamente, solo que esta vez pasándola por todo el contorno de sus labios en un movimiento lento.

Joder, si que era sexy.

Un último disparo y el sujeto colocó el gran arma sobre sus hombros, sonrió egocéntricamente, ¿a quién le presumía? Si quería impresionarlo solo bastaba con quitarse la camisa, seguro todos sus músculos estarían marcados en pequeños cuadros duros, ¿cómo cuántos tendría? ¡Oh! Y esas piernas, ¡dios! Miren ese tamaño, sus propias piernas entrarían en una sola de su pantalón. Seguro tienen la misma dureza que la de sus abdominales. ¿Qué se traía Jihoon con la dureza? ¿A caso sólo pensaba en ello por lo duro que comenzaba a estar?

—¡Hey!— gritó el sexy muchacho.

Jihoon podía jurar que le estaba hablando a él, bajó los binoculares y miró por todos lados. Soltó aire pesadamente cuando vio a otra persona aproximándose al sexy sujeto, ambos reían y Jihoon no entendía porqué. Levantó nuevamente el artefacto, se acercó más a la orilla y se fijó en los labios del sexy. —Ne-cesito... coger... a... ¡Jihoon! Se río cubriendo su boca, trataba de leer sus labios, pero realmente era pésimo en ello, y con una sola cosa en mente, sólo eso podía interpretar.

|•Zombies: Una pesadilla•| [JiCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora